“Votaron todo otra vez: cambiaron hasta el gato”: Germán Navas Talero

El representante, uno de los más veteranos y respetados congresistas del país, habla con su habitual franqueza sobre las polémicas sesiones de esta semana en Cámara y Senado para votar, de un lado, las objeciones presidenciales a la Estatutaria de la JEP y, del otro, el Plan Nacional de Desarrollo. Comenta el intenso lobby que se hizo en el Capitolio y los escandalosos cambios de posición, a última hora, de unos parlamentarios en contra de sus propios partidos para apoyar al Gobierno Duque.

Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador
05 de mayo de 2019 - 02:00 a. m.
"He recibido tantas llamadas con información sobre lo que sucedió allí, que comienza uno a sospechar”, dice Navas Talero.  
/ Diego Cuevas - El Espectador
"He recibido tantas llamadas con información sobre lo que sucedió allí, que comienza uno a sospechar”, dice Navas Talero. / Diego Cuevas - El Espectador

¿Cómo se vivieron en la Cámara de Representantes los debates sobre las objeciones presidenciales a la JEP que fueron tan agitados, confusos y vergonzosos en el Senado?

En realidad en la Cámara no hubo sesiones tan traumáticas, porque el presidente de la Corporación, Alejandro Carlos Chacón, puso orden y nos dio garantíasa todos. Los que siempre consideramos que las objeciones presidenciales a la ley estatutaria de la JEP no tenían futuro porque cuando la Corte Constitucional hizo su examen, el texto de la estatutaria hizo tránsito a cosa juzgada, habíamos contado “cabezas” y sabíamos que teníamos la mayoría. Estuve entre quienes sosteníamos que podríamos incurrir en un delito si desacatábamos las decisiones de la Corte.

¿Cuál delito y por qué lo cometerían?

Podíamos incurrir en fraude a resolución judicial, porque no se trataba de ignorar la inviolabilidad del voto, como algunos argumentaron, sino de una actuación ilegal que se estaba cometiendo con pleno conocimiento: conocíamos que la Corte había declarado exequible la ley y que, aprobada por ella, era intocable. El partido de Gobierno y la Presidencia de la República revivieron, por la puerta de atrás, la discusión de la cosa juzgada. El presidente Duque justificó las objeciones aduciendo inconveniencia, cuando en realidad buscaba modificar la sentencia de la Corte.

Entonces, en su opinión, ¿es cierto que el Congreso invadió terrenos exclusivos de la Corte?

Sí, claro. Rodrigo Uprimny y Yesid Reyes, juristas respetables, lo señalaron claramente. Y el doctor Yesid indicó que, una vez advertidos de las consecuencias que podría tener su intento de modificar la estatutaria, los congresistas no podrían alegar que no sabían que podrían incurrir en ese delito.

¿Cuál es la diferencia entre la inviolabilidad del voto y la actuación que resultaría ilícita en los congresistas?

Como representante a la Cámara gozo de inmunidad y de inviolabilidad por mis votos y opiniones en los debates parlamentarios. Pero, de otro lado, soy responsable penal de mis actuaciones irregulares como ciudadano o político. En el caso de los debates sobre las objeciones presidenciales a la estatutaria, insisto, invadimos una órbita que no era de nuestra competencia, a sabiendas de que lo estábamos haciendo. Ya había un fallo y punto. Las consecuencias podrían verse más adelante.

Hace 10 años, cuando la Corte Suprema procesó y en muchos casos condenó a congresistas en ejercicio por sus relaciones con el paramilitarismo, ¿por qué no contaba la inviolabilidad parlamentaria que se aduce ahora?

Porque esas condenas, las de la parapolítica a las que usted se refiere, se impusieron por sus nexos con grupos paramilitares, no por el sentido de sus votos o de sus opiniones.

Hace 14 años usted participó activamente en el escándalo conocido como la yidispolítica, por alusión a Yidis Medina, representante que sorprendió al país cuando cambió, a última hora, su voto negativo por uno positivo para aprobar la figura de la reelección presidencial. Usted la denunció y ella terminó confesando que le compraron su voto con promesas de cargos oficiales y otras dádivas. ¿En qué se parece el caso Yidis al de ayer, cuando varios senadores se les “voltearon” a sus partidos y terminaron votando a favor de las objeciones o retirándose del recinto sin votar, como lo hizo Teodolindo Avendaño en 2004?

El voto que se da a cambio de recompensas no es un voto libre. Es un voto cautivo y espurio. A Yidis no la condenaron porque le dijo sí a la reelección de Álvaro Uribe, sino por la razón que la indujo a votar como lo hizo, es decir, por el móvil que tuvo. Y, por eso, cuando votó a favor de la reelección presidencial incurrió en el delito de cohecho por recibir.

El cohecho es un delito que cometen dos. ¿Es así o no?

No siempre, porque hay casos en que el cohecho por ofrecer solo es cometido por el que hace esa oferta. Pero si quien la recibe la rechaza, el delito está presente en un lado del hilo.

En el caso de Yidis Medina, ¿hubo cohecho en los dos sujetos?

Sí. Lo cometieron quienes ofrecieron dádivas a cambio del voto por la reelección presidencial, y también quienes vendieron su voto por lo que iban a recibir.

Pero no todos los que ofrecieron fueron investigados o sancionados...

En un principio estaba coja la mesa de nuestra investigación. O sea, nos faltaba conocer una pata: la identidad de los que ofrecieron, porque estaban siendo investigados quienes recibieron, pero no los funcionarios que hicieron las ofertas. Poco a poco se fueron revelando esos nombres, aunque creo que faltaron varios. Tuve que denunciar al procurador general de la época, Alejandro Ordóñez, porque sancionó a Yidis Medina y a Teodolindo Avendaño, pero no hacía nada respecto de los que les hicieron las ofertas a esos dos congresistas. Le menciono algunos: los ministros Sabas Pretelt y Diego Palacio; el secretario general de Presidencia, Alberto Velásquez, etc. Tiempo después Ordóñez rectificó. Y, más tarde, la justicia penal se encargó del resto.

Faltó el principal beneficiario del cambio de votos de la yidispolítica. ¿El presidente reelegido nunca supo nada de lo que planearon sus ministros y aliados?

Supongo que tenía que saberlo. Basta leer el libro de Yidis en donde están descritas las intimidades que no aparecen en los procesos penales.

Volvamos al presente: la discusión sobre las objeciones a la estatutaria de la JEP, en Cámara, fue relativamente normal. Pero en el Senado apareció el filibusterismo entre varios congresistas, empezando por quien presidía la plenaria. Y otros les dieron la espalda, a última hora, a las órdenes de sus partidos y actuaron en apoyo al Gobierno. ¿Este capítulo se le parece al método Yidis del gobierno Uribe?

Por solicitud de algunos senadores escribí en Whatsapp las coincidencias entre la desaparición de Teodolindo Avendaño, en el momento de votar la reelección presidencial, y la de varios de los congresistas de esta semana, en el Senado, cuando iban a votar las objeciones. En aquella época todos buscaban a Teodolindo para preguntarle por qué se había ido en momento tan crucial. Él contestó que un hijo se había accidentado. Después se supo que el accidente sí había ocurrido, pero un mes antes. Algo parecido debió sucederles a los senadores el pasado jueves.

En 2004 se supo que el gobierno Uribe le pagó su ausencia a Teodolindo con una notaría en Bogotá. ¿Ese caso se parece al que ocurrió esta semana en el Senado?

Para mí, sí. Hace 14 años el gobierno necesitaba un voto más para la reelección, que era el de Yidis, y una ausencia para disminuir la diferencia de votos, que era la de Teodolindo. Este sostenía que estaba firme con nosotros, los opositores, a aprobar la figura de la reelección presidencial hasta última hora. Pero se fue en el momento más crítico. La desaparición, esta semana, de los senadores que supuestamente iban a votar No a las objeciones puso a trastabillar el proceso. Ellos tendrán que justificar su conducta ante la opinión pública. He recibido tantas llamadas con información sobre lo que sucedió allí, que comienza uno a sospechar.

Entre los que se ausentaron, el caso más comentado públicamente es el de la senadora Maritza Martínez, de la U. Ya se menciona, al menos, el nombramiento del gerente y financiador de su campaña en el consejo directivo de Cormacarena como delegado del presidente Duque. ¿Martínez es la Teodolindo de 2019?

Habría que sumar indicios para sacar conclusiones. En principio, por el nombramiento que usted menciona, si es cierto, lo hace pensar a uno “grueso”.

Se dijo en la prensa que usted estaría pensando denunciar a Martínez tal como lo hizo con Yidis y Teodolindo. ¿Es cierto?

A mí se me preguntó por la yidispolítica y encontré varias coincidencias, como le conté, pero no he denunciado a nadie. Les dije a quienes me consultaron que si sumaban indicios y se encontraba la probabilidad de que se hubiera cometido algún delito denunciaran, como lo hice en aquel momento.

Para usted, ¿es legal votar una vez y si a un grupo no le gusta el resultado votar una segunda vez?

Puede que no sea justo, pero la ley permite la reapertura a petición de uno o varios miembros de la corporación. Pero no creo que haya habido suficiente argumentación que justificara la reapertura de la votación ni el cambio en el número de votos a favor y en contra. Si en un momento voto sí, ¿por qué 10 minutos después voy a votar no, sin que me hubieran expuesto argumentos que justificaran mi cambio? Para mí es un escándalo que no se puede explicar.

¿Presenció muchos lobistas en la plenaria en que se votaba el Plan?

Había tantos asesores y lobistas en la plenaria que, en reiteradas oportunidades, el presidente de la Cámara tuvo que pedirle a la Policía que despejara el recinto y dejara solo a los ministros. Su orden se cumplía durante cinco minutos. Después volvían todos a cuchichear con algunos parlamentarios. Cuando yo miraba, desde mi curul, que queda en la parte trasera del salón, recordaba lo que se veía en la oscuridad del matiné, en mi juventud: dos cabecitas unidas en una sola. La cosa fue tan obvia, que mire lo que me pasó: tuve que ausentarme por 40 minutos mientras iba a la universidad, que queda a pocas cuadras del Capitolio. Cuando regresé no solo se había ordenado la reapertura, sino que estaban votando todo otra vez. Cambiaron hasta el gato.

¿Quiénes manipularon las plenarias e hicieron “lobby” para sonsacar votos de los congresistas de los partidos independientes y de la oposición?

Los que hicieron el lobby más fuerte fueron los funcionarios del gobierno Duque: ministros, secretarios, asesores, etc., con el evidente apoyo del jefe de su partido y su bancada.

En definitiva, ¿quedó descubierto el gobierno en cuanto a la ruptura de sus promesas de eliminar el chantaje de puestos por votos?

Nunca he creído en ese tipo de promesas, porque mientras el Congreso sea eunuco, tendrá que arrodillárseles al ministro de Hacienda y a la Casa de Nariño.

¿A qué se refiere con ser eunuco?

A que no le puede cumplir a su señora, que para este efecto sería el elector, porque si yo les prometo a los míos que conseguiré la construcción de un puente, no puedo cumplirles si el ministro de Hacienda no me da plata. Así me quieran colgar de la horca, he sostenido que el Congreso debe tener la facultad de ordenar el gasto en una pequeña porción, hasta el 20 %, en público y previo concierto político. Como usted sabe, el Presupuesto General de la Nación es elaborado en el despacho del ministro y los congresistas no pueden cambiarle ni una coma.

Pero su propuesta, ¿no significa revivir los nefastos auxilios parlamentarios?

No señora. En los auxilios parlamentarios los congresistas disponían libremente del dinero público y hacían con este lo que querían. En mi propuesta, las asignaciones para desarrollo regional deben hacerse en forma pública y en debates abiertos, previo concierto de las bancadas. Es diferente. Hoy el éxito del congresista depende de la limosna que le dé el ministro.

Usted fue uno de los que propusieron moción de censura contra Carrasquilla. ¿No era posible que prosperara, entonces?

Cuando se iba a votar la moción de censura les pedí a algunos colegas que me acompañaran votando contra Carrasquilla. La respuesta que me dieron fue: “Navitas, no te podemos acompañar porque estamos pendientes de una ayudita del ministro”.

“Habrá que averiguar qué pasó”

Después de que la Cámara evacuó el tema de las objeciones presidenciales, dio inicio a la discusión del Plan Nacional de Desarrollo ¿Es cierto que en este trámite también fue notorio el lobby de altos funcionarios de Gobierno en los pasillos del Capitolio para que se aprobara rápido el Plan, mientras los senadores eran abordados por la bancada uribista para que cambiaran sus votos negativos por positivos para aprobar las objeciones?

En el caso de la Cámara y el debate sobre el Plan Nacional de Desarrollo, hubo decisiones mayoritarias a favor de las materias que defendía la oposición. Por ejemplo sobre la flexibilización laboral, que fue hundida; la reforma pensional, que también se hundió y otros temas contemplados allí, que se cayeron.  Pues bien, por presión del gobierno Duque y de su partido, el Centro Democrático, se reabrió  la votación, tal como intentaron hacerlo en el Senado, con las objeciones a la Estatutaria de la JEP, después de la primera votación que las rechazaba.  En la Cámara,  en esta segunda votación que se realizó, terminaron ganando las pretensiones del gobierno. Cualquiera puede pedir copia del acta y  verá la fotografía de lo que sucedió ¿Por qué cambiaron para aprobar el PND, los votos de unos representantes que antes habían votado No? Habrá que averiguarlo.

Navas, el denunciante de la yidispolítica

Germán Navas Talero,del Polo Democrático, lleva dos décadas en el Congreso y es conocido por su franqueza y firmes posiciones. Contrario a lo que ocurre con la mayoría de parlamentarios que inicia su carrera en la Cámara y al siguiente periodo intenta pasar al Senado, el representante Navas nunca ha aceptado cambiar de curul. Es abogado de la Universidad Gran Colombia, especializado en derecho penal. Empezó a ejercer su profesión como escribiente en un juzgado pero desde sus épocas estudiantiles, mostró su afición por el periodismo cuando montó un programa de radio que fue muy popular entre los estudiantes díscolos de esos años. Fueron sus compañeros de aventuras reporteriles,  profesionales reconocidos en sus áreas como el “Chato” Latorre, Eduardo Umaña y Felipe González Toledo, entre otros. Entró al servicio público como funcionario de Mario Aramburo Restrepo, tal vez el Procurador General de la Nación que mayor admiración ha despertado en el país.  Aunque es alérgico a publicitar sus logros y no soporta lo que le parece “un exceso de exposición mediática y fotográfica” de sus colegas jóvenes, los medios lo llaman con frecuencia por sus análisis políticos certeros. El escándalo de la yidispolítica fue descubierto, precisamente, por su capacidad de observación.

Por Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador

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