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Fernando Quijano: “Las bandas de Medellín están en clave de paz total”

El analista Luis Fernando Quijano, experto en criminalidad urbana, quien está al tanto de los acercamientos del Gobierno con los grupos criminales de la capital antioqueña, reveló detalles de ese proceso.

Camilo Alzate González
26 de enero de 2023 - 02:00 a. m.

Luis Fernando Quijano es un viejo conocedor del mundo criminal en Medellín y el Valle del Aburrá. Conocedor del proceso de desmovilización de las Milicias Populares en los años noventa y luego gestor de paz y analista del conflicto urbano, ajusta décadas siguiéndole la pista a las movidas del poder bajo la sombra en la capital antioqueña, lo que le ha costado múltiples amenazas y riesgos para su vida.

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Por estos días Quijano anda más atareado que nunca pues ha estado enterado de los acercamientos con las bandas delincuenciales que desde hace tres décadas controlan el territorio de buena parte de la capital antioqueña y sus zonas aledañas. Nuestra charla, programada para las 9 de la mañana del 24 de enero, tiene que aplazarse varias horas después que la Oficina del Alto Comisionado publicara un comunicado ese mismo día anunciando los acercamientos con las bandas.

El alto comisionado para la Paz reconoció que hay acercamientos con 12 estructuras armadas. Hay muchas especulaciones. ¿Cómo está aterrizando la paz total en Medellín?

Se sabía que había acercamientos desde hace meses con los grupos armados del Valle de Aburrá, pero no había que decirlo públicamente. Yo me atrevo a decir que la mayoría están dentro de [la estructura armada] la Oficina, del Valle de Aburrá, que algunos llaman Oficina de Envigado. Además hay estructuras poderosas del crimen urbano independientes que no están en la Oficina, pero que están en clave de paz total. Fueron cuatro meses de rumores, noticias no tan ciertas, imprecisiones y mentiras. Lo que ha hecho el comisionado es decirle al país y a la ciudad que lo cierto es lo que está pasando: hay acercamientos para generar confianza, no existen aún las negociaciones. El comisionado ha ido generando confianza con ellos y viceversa, luego habrá una discusión sociojurídica; pero no es cierto que vayan a liberar gente o que vayan a parar extradiciones. Hay unos gestos de paz importantes: no torturas, no desapariciones, no homicidios. Cuando nos preguntaron qué significaba que hubieran pasado ocho días consecutivos sin homicidios lo dijimos, eso es la paz total, después de que la Policía dijera que era su estrategia de seguridad; lo que no era cierto. Los protagonistas hoy son Danilo Rueda y esos grupos que están dialogando. Es un llamado a quienes trabajan en medios: uno no puede estar sacando cosas cuando no se conoce nada oficial.

El comisionado habla de 12 estructuras armadas, pero en Medellín se dice que son hasta 300 bandas agrupadas en dos líneas de la Oficina, los Triana, las Agc y otras no identificadas. ¿Cuáles están y cuáles no en ese proceso?

Una investigación de la Universidad de California y EAFIT precisó que son 350 bandas en Medellín. La Policía dice que son 120 o 150; le bajan a la mitad, dizque para no generar zozobra. Hay una particularidad: muchos de estos grupos han hecho expansión a las subregiones de Antioquia, incluso hay estructuras con presencia nacional. Respetando el manejo sigiloso del alto comisionado, no diré el nombre de las 12 estructuras, pero lo diré en estos términos: la mayoría de bandas están agrupadas ahí en esas estructuras, son el músculo militar de la Oficina, que no ha desaparecido, para nosotros sigue existiendo.

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Usted le dijo a la revista Proceso, de México, que un acuerdo entre ambas líneas de la Oficina sería la antesala de la pacificación en Medellín. Hay un notable descenso de homicidios tras un acuerdo en La Picota desde 2019. ¿Por eso llegamos hasta acá?

Hubo una guerra dentro de la Oficina entre 2009 y 2011, donde se enfrentaron alias Valenciano y Sebastián. Después vienen nuevos herederos, un enfrentamiento con las Agc que terminó con el “pacto del fusil”, en 2013, y luego un proceso de transición antes de la que llamamos la guerra fría de la Oficina, porque los jefes no se disparan, pero las bandas sí. Eso terminó en mayo de 2019 con un pacto dentro de esa estructura armada. La Policía tuvo que reconocer que había un pacto. Desde ahí se fue gestando ese proceso, por eso bajan los homicidios. Ahora lo que se ve es que la mayoría de grupos, por no decir que todos, están en clave de paz total. Esa es la esperanza para Medellín y el Valle de Aburrá. Todo mundo le ha apostado a más bala, más cárcel, más policías, más cámaras de seguridad, más represión; hoy, por primera vez, se le apuesta al tema de la paz total en lo urbano y lo rural.

Fernando Quijano: “Las bandas de Medellín están en clave de paz total”

Pascual Gaviria reseñó en El Espectador algunos pactos anteriores que disminuyeron la criminalidad; pero anotó, con razón, que fueron treguas inestables. ¿Cuál es la nueva propuesta?

En una entrevista que le hicimos a Gustavo Petro siendo candidato llegamos a una conclusión: si logramos bajar el poder de la criminalidad al 30 o 35 % ya hay un gran logro. Si es una política de Estado, los próximos gobiernos deberían continuarla. Uno de los grandes riesgos ahora es el crimen transnacional, cuyo principal rostro son los carteles mexicanos, pero hay otros. ¿Para qué nos sirven estos acercamientos? Para mostrar que hay voluntad del Estado, si aprendemos de lo que pasó en Italia, Canadá, Japón o El Salvador, podríamos hacer cosas importantes. Vuelvo y lo digo:. Si le bajamos la fuerza al crimen urbano, podemos enfrentar el crimen transnacional. ¿Para qué más cárceles y cámaras? Medellín se gasta al año más de $350.000 millones en seguridad. ¿Para qué? Si ellos no se disparan es porque tienen acuerdos entre ellos. ¿Quiénes ponen agenda de paz o de guerra en el Valle de Aburrá? Desafortunadamente, son los grupos ilegales, no el Estado.

Un vocero de la Oficina dijo, en 2018, que sus miembros pedían una fórmula jurídica para salir de la ilegalidad y habló de verdad, justicia y reparación, nada diferente a otras negociaciones. ¿Esos siguen siendo los términos?

Lo que podemos decir es que hay acercamientos, es lo que conocemos y podemos decir. Pero sí parece que la paz total, en lo urbano y lo rural, tiene una clave: justicia, verdad, reparación integral y no repetición. Lo otro serán las discusiones importantes cuando empiece la negociación. Hay muchos temas para discutir: las finanzas criminales, los territorios... Y viene un tema complicado: ¿cuántas personas van a pasar por el proceso? Creo que vamos a estar ante una gran sorpresa; para nosotros son más de 12.000 personas solo en el Valle de Aburrá, ¿cuántas hay en el resto de Antioquia? Sume y la sorpresa va a ser muy grande. La Policía habla de 15 a 25 miembros por banda, ahora multiplique eso por 300. Pero hay algunas, como los Triana, que tienen más de 2.000 personas. Eso hay que aplicarlo a las nueve subregiones de Antioquia. ¿Usted se imagina con cuánta gente controlan las Agc el Urabá? La sorpresa va a ser dura, pero muy realista.

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Medellín tiene más 30 años de esfuerzos para desarmar grupos urbanos, desde las Milicias Populares hasta los paramilitares, el poder criminal es orgánico al control social en la ciudad, ¿cuál es la diferencia ahora?

Hay diferencias, las desmovilizaciones paramilitares para nosotros fueron parciales, si hubiéramos desmovilizado los 8.000 miembros de las Autodefensas nos habríamos ahorrado mucho, pero sólo se concentraron en 895 personas. ¿Si todas las bandas estaban sometidas al poder de las Auc porque no las desmovilizaron? ¿Por qué no desmovilizaron la Oficina? Errores del pasado para el presente. Una cosa importante hoy es que están hablando sin intermediarios con los que son. Segundo, por primera vez siento que todos se están juntando a la propuesta. Lo que viene es aplicar la sagacidad, la malicia, ser pragmáticos para desmantelar las actividades criminales, es la primera vez que se van a tocar puntos de fondo como el tema de la vacuna, el tema territorial, el desplazamiento forzado intraurbano, el tema de la vivienda en Medellín, porque muchos barrios son loteados por los grupos. Vamos a tocar asuntos que nos han escondido la Policía y las administraciones, nadie quiere hablar de que nos tienen vacunados, de que la venta de gas o de huevos la tienen bajo control las bandas.

Usted denunció la presencia de carteles mexicanos en Colombia. ¿Podrían ocupar el vacío de poder ante una eventual desmovilización de las bandas?

La presencia de los carteles mexicanos es una realidad que hemos demostrado, pero no es nueva, viene desde los tiempos de Pablo Escobar. Podemos lograr acuerdos con la Oficina, con los Triana, con las Agc urbanas y rurales, pero no podemos cometer el error que se hizo con las Farc, que cuando dejaron solos los territorios llegaron otros y se fortalecieron. Esperamos que esto no suceda en lo urbano, pues si no revisamos los grupos pequeños y medianos de poder que están ahí merodeando, si no fortalecemos la legitimidad del Estado en todo sentido, esos pequeños y medianos grupos son los que van a tomar el control y repetimos la historia. Que sean pequeños no significa que sean débiles.

Camilo Alzate González

Por Camilo Alzate González

Licenciado en literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira. Cubre temas relacionados con paz, derechos humanos y conflicto armado.@camilagrosocalzate@elespectador.com

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