En su artículo “Profesores titulares, un problema con solución”, publicado el domingo 9 de febrero, Pablo Correa retoma otro artículo sobre el mismo tema publicado el miércoles 5 de febrero en el New York Times de Adam Grant (“A Solution for Bad Teaching”). La conclusión de los dos artículos es que no existe una relación positiva entre buena investigación y buena docencia, y, por lo tanto, no se debería exigir a los profesores universitarios hacer las dos cosas y menos hacerlas bien. Por el contrario, podría ser recomendable, concluye Correa, que las universidades entiendan que “sencillamente los maestros enseñan y los investigadores investigan.”Pero al mirar las fuentes en las que se basan los periodistas, resulta que la conclusión no es tan sencilla. Los estudios de Hattie y Marsh no proponen que se debería separar la investigación de la docencia porque un buen investigador no es un buen docente o porque un buen docente no es un buen investigador. Lo que muestran sus estudios es que existen académicos que son buenos docentes Y buenos investigadores, pero sobre todo que “(e)l asunto fundamental es lo que deseamos que sea esta relación” para luego diseñar políticas para ponerla en práctica (Hattie y Marsh 2004: 1, traducción propia).
En resumen, Hattie y Marsh no dicen que se deba separar la investigación de la docencia. Lo que dicen es que debemos hacernos la pregunta sobre cuál debería ser esta relación. Y ésta es una pregunta que no se resuelve con modelos ni con más evidencia empírica. Es una decisión política: ¿cuál es el modelo de Universidad que queremos? Dependiendo de la respuesta se deberá construir un sistema de incentivos y políticas institucionales para ponerla en práctica.
Jimena Hurtado Prieto. Bogotá.