¡Los Cachorros acabaron con las supersticiones!

En un "juego de vida o muerte" como fue el séptimo de la Serie Mundial, los Cachorros de Chicago ganaron el Clásico de Otoño frente a los Indios de Cleveland. Ben Zobrist, el Más Valioso.

Antonio Andraus Burgos
04 de noviembre de 2016 - 12:52 p. m.
Los Cachorros de Chicago se convirtieron campeones de Serie Mundial. Foto: AFP
Los Cachorros de Chicago se convirtieron campeones de Serie Mundial. Foto: AFP

Bueno, la Maldición de la Cabra, estaba vigente desde 1945. Y las manos de Steve Bartman estropearon otra gran oportunidad en el 2003, intentándose confirmar con ello, que esa superstición hacía parte del juego. Más bien, de la insignia de los Cachorros de Chicago.

Ya eso pasó a la historia. Los Cachorros de Joe Maddon y de Theo Epstein, por supuesto, en la noche de este miércoles 2 de noviembre de este 2016, acabaron con las supersticiones, con las maldiciones y hasta con los conjuros que dizque habían oficiado los rezanderos para espantarlos. Porque el béisbol es el béisbol.

Eran favoritos para ganarlo todo este año. Los pronósticos, si es que así se puede denominar esa opción, se cumplieron, algo que casi nunca se puede decir cuando se habla de béisbol. Ganaron más de 100 partidos en la temporada; superaron a los Gigantes de San Francisco, en la Serie Divisional; vencieron a los Dodgers de Los Ángeles en la Serie por el Campeonato de la Liga Nacional, y encararon con entereza, bríos y talento, a los Indios de Cleveland, para derrotarlos y llevarse la corona.

Los Indios, en cambio, no eran favoritos para llegar hasta dónde llegaron, pero ese núcleo de jugadores comandados por un ganador como estratega, como lo es Terry Francona, dieron de qué hablar hasta el último out, del último episodio, en ese décimo capítulo, del séptimo y último juego de la Serie Mundial.

Durante 108 años, la estoica afición de los Cachorros tuvo que esperar para ver a su divisa conquistar los laureles en el béisbol de las Grandes Ligas.

Ahora los aficionados de Cleveland, que están esperando desde hace 68 y van para 69, para poder alcanzar ese bello trofeo del Clásico de Otoño, si la nómina se mantiene y la salud no hace estragos en el grupo, pueden estar más que seguros que, si bien la fiesta que se les fue de las manos anoche en el ‘’Progressive Field’’ , la posibilidad está más cerca que nunca. Por lo menos, nosotros consideramos que no debe pasar de un par de años. No más allá del 2108, si las cosas transcurren dentro de la normalidad, algo que es raro en las cosas del béisbol, pues como siempre se ha dicho y así ha ocurrido en miles de ocasiones, lo anormal se lleva por delante conjeturas, pronósticos, apreciaciones, y hasta maldiciones y conjuros.

Ventaja histórica

Los Indios, así como los Cachorros, tienen un brillante porvenir por las calidades de sus peloteros y por la juventud de que hacen gala, para pensar, promisoriamente en cuatro o cinco temporadas de buen béisbol en la competencia de lujo en donde se encuentran.

Sin embargo, el dolor que sienten todos sus integrantes, es haber estado con ventaja de 3 partidos ganados y 1 perdido en la gran Cita de Otoño, para finalmente caer en el último y decisivo séptimo juego, en 10 entradas 8-7, acumulando tres derrotas al hilo, dos de ellas, frente a su afición que siempre los apoyó.

En 47 ocasiones, la diferencia a favor de una de las dos novenas en las Series Mundiales ha sido de 3-1, pero en sólo cinco de ellas, el equipo que ha estado abajo ha salido finalmente victorioso, incluyendo la que acaba de terminar en Cleveland.

Ello ocurrió en 1958, cuando los Yanquis de Nueva York perdían la final 3-1 frente a los Bravos, para esa época ocupando sede en Milwaukee, conquistaron el título; en 1968, cuando los Tigres de Detroit estando en desventaja ante los Cardenales de San Luis, resucitaron para cargar con la corona; en 1979, cuando los Piratas de Pittsburgh frente a los Orioles de Baltimore se encontraban acorralados, voltearon los pronósticos y las pizarras, para llevarse la corona de laurel; y, finalmente, en 1985, cuando los Reales de Kansas City, contra todos los pronósticos frente a los Cardenales de San Luis, se rebelaron, consiguiendo tres victorias consecutivas, para llevarse la Serie Mundial.

Pero la histórica ventaja de esta Serie Mundial para los Indios, será una de esas en donde ¡el no te lo puedo creer! resulta cierto.

Los Indios ganaron el primer juego 6-0; con la formidable actuación de Corey Kluber; perdieron el segundo 5-1, cuando Jake Arrieta los dominó, ambos en su parque de pelota. Vencieron 1-0 en el tercero, con la combinación serpentinero de Josh Tomlin y Andrew Miller, y derrota para Kyle Hndricks; volvieron a ganar en el cuarto, 7-2, con Kluber desde la lomita y John Lackey perdía el compromiso, asegurando de esa manera, tres victorias y una derrota. En otras palabras, con un triunfo más, ¡apaga y vámonos!, especialmente porque los dos últimos triunfos, fueron en el Wrigley Field, la casa de los Cachorros.

En el quinto, también jugado en Chicago, los Cachorros salieron airosos en otro sensacional juego 3-2, con el zurdo Jon Lester desde el montículo.

Aún con ventaja de 3-2, los Indios cayeron dos veces en línea frente a los Cachorros, al perder en el sexto partido 9-3, cuando Addison Russell, el torpedero de los Cachorros, se convirtió en héroe de la noche, despachando tablazo de cuatro esquinas cuando la casa estaba llena, produciendo además 6 de las 9 carreras de su equipo.

Qué clase de béisbol

En los siete desafíos de esta Serie Mundial, hubo de todo. Jugadas espectaculares, batazos inesperados, errores que nadie los creía que pudieran presentarse, tácticas discutibles, propuestas de juego inusuales, en fin, hubo de todo un poco.

Lo cierto de todo es que se pudo observar una calidad indiscutible del béisbol de esta nueva era, en donde un "bambinazo" sale del bate del pelotero que menos se espera; un lanzador es vapuleado cuando todo el mundo lo considera digno de mejor suerte, y un cuerpo de relevistas que, sin duda alguna lo puso todo para ganar, vio finalmente cómo caían derrotados y expulsados desde la loma de los sustos, tras una ofensiva demoledora, implacable e incisiva.

Los 38.104 espectadores que concurrieron al último desafío de esta Serie Mundial, para compilar un gran total de 277.603 aficionados que pagaron boletos en el Wrigley Field, de Chicago, y en el Progressive Field, de Cleveland, en los siete partidos, pueden sentirse plenamente satisfechos por lo que quedó grabado en sus retinas.

Corey Kluber, el as de los Indios, hizo todo lo que tuvo a su alcance para intentar, por tercera vez, dominar a la artillería de los Cachorros, pero no pudo. La tempranera ventaja de los campeones de la Liga Nacional -con cuadrangular en el primero de Dexter Fowler y dos rayitas más abriendo el cuarto, incluyendo doblete del receptor venezolano, Willson Contreras-, le dio alientos a los Cachorros, para que su abridor Kyle Hendricks, saliera del juego luego de cuatro actos y dos tercios, y que el veterano zurdo Jon Lester trabajara tres episodios, para sofocar muchos intentos de rebeldía de los campeones de la Liga Americana.

El desfile de lanzadores de uno y otro equipo hace parte del juego, hasta cuando los Cachorros con ventaja de 6-3 en siete episodios completos, sustituyen a Lester por su taponero cubano Aroldis Chapman, quien con dos outs colgados en el tablero cerrando el octavo, acepta sencillo de Brandon Guyer para fletar desde la intermedia a José Ramírez, y Rajai Davis le empalma ‘’bambinazo’’ para igualar la pizarra a 6 carreras.

Detenido el partido por lluvia durante 17 minutos, el séptimo y último de la Serie Mundial se va a episodios extras. Uno más, pero qué episodio… ese décimo capítulo es para no olvidar, simplemente ¡de infarto!

El del cierre

Ben Zobrist, despachó doblete al bosque izquierdo para que anotara Albert Almora Jr., quien había entrado a correr por Kyle Schwarber, habiendo conectado sencillo al bosque derecho ante una oferta de Bryan Shaw, luego de que éste le otorgara base por bolas intencional a Anthony Rizzo, pues Almora se había anclado en el segundo cojín en jugada de pisa y corre, cuando Kris Bryant logró descomunal batazo al central para el primer out.

Rizzo se queda en tercera y Zobrist en la intermedia. Con tercera y segunda ocupadas, Adisson Russell recibe  la base intencional, para que Miguel Montero, el tercer receptor que utilizaban los Cachorros en el juego, conectara sencillo al bosque izquierdo para que Rizzo anotara la que finalmente, fue la de la victoria, pues Trevor Bauer, abridor de los Indios, tuvo que salir al rescate y colgar los dos outs restantes, ponchando a Jason Heyward y dominando con elevado al central a Javier Báez.

Carl Edwards Jr. vino a relevar por los Cachorros en reemplazo de Chapman, para cerrar ese acto de infarto. Cuando se creía que tenía el juego asegurado, al colgar outs frente a Mike Napoli, ponchándolo, y José Ramírez con roletazo del campo corto a la inicial, para el segundo, se complicó al caminar a Brandon Guyer, quien avanza a la intermedia por indiferencia defensiva. Nuevamente Rajai Davis despacha inatrapable, para producir la séptima carrera para su equipo.

Joe Maddon trae a la loma al zurdo Mike Montgomery, el quinto lanzador del juego para su equipo, quien domina a Michael Martínez, con batazo a la tercera base y fácilmente es puesto out en la inicial. Es fue el out número 30.

Se acabaron las angustias para los Cachorros, el ayuno prolongado de 108 años sin ganar la Serie Mundial; desapareció para siempre maldición de Williams Sianis, el dueño de una taberna al que no le permitieron ingresar con su cabra Murphy al cuarto juego del Clásico de 1945 frente a los Tigres de Detroit, pese a que tenía boleto para que su cuadrúpedo ocupara una silla, expresando Sianis a voz en cuello que el equipo jamás volvería a ganar la Serie Mundial, la que según la historia era la Maldición de la Cabra, rubricándose con la inexplicable actitud de Steve Bartman, atrapando una pelota que buscaba afanosamente Moisés Alou sobre la barda del bosque izquierdo en el 2003, out que significaba mucho para los Cachorros; pero también se desvanecieron las ilusiones y esperanzas de los Indios, al caer en su propio patio en el séptimo y último partido de la Serie Mundial.

En 1997, los Indios también perdieron en 10 episodios, cuando intentaban ganar el Clásico, al caer por pizarra de 3-2 frente a los Marlins de la Florida, cuando el colombiano Édgar Rentería dio sencillo para impulsar desde la intermedia a Craig Counssel, hoy estratega de los Cerveceros de Milwaukee.

Ahora los Indios acumulan 69 años sin ganar la Serie Mundial, y empieza, por obvias razones, un nuevo conteo para los flamantes campeones, los Cachorros.

Chicago cumplió con el respaldo que se le había otorgado para esta campaña de las Grandes Ligas y su futuro es prometedor y menos incierto, por lo menos, para las cuatro o cinco temporadas venideras.

Para los Indios, con Terry Francona a la cabeza, un ganador de tiempo completo en Serie Mundiales con registro de 11 victorias y 4 derrotas, deben sentirse orgullosos por todo lo que lograron, por la forma en que jugaron, por superar todos los vaticinios que tuvieron en contra, y por jugar un béisbol que será admirado por mucho tiempo.

El Más Valioso

Ben Zobrist, el bateador ambidextro de los Cachorros que regularmente se desempeña como defensor de la segunda almohadilla, fue utilizado por Joe Maddon como jardinero izquierdo, intentando mayor ofensiva, ante la ausencia forzada de Kyle Schwarber, y asegurando defensiva con el boricua Javier Báez.

Zobrist se encumbró con su doble en el décimo para producir la carrera del desempate en ese momento 7-6, y apoyar la que finalmente fue la victoria de los Cachorros 8-7, logrando promedio en la Serie Mundial de 357, 10 imparables en 28 turnos, el segundo mejor bateador de su equipo en la cita final.

Por Antonio Andraus Burgos

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