La cancha que unió a un pueblo olvidado

De la mano del reconocido campeonato Pony Fútbol, Bubuey, en Timbiquí, Cauca, ahora sonríe, sueña y se transforma.

María Alejandra Castaño Carmona - mcastano@elespectador.com
19 de noviembre de 2017 - 07:00 p. m.
La cancha que unió a un pueblo olvidado

Podría ser una utopía pensar que en una misma cancha de fútbol van a jugar niñas, niños, indígenas emberás y afros con una misma característica: todos son víctimas del conflicto armado, de la desigualdad y del abandono del Gobierno Nacional. Era difícil creer que las comunidades indígenas y los afros podían llegar a acuerdos y soñar juntos, en una zona llena de riqueza natural, tan linda como olvidada, tan talentosa como violentada.

Hubo tiempos en los que no se oía hablar de Timbiquí, luego los protagonistas de las noticias eran las guerras y los grupos armados. Hace algunos años, el sonido de las marimbas, los tambores, los congos y las trompetas empezó a ocupar espacios importantes, gracias al grupo Herencia de Timbiquí. Y actualmente, con Pony Malta y su programa Copa Pony Fútbol, se habla del municipio gracias a la transformación social, realzando los valores de la comunidad, a través del deporte. “Me perdí, me perdí, me perdí. Me perdí, pero yo aprendí. Aprendí que para hallar la luz hay que pasar por la oscuridad. Aprendí que para uno encontrarse tiene que buscar en la raíz”, dice la canción Te vengo a cantar, del Grupo Bahía, tradicionales del Pacífico. A veces hay que buscar en el fondo, en lo más profundo y con pequeñas acciones realizar grandes cambios. Perderse en los rincones de Colombia y darles oportunidades a quienes parecen no tenerlas.

En Bubuey, una de las veredas de Timbiquí, a 40 minutos en lancha del casco urbano, Pony Malta inauguró un espacio deportivo a través de la Fundación Tiempo de Juego. El proyecto, más allá de la construcción de una cancha de fútbol logró acuerdos entre las comunidades. También unión, esperanza y reconocimiento. Sonrisas que recargan el corazón.

“El fútbol llega a todas partes de Colombia, ahora en Bubuey los niños tendrán la oportunidad de capacitarse, entrenarse, jugar y formarse con valores. La idea es que se pueda formar un equipo para disputar la Copa Pony Fútbol. Ver integrados a comunidades afros e indígenas con un mismo objetivo ha sido un logro que nos llena de orgullo”, comentó Néstor Montoya, gerente de marca Pony Malta.

Destacados jugadores de fútbol profesional han salido de esta Copa que tiene final cada año en Medellín y donde juegan niños menores de 13 años de diferentes rincones de Colombia. James Rodríguez, Juan Fernando Quintero, Sebastián Pérez, Radamel Falcao García, Jackson Martínez y David Ospina, son algunos de los nombres que hoy reconoce el fútbol mundial.

Otro jugador, Avilés Hurtado, una de las figuras del Monterrey, en México, y quien fue recientemente llamado a formar parte de la Selección de Colombia, nació en Timbiquí; hay historia, hay talento, hay ganas, hay unión, ahora también hay cancha.

“Aprendí que para uno encontrarse tiene que buscar en la raíz. En la familia, en el pueblo, en la tierra, allí donde un día tú fuiste feliz. Aprendí que perder y perdonar son dos remansos que le dan a uno tranquilidad”, continúa Te vengo a cantar.

En Bubuey es posible recordar que la felicidad está en los detalles, que, a pesar de no tener lujos ni grandes comodidades, se puede sonreír. “Pobrecitos ustedes que tienen que vivir en Bogotá, con esa contaminación”, dice la profesora Dora, otra de las líderes de la comunidad, mientras en su palafito, sin luz ni agua durante todo el día, almuerza arroz con camarones frescos y ve por sus ventanas, sin vidrios, cómo fluye el río Timbiquí. Necesidades y costumbres diferentes, con un punto en común que despierta pasiones en cualquier parte del mundo: el fútbol.

“Es un transformador de vidas. Niños, jóvenes y adultos nos reunimos a practicar, a ver partidos, a botar energía, nos entretenemos y evitamos estar en malos pasos. Esta cancha es la casa de todos. Tiempo de Juego y Pony Malta nos ha acompañado a soñar. Antes pensábamos que ese deporte era cosa de niños, a mí desde los cinco años me gusta, pero era difícil que me dejaran jugar, ahora todos lo hacemos, compartimos y nos enseñamos. Lo mejor es que no nos tocó irnos de nuestra comunidad para jugar, el fútbol llegó hasta acá, ahora esperemos que nos conozcan más”, cuenta Maryeli García, una de las jóvenes líderes de la comunidad y una talentosa jugadora de fútbol.

“Cuando va a jugar la selección de Colombia, usted a nadie ve caminando por la calle, sino en las casas donde hay televisores, conectadas al televisor. Mi jugador favorito es Juan Guillermo Cuadrado, me encanta cómo juega, coge el balón, se relaja y hace sus superjugadas. Me da pena decirlo, pero no conozco a las jugadoras de fútbol, a las mujeres. Acá sólo hay Caracol y RCN y por ahí no pasan los partidos de las mujeres. No he oído nada, pero quiero verlo. Mi sueño es hacer parte de la Selección femenina. Es lo que más quiero”, añade Maryeli.

Ver llegar en lancha a las diferentes comunidades de todas las veredas de Timbiquí, oír los acuerdos para el uso y el cuidado de la cancha, conocer los valores y los sueños que hay alrededor de una copa, de un balón, del fútbol, mientras las pequeñas tribunas de cemento se llenan con personas de todas las edades que, con su mejor pinta, sonríen y esperan ansioso el partido inaugural, evidencia el poder del fútbol, pero sobre todo, el poder de trabajar con la comunidad, de visibilizarla, de darle reconocimiento. A veces es lo único que necesitan para empezar a transformar lo que quieren.

Claro, no hay que esperar a que todos nos sepamos el nombre y las necesidades de cada uno de los corregimientos y veredas, ni siquiera de todos los pueblos o municipios de Colombia. Pero no debemos olvidarlos, no podemos dejar de pensar en los más apartados, los que nunca mencionan, los de las costas, los extremos. Tan ricos naturalmente, tan talentosos humanamente.

“Aprendí que no soy sólo yo y que somos muchos más. Muchos más soñando, sintiendo, viviendo, buscando la felicidad. Aprendí que el camino es largo, que el camino es duro, pero se puede llegar”, Grupo Bahía nos sigue enseñando.

No están solos, la Copa Pony Fútbol llegó a Bubuey, a Timbiquí, que ya no sólo será cuna de marimbas y músicos, también de futbolistas.

Por María Alejandra Castaño Carmona - mcastano@elespectador.com

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