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"Todos los recuerdos son recuerdos falsos"

Luego de estudiar por más de dos décadas cómo opera la memoria de los seres vivos, Matthew Wilson, investigador del Instituto Tecnológico de Massachusetts, quiere dar un paso más: insertar recuerdos artificialmente.

Pablo Correa Torres
10 de julio de 2013 - 10:00 p. m.
Matthew Wilson es profesor de neurociencias en el Instituto Tecnológico de Massachusetts y director del Picower Institute for Learning and Memory.
Matthew Wilson es profesor de neurociencias en el Instituto Tecnológico de Massachusetts y director del Picower Institute for Learning and Memory.

En la película Inception (titulada en español El origen), el poco convencional Christopher Nolan narra la historia de Dom Cobb (Leonardo DiCaprio) y Arthur (Joseph Gordon-Levitt), quienes son contratados por el poderoso empresario Saito para que se cuelen en la mente del hijo del dueño de una corporación rival que amenaza con convertirse en una superpotencia económica. Saito quiere que lo convenzan de dejar a un lado su voraz apetito de poder.

Dom y Arthur son expertos en infiltrarse a través de los sueños de sus víctimas para robarles información, pero nunca han intentado el proceso contrario: insertar un recuerdo o pensamiento.

La película de Nolan se estrenó en 2010. Por esa misma época, Matthew Wilson, profesor de neurociencias en el Instituto Tecnológico de Massachusetts y director del Picower Institute for Learning and Memory, ya comenzaba a acariciar la posibilidad de manipular la memoria de un ser vivo. Como siempre sucede en ciencia, antes de pensar en insertar un recuerdo en un empresario o un soldado afectado por la guerra, hay que probarla en organismos más sencillos. En su caso, las compañeras de todos sus experimentos: las ratas.

¿Por qué saltó de la ingeniería eléctrica a las neurociencias?

Me entrené como ingeniero eléctrico. Mi interés inicial era entender el problema de la inteligencia, cómo aparece en seres vivos, cómo podría implementarse en dispositivos sintéticos, cómo construir máquinas inteligentes. En ese esfuerzo de reproducir la inteligencia pronto se hizo obvio que no entendíamos mucho sobre la manera como opera en seres humanos. Así que me vi envuelto en el estudio de los sistemas biológicos inteligentes. Cuando estudié el pregrado en ingeniería tomé cursos en neurofisiología y anatomía, tratando de entender cómo funciona la mente. Comencé a estudiar los circuitos cerebrales desarrollando técnicas para grabar la actividad de las neuronas y esto me llevó a la estructura cerebral que he estudiado durante 20 años: el hipocampo.

¿Podría describir el tipo de experimentos que desarrolla?

Para entender cómo funciona el cerebro, necesitamos entender cómo funcionan los elementos básicos, que son las neuronas. Y la actividad de las neuronas se da en forma de pequeñas descargas eléctricas. Así que necesitamos grabar esas descargas insertando pequeños cables, del tamaño de 10 a 20 micras. El tamaño de un cabello humano es de 50 micras. Funciones cerebrales como la memoria se expresan en forma de patrones de descargas. De la misma manera que la imagen de tu televisor está formada por muchos píxeles.

¿Qué es entonces la memoria, cómo la definiría?

El hipocampo está involucrado en la formación de memoria, en particular la memoria de la experiencia. Al comenzar a estudiar la memoria lo primero que hay que preguntar es qué estoy estudiando, qué voy a medir, qué es la memoria. Comencé a darme cuenta de que esa era la pregunta difícil. Si lo piensas de una forma convencional, puedes imaginar la memoria como un proceso que almacena información y luego la trae de vuelta, como sucede con los computadores. Pero la verdad es que la memoria no funciona así. Si queremos actuar apropiadamente en el futuro no podemos simplemente depender de experiencias pasadas, tenemos que usar las experiencias pasadas para hacer predicciones. Usamos la memoria para guiar el comportamiento inteligente, usamos la experiencia para construir modelos predictivos. En eso pienso cuando pienso en la memoria.

¿Cuál es la relación entre la memoria y los sueños?

En los experimentos que hacemos con roedores, medimos la actividad cerebral de las ratas mientras recorren laberintos. Algo que nos sorprendió cuando estudiábamos estas memorias, estas pequeñas películas, es que se reproducen también durante el sueño. Cuando las ratas dormían volvían a revisar estas memorias. Una pregunta que surgió entonces era si las ratas estaban soñando que corrían por laberintos. Hicimos ese experimento recopilando actividad en la corteza visual. Encontramos que cuando las ratas sueñan con memorias asociadas al laberinto, las zonas visuales reproducen imágenes, sugiriendo fuertemente que cuando las ratas sueñan lo hacen en relación a experiencias pasadas. Mi conclusión es que las ratas sí sueñan. Ahora, la pregunta es cómo entendemos el proceso del sueño y los contenidos de la memoria en esos sueños. Pero una pregunta aún más interesante es cómo influyen los sueños en los animales cuando despiertan. Podemos pensar en la memoria como un producto de los sueños, más que los sueños como un producto de la memoria. Esto nos lleva de vuelta a la noción de que la memoria es un proceso activo de formación, cambios y síntesis. La memoria constantemente está cambiando.

¿Qué tan precisa es la memoria? ¿Qué tanto podemos confiar en su exactitud?

Diría que todos los recuerdos son recuerdos falsos. La función de la memoria no es simplemente almacenar y reproducir. El objetivo es tomar la experiencia y tratar de entenderla, de darle sentido, de explicarla a partir de los modelos que hemos construido. Tomamos nueva información y la evaluamos de acuerdo a viejas experiencias. En este sentido, podrías tener pedazos que son exactos, pero al final el modelo que construimos depende de cómo ponemos juntas esas piezas en formas que sean útiles. Cuando pensamos en este proceso de edición, el cerebro está intentando encontrar algo que funcione para resolver un problema. Y ese problema es el gran problema, es dar sentido al mundo: ¿por qué suceden las cosas? ¿Por qué suceden de la forma que suceden?

En la película ‘Inception’ vimos a un grupo de hombres insertando recuerdos a otros. ¿Es eso posible?

La idea de que alguien puede influir la memoria manipulando el sueño es algo que a primera vista puede parecer ciencia ficción. Si me preguntas si puedo inyectar memorias mientras estás despierto, dirías que eso no es sorprendente, es lo que ocurre constantemente mientras interactuamos. Es lo que hago ahora durante esta entrevista. Inyecto una memoria en tu cerebro al estar aquí hablando. La pregunta es si puedo hacer lo mismo mientras estás dormido. Y la respuesta es sí. Podemos introducir estímulos en el cerebro. Creemos que de la misma manera que las memorias cambian con estímulos externos, pueden cambiar introduciendo estímulos durante el sueño. Creo que la idea de Inception es posible. En recientes experimentos hemos demostrado sus principios básicos.

¿De qué están hechos los recuerdos en las neuronas?

Creemos que las memorias se forman cambiando la forma en que las células se comunican entre ellas. La máquina, el cerebro, funciona enviando señales eléctricas que se vuelven señales químicas y luego de nuevo señales eléctricas. Puedes pensar en cambiar esta máquina cambiando los cables, la estructura y la forma en que se comunican, o haciendo cambios en las células. Todas estas cosas parecen suceder y guiar la formación de memoria. Entender estos principios, estos cambios a todo nivel, es la pregunta fundamental que muchos en este campo estamos intentando resolver. Es el primer paso para entender cómo podríamos controlar y regular la memoria, pero también para resolver problemas de memoria o cognición cuando no funciona bien la máquina.

En la guerra las personas pueden quedar atrapadas en memorias traumáticas. ¿Por qué sucede eso?

Esto va a requerir alguna especulación de mi parte. Mi punto de vista es que la memoria funciona al servicio de este esfuerzo mayor por entender el mundo. Las memorias traumáticas son en esencia como un signo de puntuación. Cuando algo es muy significativo para el organismo, necesita una explicación, entender cómo ocurrió para evitarlo en el futuro. Estos eventos significativos parecen necesitar un procesamiento adicional del cerebro. Puede ser que creamos que es mejor olvidar las memorias traumáticas, pero el cerebro está diciendo que es importante que lo entendamos.

En países como Colombia, algunos artistas usan el arte para ayudar a estas personas. ¿Cree que eso tiene sentido?

Creo que entre el arte y la forma como describí la memoria existen muchos paralelos. El arte en esencia es un esfuerzo por entender, por revelar conexiones internas ocultas. Es la forma en que el artista intenta comunicar una experiencia propia al espectador. En ese sentido, las mentes que batallan contra un recuerdo traumático están tratando de darle sentido al mundo, de entender por qué suceden las cosas. El arte podría ofrecer un efecto terapéutico al proveer algo de esa revelación, ayudando al cerebro a ganar entendimiento, no sólo basándose en la experiencia de un individuo sino de otros individuos. Es lo que hacen la terapia cognitiva y la terapia del comportamiento al ofrecer la perspectiva de otros individuos. El arte logra algo similar, quizás lo puede hacer a un nivel más profundo. Podríamos pensar que es una terapia universal.

¿Cómo entiende el concepto de memoria colectiva?

La memoria colectiva es para mí mentes que trabajan juntas para crear un modelo de por qué suceden las cosas. Las mentes individuales quizás están constreñidas para responder esa pregunta por su limitada experiencia. Pero en un esfuerzo de memoria colectiva se tiene un mayor repositorio de experiencia para extraer revelaciones, intuiciones. La memoria colectiva puede funcionar para resolver el mismo problema, pero armada con más información y experiencia.

Si pudiera insertar un recuerdo en su cerebro, ¿cuál sería?

Creo que la respuesta es que no insertaría recuerdos. Lo que hace valioso a un recuerdo es que es algo conectado con la realidad, con la experiencia. Es gracioso que cuando viajo no me gusta tomar fotografías. Prefiero recordar las cosas en la forma en que las experimenté. En un sentido extraño, para mí una fotografía es algo que está cerca pero no es lo que experimenté. Es como inyectar un recuerdo. Prefiero no capturar el mundo de esta forma sintética. Prefiero dejar mis memorias en manos de mi sesgo selectivo. Volviendo al arte, es algo que puede ser muy subjetivo, no es una representación exacta. Es algo que lleva un mensaje que te conecta con otras personas y un mundo que no puede ser transferido sino que tienes que experimentar y traducir.

pcorrea@elespectador.com

Por Pablo Correa Torres

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