Cuando el mercado desconfía de los gigantes de la tecnología

Una racha de escándalos e investigaciones tiene en líos a algunos de los nombres más grandes del sector. Usuarios y legisladores en todo el mundo piden más supervisión de estas compañías, que prometieron un futuro lleno de oportunidades y hoy tienen que responder por ello.

Santiago La Rotta.
30 de marzo de 2018 - 06:25 p. m.
Bloomberg
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Son días complejos para el sector de tecnología, por decir lo menos. Este par de semanas el mercado se ha sacudido varias veces por la caída en acciones de compañías como Facebook o NVIDIA, el fabricante de procesadores y tarjetas de video que había registrado uno de los crecimientos más saludables en el índice S&P 500.

Ha habido un poco de todo, fallas de estrategia, negligencia y también algo de mala suerte, si se quiere. Es complejo decir por dónde arrancó el efecto dominó, pero probablemente tiene que ver mucho con la muerte de una persona en Arizona luego de ser arrollada por un vehículo autónomo de Uber o por el gran escándalo de Cambridge Analytica y Facebook, que destapó una olla de malas prácticas alrededor de la privacidad de al menos 50 millones de usuarios de la red social.

Aquí habría que sumar los problemas de Tesla, que está siendo investigada por un accidente fatal en el que estuvo involucrado un carro de la compañía de Elon Musk. Además persisten las dudas que tienen inversionistas sobre el cumplimiento de metas de producción del Model 3, la gran apuesta de la empresa. Musk se propuso fabricar unos 2.500 de estos carros por semana, pero analistas del Deutsche Bank ponen este número entre 800 y 1.110, muy por debajo de la meta.

Hace unas pocas semanas, todo era fiesta alrededor de Musk y SpaceX (su compañía de ingeniería aeroespacial) por cuenta del lanzamiento del cohete más poderoso construido hasta hoy. El estado de ánimo del sector tecnológico, en general, ha sido eufórico durante varios años: todos miramos cómo estas grandes compañías se inventaron un futuro en el que las posibilidades de creación y monetización abundan para éstas, pero también para millones de usuarios en el mundo: youtubers, instagramers, influenciadores, anunciantes, todos bebiendo de la misma copa de la abundancia.

Pero toda fiesta debe acabarse. En justicia, ésta no se ha acabado, pero sí cuenta con una supervisión y un escrutinio más cercano de parte de legisladores, autoridades de protección de datos y, en últimas, de los mismos usuarios. La cosa es como si alguien hubiera llamado a los papás y a la policía.

Y el miedo de un mayor escrutinio, que pueda llevar a más regulación, se refleja en el mercado. No hay pánico, pero sí una cierta reticencia de qué va a pasar cuando los gigantes comiencen a responder crecientemente por lo que su visión del futuro está costando en el presente.

Sólo en un día de esta semana, las acciones de NVIDIA cayeron 7,8 %; el fabricante provee chips para el proyecto de vehículos autónomos de Uber. Este es un buen ejemplo de la clase de efecto dominó que puede continuar repitiéndose a medida que el sector, y el mercado, quizás entre en una fase de ajuste. Antes de que la marea de ganancias bajara, las acciones de la compañía habían registrado un crecimiento de 150 % en 12 meses.

Lea también: El problema de Facebook… y el nuestro

Las acciones de Facebook también han sufrido varias golpizas. Aunque es un título con grandes posibilidades de recuperación, en un solo día de esta semana cayó 4,9 %. Ese mismo día, el índice S&P 500 bajó 1,7 % y el Nasdaq hizo lo propio en 2,9 %. Netflix bajó 6,1 % y Microsoft 4.6 %, aunque ninguna de estas dos empresas tiene nada que ver con los problemas de Uber, Tesla o Facebook.

Cabe aclarar que la semana cerró con un repunte del mercado en general, y en particular de algunas empresas de tecnología. Pero también vale la pena resaltar que el S&P 500 registró su primera pérdida trimestral (1,2 %) desde 2015.

Se rumora que Mark Zuckerberg, CEO de Facebook, presentará testimonio ante el comité de Comercio y Energía de la Cámara de Representantes de EE.UU. Este es un movimiento inusual para una empresa del tamaño de la red social y para un ejecutivo como Zuckerberg. Son pocas las ocasiones en que el director de alguno de estos gigantes debe ir a dar explicaciones sobre cómo hacen sus negocios y cuando lo hacen es para tratar de aplacar las aguas de una suerte de desastre inminente.

El mercado tal vez puede ser interpretado como la enorme suma de ambiciones colectivas. Y allí la perspectiva de mayor supervisión y regulación es interpretada como una mala jugada para los negocios. Por ejemplo, el ala republicana de la política norteamericana ha pedido históricamente menos intervención del gobierno en las empresas como una forma de estimular el crecimiento económico.

Y si bien este argumento puede llegar a ser cierto hasta un punto, la desregulación absoluta produce, invariablemente, efectos negativos. Efectos que se multiplican cuando se trata de empresas que tocan prácticamente cualquier ámbito de la vida moderna: desde las comunicaciones diarias de millones de personas en todo el mundo, hasta la forma como se otorgan créditos mediante calificaciones de riesgos hechas por algoritmos.

Todo este momento se enmarca en la guerra comercial que Donald Trump parece haber declarado contra China, que también tiene sus propias ramificaciones en el sector tecnología, lo que parece añadirle inestabilidad e incertidumbre al mercado.

Nadie quiere, ni presagia, una debacle. Pero los tiempos en los que la tecnología era la salvadora de los mercados y de los usuarios parecen haber quedado atrás. Y quizá ya era hora, por el bien de todos.

Por Santiago La Rotta.

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