Wilson Morelo, del boxeo al fútbol

El futbolista de Independiente Santa Fe comenzó en el deporte practicando boxeo, por herencia de su hermano. El delantero sueña con un nuevo título con el equipo cardenal en diciembre, tras ganar la Liga de 2014 y la Sudamericana de 2015.

Luis Guillermo Montenegro - lmontenegro@elespectador.com - @luisguimonte
10 de diciembre de 2017 - 03:04 p. m.
Wilson Morelo, delantero de Independiente Santa Fe.  / El Espectador
Wilson Morelo, delantero de Independiente Santa Fe. / El Espectador

“Recuerda, debes apretar fuerte la mandíbula para aguantar los golpes, ser rápido a la hora de atacar y ágil a la hora de defender. Es muy importante que muevas bastante la cintura para esquivar correctamente los garrotazos de tus rivales. Sé fuerte y no te rindas. ¡Ah!, y se me olvidaba, debes prepararte muy bien físicamente”. Esas fueron las recomendaciones que le dio William Morelo, el a su hermano Wilson, un día que iban a iniciar una sesión de entrenamiento de boxeo en un gimnasio de Montería. Wilson era apenas un niño, pero soñaba con ser como su hermano, un boxeador profesional que era el orgullo de la familia y quien creció siendo el mayor referente suyo.

Cada día, luego de salir del colegio, el hoy delantero de Independiente Santa Fe corría a estar con su hermano, quien muy disciplinado se preocupaba por mantenerse bien físicamente para las próximas peleas que fuera a disputar. Muchas veces el pequeño Morelo no se ponía guantes ni entrenaba, simplemente se deleitaba viendo cómo William le daba puñetazos a un saco de arena. Claro que el boxeo también es sufrimiento, dolor y mucho sacrificio. Por más de que se tenga pasión y compromiso, en una pelea, si algo se hace mal, se puede terminar noqueado, en la lona en tan solo segundos. Tal vez fue por eso que cuando Wilson tenía 12 años, su padre le preguntó si quería seguir los pasos de su hermano o hacer su propio camino en el fútbol. Eligió lo segundo.

Ingresó a una escuela de fútbol en Montería. Cambió los pesados guantes por los guayos, pero las recomendaciones básicas que le daba William sobre un ring las llevó al campo de fútbol. Se preocupaba por ser rápido a la hora de atacar y muy ágil para recuperar el balón. La berraquera y el aguante también lo llevaron a destacarse rápidamente a nivel aficionado y por eso cuando apenas tenía 16 años pasó al Bajo Cauca, un equipo de la B en el que compartió camerino con íconos del fútbol nacional como René Higuita, John Jairo La Turbina Tréllez y Carlos Castro. Marcó cerca de 19 goles en la B y eso le permitió pasar al Envigado en 2006.

Sin muchas opciones en el equipo antioqueño, viajó a Bogotá para probarse con Millonarios. Dorlan Pabón también lo acompañó en esa expedición, pero sólo él logró quedarse en el cuadro azul. Juan Carlos Osorio, quien en ese momento era el técnico, lo vio en un partido y le dijo que quería contar con él para el primer equipo, así que le hicieron contrato y se volvió jugador de Millonarios. Claro que no contó con suerte, porque a los pocos meses, casi sin jugar, Osorio salió del banquillo y Luis Augusto Chiqui García, por sus problemas personales con Osorio, decidió no contar con él.

Luego pasó al América de Cali, en donde lograría su primer y único título en el fútbol profesional. Claro que en esos años vivió el peor momento de su vida. William, su hermano, conocido en el mundo del boxeo como “El Martillo”, fue asesinado por los paramilitares en Montería. Era el lunes 27 de julio de 2009 cuando llegó, como de costumbre en moto, a entrenar al coliseo Miguel Happy Lora. Cuando se disponía a ingresar al escenario deportivo, un grupo de sicarios le dispararon. Según Wilson, todo fue porque lo confundieron con un integrante de bandas criminales. “Éramos uña y mugre. Hablábamos seguido y siempre recuerdo que era él quien me motivaba a darlo todo en la cancha”, asegura el goleador.

El apoyo de su esposa fue fundamental para sobrepasar ese momento. Justamente ella y sus hijos son, junto a Dios, lo más preciado para él. María Isabel Zapata, Salomé y Santiago lo acompañan en su camino por consagrarse como uno de los delanteros más temidos del fútbol colombiano. Así aprendió a sobreponerse a los problemas, a las lesiones, a cruzar los desiertos más largos, en los que la sequía parece terminar con todo.

Este semestre, tras fracasar deportivamente en México y Chile, regresó a Santa Fe. El equipo cardenal necesitaba un delantero y Wilson acá encontró la confianza para volver a sentirse importante. Ha marcado seis goles en once partidos disputados, uno de ellos el que significó el triunfo 1-0 del equipo cardenal en Ibagué 1-0 sobre el Tolima y le dio la ventaja al cuadro bogotano para ganar la serie y avanzar a la final de la Liga Águila. El delantero de 30 años espera levantar un nuevo trofeo con Santa Fe, tras estar presente en los logros de la liga de 2014, Sudamericana de 2015 y Superliga de 2015.

 

Por Luis Guillermo Montenegro - lmontenegro@elespectador.com - @luisguimonte

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