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El exalcalde de Barranquilla habló con RookiesF1 sobre el fallido proyecto de traer la F1 a Colombia. En este diálogo contó, por primera vez, detalles de cómo sería el circuito, dónde iba a estar ubicado, las adecuaciones que planeaban hacer y las razones que hicieron que la iniciativa se cayera.
¿Cuándo y cómo surgió el proyecto de traer la F1 a Colombia?
El proyecto nace en 2021 cuando estaba en Madrid organizando la traída del Congreso Mundial de Juristas, un evento que no tenía nada que ver con la Fórmula 1. En esa ocasión, vino el rey de España y hablamos de temas relacionados con la democracia. Fue en ese contexto cuando recibí una llamada de Luis Fernando Arboleda, quien me dijo: “Jaime, hay un español, Luis García, mánager de Fernando Alonso, que está buscando nuevas ubicaciones para carreras de Fórmula 1 en mercados emergentes. Están considerando lugares como Panamá o Cancún. También visitaron Cartagena, pero salieron convencidos de que, aunque la ciudad es hermosa, no tenía la preparación administrativa necesaria. ¿Te gustaría reunirte con él?”.
¿Y en este momento qué pensó?
Debo confesar que en ese momento pensé: “¿para qué voy a perder el tiempo? Fórmula 1 en Colombia, no lo creo”. Sin embargo, acepté la reunión. Recuerdo que ese día tenía una migraña horrible, pero bajé al restaurante del hotel y lo conocí. A partir de ahí, no solo hicimos una gran amistad sino que logramos entendernos rápidamente y concretar muchas ideas. Decidimos darnos la mano y tratar de hacer que el proyecto funcionara.
Curiosamente, Luis me confesó más tarde que él tampoco estaba convencido de venir. Me dijo: “¿Barranquilla? ¿Dónde queda eso? Si en Cartagena no vi potencial, aquí tampoco lo voy a encontrar.” Pero cambió de opinión cuando entendió que Barranquilla tiene un gran potencial, aunque en ese momento faltaba el empuje necesario para llevarlo adelante. Así nació la idea: con esa llamada, esa reunión y un equipo que empezamos a organizar rápidamente.
Organizamos videoconferencias, nos invitaron a México y ahí logramos un “sí” más rápido de lo que esperábamos. El equipo de la Fórmula 1 quedó maravillado. Fue entonces cuando decidimos armar el equipo local. Contacté a todos y les dije: “Pongámonos a trabajar”.
Al principio, mi mayor preocupación era el costo. Como todos, creía que esto costaba millones de dólares, algo impagable. Pero me explicaron cómo funciona: hay un operador que recibe ingresos de la boletería, alimentos, patrocinios y otros conceptos. Una parte de eso se destina a la Fórmula 1, otra cubre costos y logística, y la última beneficia a los patrocinadores, que generalmente son las ciudades o empresas que garantizan el proyecto. Al entender esto, pensé: “Tiene sentido, vamos a estudiarlo.”
En menos de un mes desde esa reunión inicial, ya habíamos enviado a la Fórmula 1 y a Luis García tres prediseños de posibles locaciones. Fue en ese momento cuando la Fórmula 1 empezó a considerar seriamente a Colombia como una opción viable.
Antes de que ustedes se reunieron con la Fórmula 1 para presentarles el proyecto y decirles: “Esto es lo que tenemos en papel,” ¿quiénes más estuvieron involucrados en ese proceso? Mencionó que Juan Pablo Montoya estuvo ahí en el proceso también. ¿Quiénes los ayudaron o asesoraron para definir si el proyecto tenía potencial?
Inicialmente mi equipo, compuesto por los diseñadores de varios de los grandes proyectos de Barranquilla en los últimos años, comenzó a trabajar en los bosquejos. Posteriormente, Luis nos puso en contacto directamente con la Fórmula 1 y empezamos a trabajar con su equipo.
Durante esas conversaciones, ellos nos daban su retroalimentación: “Esto nos gusta, esto no” y así fuimos ajustando el diseño. Por ejemplo, propusimos un circuito con una buena recta, pero también con muchas curvas, que fuera atractivo y que incluyera un componente semiurbano. También planteamos construir una gran estructura de gradas en un área con varias curvas, donde se pudiera realizar la premiación.
¿En qué momento la F1 se tomó en serio a Colombia?
Luis, que era el organizador del tema, era quien les daba el parte de tranquilidad. En menos de un mes tuvimos tres prediseños de locaciones, también un esquema básico del proyecto, de cómo podíamos pagarlo porque dijimos: si vamos a hacer una pista de Fórmula 1, un circuito semiurbano, del mismo desarrollo urbano sale la plata para construir la pista. Entonces la Fórmula 1 nos creyó, nos invitaron a México y allá tuvimos reuniones con la directora de carreras, que entre otras cosas tiene una afinidad familiar porque su abuela era de Colombia, una inglesa pero no ajena. Luego nos reunimos con Domenicali y con Felipe Massa, quien nos hizo el tour de la carrera. Ahí pensamos cómo podríamos hacerlo en el país a bajo costo.
Juan Pablo Montoya estuvo en Barranquilla con la Fórmula 1 mirando el proyecto. Lo mantuvimos muy en secreto, no se podía decir nada. Se filtró porque el presidente Duque se emocionó y lo soltó un día, pero nos metió en un problema.
Cuando inicialmente el expresidente Duque puso sobre la mesa el proyecto pocos creímos. ¿Cuál es la historia detrás de esa declaración?
Cuando estuve en México, lo primero que la F1 me dijo fue: “Si bien no necesitamos una gran inversión del gobierno, sí necesitamos que esté alineado con el proyecto. Es decir, que demuestre interés, apoyo y compromiso.”
Entonces, le escribí al presidente Duque para plantearle la oportunidad y le dije que esto permitirá que 150 millones de personas vean a Colombia desde otra perspectiva, no por el narcotráfico ni la violencia, sino porque aquí vino Lewis Hamilton. Es un cambio de narrativa total. Además, no necesitamos invertir grandes sumas. Se gasta más asistiendo a ferias internacionales como Fitur o manteniendo oficinas de ProColombia en todo el mundo, esto cuesta menos y tiene un impacto mucho mayor.
También le aclaré que no se trataba necesariamente de una inversión directa, sino de ofrecer una garantía moderada para la Fórmula 1. Y es que pintaba muy bien. Por ejemplo, si todo saliera mal, si no se vendiera una sola boleta durante los 10 años de carreras, el costo total de las garantías sería menor al de organizar unos Juegos Panamericanos.
Finalmente, le expliqué que esto representaba una excelente inversión para el país, ya que no implicaba un esfuerzo financiero significativo. Solo necesitábamos ser imaginativos, redirigir recursos que ya estábamos destinando a otras actividades y utilizarlos en la Fórmula 1. Esto generaría un impacto mucho mayor en términos de desarrollo económico y proyección internacional.
Cuando le pedí su opinión, me respondió: “Jaime, si esto es como tú lo describes, cuenta conmigo.”
Esto era algo que se salía completamente de lo que habíamos hecho antes. Para darte una idea, este evento en tres días facturaba más del doble de lo que una feria genera en todo un año. Es decir, tres días de carrera generaban más ingresos que todo un año de operación de Corferias, duplicando su rendimiento.
¿Qué le llamó la atención a la F1 de la ciudad?
Cuando vieron el río Magdalena y vieron un barrio que se llama Barlovento - que es un barrio de estrato tres, tiene algunas calles que no se ven bonitas - a ellos les gustó porque dijeron: “Esto no es Mónaco, qué bonito hacer una carrera en un sitio tan distinto en donde vamos a ver los contrastes de, por ejemplo, el edificio de la Aduana, majestuoso, republicano y al lado de un barrio que todavía está saliendo adelante”. La pista iba a pasar por la mitad del barrio, en un puente.
Para ellos, la mejor atracción de la Fórmula 1 del Caribe iba a ser la canoa que se pone en el río a venderte el agua de coco fresca. Para ellos eso era maravilloso. En cambio nosotros nos queremos estilizar y parecer a lo que vemos allá y al contrario, para ello esto era lo chévere.
Hablemos de plata. ¿Quién iba a poner el capital al inicio del proyecto? La F1 pide un fee para poder entrar…
Pedían 50 millones de dólares anuales. Pero eso depende de cada GP y de los ingresos que se esperan. Barranquilla iba a facturar menos que Miami.
O sea Colombia tenía que poner esa plata…
No necesariamente los ponía Colombia. Los ponemos con boletería y venta de patrocinios y alimentos. Si todo saliera mal, si no se vendiera una sola boleta, nosotros garantizamos hasta 50 millones de dólares. Pero si el GP salía bien, no se ponía nada. Lo que sí pensábamos es que en los primeros años tendríamos que poner 10, 12, 15 millones de dólares al año. Pero los Panamericanos costaban 500 millones de dólares y eran solo una vez. Ocesa iba a ser nuestro socio para eso. Habíamos firmado un preacuerdo.
¿Y cómo iba a ser la pista?
La pista la íbamos a hacer en una isla que se llama la isla de La Loma, en donde el desarrollo inmobiliario de esas 90 hectáreas pagaba la pista porque alrededor de eso hay lotes para urbanizar. Eso se iba a convertir en uno de los barrios más cotizados de Colombia.
¿Qué ocurrió en la visita de Stefano Domenicali (CEO de Fórmula 1) a Barranquilla?
Yo lo había conocido en México y es una persona que podría estar aquí sentado contigo. Habla perfecto español, es un bacán, un italiano sabrosón, muy agradable y muy aterrizado. La verdad es que es una gran persona. Fuimos a comer esa noche. Tuvimos dos visitas de la Fórmula 1 a Barranquilla con el equipo técnico. Luego, en una coincidió con Juan Pablo, quien estuvo mirando lo que pasaba y estaba feliz.
Después, cuando ya habíamos negociado todos los temas contractuales y cuando el contrato estaba listo y la pista ya estaba escogida, a él le dijeron que era el momento de ir a ver todo y dar su visto bueno. O sea, él vino después de las dos visitas que hizo el equipo técnico y cuando todo ya estaba listo.
Antes de esa reunión, le dije al presidente Duque: “Presidente, esto ya está negociado con los abogados internacionales, tenemos un precontrato listo”. Teníamos un grupo de empresarios mexicanos que también quería invertir en el proyecto y grandes empresas colombianas que ya nos habían dicho que querían participar. El presidente Duque, Stefano Domenicali y yo hicimos una videollamada antes de la visita. Durante esa llamada, el presidente le dijo a Stefano: “Estamos felices de que esto se pueda dar, siempre y cuando sea dentro de los parámetros donde Colombia gane, sin tener que hacer un esfuerzo sobrenatural y entendiendo que esta es la plata de la gente”. Fue muy enfático en decir que estos son los impuestos de los colombianos.
Aparte del apoyo que había a nivel gobierno, ¿también hubo un apoyo a nivel privado?
Sí. Hablé con los presidentes y dueños de las grandes empresas colombianas. Muchos de ellos recordarán que los llamé personalmente. Les dije: “Tenemos la oportunidad de cambiarle la cara a Colombia. Tú te gastas millones de dólares en publicidad, en hacer que se reconozca tu marca”.
¿Y qué empresas estaban muy montadas?
Yo no quisiera decirlo, pero te voy a dar un ejemplo. A quien visité y había querido hacerlo desde antes fue la familia Ardila Lule. Ellos tenían una afinidad y unas ganas de sacar este proyecto adelante, y dijeron: “Cuenta con nosotros”. También hablé con Bancolombia, y me dijeron que sí. Hablé con muchos otros, pero lo más chévere era ver cómo el empresariado, el Gobierno Nacional, el gobierno local y los empresarios locales estaban todos diciendo: “Vamos para adelante, hay que soñar”.
Bueno, y si había tanto apoyo, ¿por qué finalmente el sueño de tener la Fórmula 1 en Colombia se cae?¿Qué pasó?
Cuando hubo el cambio de gobierno, tratamos de comunicarnos de diversas maneras con el gobierno electo, es decir, con el presidente Petro y su equipo, aunque aún no estaban oficialmente en el cargo, para contarles lo que estaba pasando. Nos contactamos con varios de ellos y les dijimos rápidamente que necesitábamos una carta de apoyo.
Esta carta no decía nada concreto, solo que “nos encanta la idea y vamos a apoyar en lo que podamos a la Fórmula 1″. No se les pedía que pusieran dinero; habíamos modificado el plan para que la garantía la cubriéramos entre el sector privado y el sector local. Movimos cielo y tierra porque sabíamos que había cierta animadversión frente a este tipo de proyectos por parte del gobierno. Aunque nos parecía increíble, ya que estaban hablando de que el turismo era el motor del país. Pensábamos: esto nos traerá, al menos, 50.000 turistas internacionales en un fin de semana. Estos turistas gastan, en promedio, tres veces lo que gasta un turista común en Colombia. Es decir, una familia que visita Cartagena gasta unos 200 dólares al día, mientras que una persona que asiste a la Fórmula 1 gasta entre 500 y 600 dólares al día, lo que representa un gasto real. Era parte de un modelo para generar turismo y mejorar la calidad de vida, pero nunca obtuvimos una respuesta positiva.
La carta se envió a Presidencia, al Ministerio de Comercio y al Ministerio del Deporte, pero nunca recibió eco. Esa es la carta a la que se refiere Juan Pablo cuando dice que faltó una firma, porque se necesitaba esa firma de respaldo, diciendo “estamos listos”. El contrato lo firmaba Barranquilla con la Fórmula 1 y los promotores. Luego, algo más ocurrió. Ya en su cargo, el Presidente dio una entrevista y dijo que primero había que resolver el hambre antes de hacer la Fórmula 1. Creo que lo dijo sin comprender bien que aquí no había un gran gasto de recursos para organizar el evento.
Lo que quiero decir es que, después de esas declaraciones, la Fórmula 1 comenzó a percibir que no había el ambiente adecuado y empezaron a dejarnos de lado, diciéndonos: “Jaime, no vemos el ambiente, no vemos al país unido, y no queremos involucrarnos en algo que podría ser fallido”. A partir de ahí, las cosas se volvieron difíciles. Dejamos de escuchar y no tuvimos más interlocución. Ese sueño, creo yo, quedó ahí, pero como hemos hablado con Luis, con la Fórmula 1 y con todos los que trabajamos en el proyecto, para mí ese sueño no está muerto; está pospuesto. En el momento en que nuestros dirigentes decidan retomarlo, ya sea en este gobierno o si me toca convencer al próximo, lo haremos, porque esta es una de las mejores inversiones que puede hacer el país.
¿La comunicación que querían tener con el gobierno era simplemente para decirles: “Mira, esta es la carta” o también estaban enterados de todo el estudio que se había hecho?
Nosotros enviamos mucha de la información que teníamos al gobierno de Petro, pero creo que hubo un cortocircuito. Como se dieron esas declaraciones iniciales, quizás había temor de decir “sí” o de abordar al Presidente en su momento. Entre todos los problemas que tenía, no tuvo la tranquilidad de sentarse y ver la gran oportunidad que representaba esto. Creo que si lo hubiera considerado con mesura, habría cambiado de opinión.
Sin embargo, la información sí se le envió y se le transmitió. Varios de nosotros, el sector privado, los promotores, todo el mundo, tratamos de llegar y explicar el proyecto, pero nos encontramos con una animadversión ideológica hacia algo muy pragmático. Si hoy lo vieran sin ese filtro, se darían cuenta de que va en línea con todos los proyectos que se deben llevar a cabo, entre otras cosas porque lo que estábamos proponiendo para Barranquilla era que fuera el primer Gran Premio sostenible y carbono neutral de la Fórmula 1.
¿Por qué no pensaron en blindar el contrato antes del cambio de Gobierno?
Bueno, te doy dos razones. La primera es que puedes firmar lo que quieras, pero si no hay voluntad, no pasa nada. Nosotros firmamos los Juegos Panamericanos y el gobierno no cumplió, no por falta de voluntad sino por ineptitud en esa cartera en ese momento, y se perdió.
La segunda razón es que esto se dio muy rápido. Cuando estábamos listos para firmar el contrato, justo cuando nos dimos la mano con Domenicali, el presidente Petro fue elegido a las dos semanas o al mes. Y, obviamente, la Fórmula 1 dijo: “Oye, ya me sentaste con el Presidente, pero ahora quiero sentarme con quien va a construir el circuito”.
Ese momento de cambio de gobierno fue muy difícil… Además lo difícil, que es no poder decirlo bien, porque tampoco queríamos salir a enrarecer el ambiente, a poner el dedo en la llaga.
¿Y han retomado algún contacto? ¿Siguen hablando con la gente de la Fórmula 1 o esos contactos ya están completamente cerrados?
Con los promotores y otros involucrados lo que hemos hablado es que hay que volver a hacer que el momento sea propicio y volver a tocar la puerta. La puerta, como te digo, no está cerrada, pero no está abierta esperando, no están ahí esperando que peguemos la llamada, pero dejamos una muy buena impresión, Colombia dejó buena impresión.
No era tan imposible entonces tener un GP acá en el país…
Cuesta menos que un Mundial, que unos Panamericanos, que unos Olímpicos. Es un evento que, aunque parece grande, es un negocio con retorno, donde los riesgos para el país están muy bien medidos. Hace sentido. Lo ves cuando se transmite en vivo y luego tienes miles de millones de personas viéndolo. Tiene toda la lógica del mundo. Además, por ejemplo, Azerbaiyán se embarcó en un proceso de internacionalización, arrancando con la Fórmula 1 y otros proyectos. Hicieron un estudio socioeconómico con Pricewaterhousecoopers que mostró cuánto les retornaría por cada peso invertido, cuántos empleos generaría. Nosotros estábamos contratando a Price también para hacer lo mismo. Al final mira: Bakú este año, mientras nosotros estábamos con la COP de la biodiversidad, ellos tienen la COP del cambio climático, que es un evento mucho más grande, con muchísimas más personas, discutiendo temas que realmente pueden afectar al mundo a corto plazo. Y todo ese proceso de internacionalización arranca con la Fórmula 1. Si la gente no sabe dónde queda Colombia, imagínate.
Somos un país de ingreso medio, pero estamos en una posición mejor que muchos otros en el mundo, lo que pasa es que no siempre nos damos cuenta. Si Tailandia, Malasia, Bakú, México y Brasil pueden hacerlo, ¿por qué no nosotros?
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