Viaja constantemente a Bogotá para comprar concentrado para los pavos y gallinas que cría en su finca en la vereda Agua Clara. Entre Guaduas y Villeta ha perdido hasta cuatro horas en trancones porque todavía no hay doble calzada.

Se dedica al cultivo y comercialización de café en su finca, a 20 minutos del casco urbano. Hace 15 años tenía que destinar dos días para ir y volver a Bogotá, ahora puede hacer todo en un solo día. El problema es que tiene que ir despacio para evitar accidentes por los huecos.

Hace tres décadas, cuando se inauguró por primera vez la vía, manejaba campero. Asegura que la carretera fue lo mejor que pudo pasar para la región. Hoy es representante del gremio de taxistas y siente que no se ha cumplido la promesa que les hicieron en 2009 con Ruta del Sol. “La vía en las maquetas es hermosa, pero en la realidad no se encuentra eso”.

Cerca de la carretera, y a la altura del corregimiento de Puerto Araujo, se encuentra su restaurante, Palos Verdes. Sus principales clientes son los transportadores de carga. En los últimos años, ha visto y escuchado con más frecuencia sobre accidentes de tránsito, llantas pinchadas y vehículos dañados.

La concejala y lideresa cuenta que su comunidad quedó en “stand by” con la salida del consorcio. Cerca de 20 familias del corregimiento El Tropezón no saben si pueden participar de un proyecto que les llevaría gas licuado a la casa, pues que en su momento les dijeron que debían vender la propiedad para ceder el paso a la doble calzada. Todavía no están seguros de si la nueva concesión mantendrá los mismos diseños.

El presidente de la junta de acción comunal de la vereda La Cuchara describe a la carretera como una “pista de obstáculos”. Más allá de los huecos, a los habitantes de La Mata les preocupa qué pasará con el corregimiento si se construye la variante que en su momento prometió Consol. “La mayoría de las personas viven del comercio. Si sacan la vía, el corregimiento podría desaparecer”.

Tras la inundación del 23 de octubre de 2022, la abogada, que representa a más de 350 personas, presentará una acción de grupo en contra de la concesionaria Yuma. Aunque la ANI y el privado aseguran que la construcción de la variante que conecta Valledupar con Bucaramanga no causó la emergencia, la comunidad sostiene que sí y busca demostrarlo ante la justicia.

La doble calzada de la Ruta del Sol III trunca la vía que conecta el corregimiento de Macaraquilla con el casco urbano de Aracata, complicando el transporte de campesinos y comunidades indígenas que viven en la Sierra Nevada. Yepes cuenta que los habitantes de la zona fueron desplazados y ahora, que la comunidad ha retornado, les “están afectando la vía de acceso”.

Considera que la concesión no ha tenido en cuenta a su vereda, El Cocuelo, y que la obra ha perjudicado a los campesinos. Por ejemplo, afirma que las consecuencias de la tala de árboles van desde una sequía más cruda, hasta cambios a la hora de esperar el transporte, pues antes podían aguardar en la sombra y dejar sus animales bajo el árbol, “ahora los burritos tienen que esperar al sol”.