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Literatura, política y censura: cien años de Jorge Gaitán Durán

Un día como hoy, hace 100 años, nacía en Pamplona, Norte de Santander, el poeta y fundador de la revista Mito, Jorge Gaitán Durán. Este texto es un breve recorrido de su vida y su legado cultural.

Luis Fernando Quiroz Jiménez
12 de febrero de 2024 - 01:05 p. m.
Jorge Gaitán Durán fue editor de Alejandra Pizarnik, Gabriel García Márquez y Marta Traba.
Jorge Gaitán Durán fue editor de Alejandra Pizarnik, Gabriel García Márquez y Marta Traba.
Foto: Archivo

Una memoria paradigmática

Conmemorar una efeméride es actualizar una vinculación colectiva con el pasado. Actualizar, no repetir anécdotas en abstracto. Por eso, mientras el Estado negocia de nuevo con el ELN y otros actores armados, mientras se alega que vivimos una violencia tan interminable como inexplicable, volvamos sobre el fundador de la revista y las Ediciones Mito, quien nos ha legado la lucidez para afrontar muchas cuestiones que aún nos definen como individuos y país.

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Literato, filósofo y traductor, miembro del Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), editor de Alejandra Pizarnik, Marta Traba y Gabriel García Márquez. Desde la imprenta Antares también dio a conocer a las Juventudes del MRL, muchos de cuyos miembros se unieron a varias guerrillas o las fundaron, ELN y M-19 incluidas; otros tantos —‍”¡los caminos de la vida!”‍— viraron hacia el autoritarismo de derecha.

En La revolución invisible (1958-1959), Gaitán Durán propuso, sin distinción de banderas, una “alianza de conciencias”, o sea, una ética colectiva de la responsabilidad civil, única garantía de fondo para prevenir administraciones corruptas y mayores desangramientos del país. Por otro lado, cuestionó en detalle los partidos Liberal, Conservador y Comunista y, de cara a lo que a sería el MRL, planteó la búsqueda de “una política de izquierda y nacionalista”, en la que burguesía y proletariado, en ejercicio permanente de la crítica y la autocrítica, postulen un “proyecto total” de industrialización, reforma agraria y formación de técnicos, científicos e intelectuales, para acabar con “la violencia” y el “obstinado feudalismo” o lograr aquí el “desarrollo capitalista”.

No nos lamentemos por quienes, a diestra y siniestra, desde arriba y desde abajo, desatendieron o edulcoraron tales planteamientos, tampoco por el fallecimiento prematuro del autor en un Boeing de Air France, en junio de 1962. La rueda de la historia no gira hacia atrás. Más bien, ajenos a prejuicios viejos, ahondemos en su biografía y en algunas lagunas de información con las que todavía se tergiversa nuestra historia.

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Razones de familia

Jorge Gaitán Durán nació hoy hace un siglo en Pamplona, Norte de Santander; seis días antes, en el municipio de Córdoba —‍renombrado Durania‍—, desconocidos asesinaron a Justo Leonidas Durán Gómez, general liberal de cuatro guerras civiles, incluida la de los Mil Días. El delito quedó impune, al igual que el del 11 de febrero de 1922 en Salazar de las Palmas, donde la policía conservadora masacró a once personas; entre ellas, a un juez municipal, Juan José Durán Durán.

El exterminio de insurgentes liberales del cambio de siglo, ya reincorporados en la vida civil y comprometidos con la paz pública, así como el de sus parientes y colaboradores, es incluso materia de Cien años de soledad. Pero se arrasó con conservadores. Un ejemplo: Rafael María Gutiérrez, abogado boyacense, quien fuera miembro de la Cámara de Representantes, cayó asesinado en 1932, cuando Rafael Gutiérrez Girardot, su hijo, tenía apenas cuatro años.

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En la madurez, Jorge y Rafael reflexionarían sobre la violencia, a diferencia de otros autores, sin reducir lo previo al Bogotazo a meros “antecedentes históricos”. Pero primero participaron de los ánimos exacerbados y la confusión de la época.

Las armas y las letras

Hacia 1948, el boyacense militaba con Eduardo Cote Lamus y Hernando Valencia Goelkel, entre otros, en el Movimiento de la Revolución Nacional, nombre tomado del punto 26 de la Norma Programática de la Falange; en el mismo año, durante el Bogotazo, el nortesantandereano se volvió legendario por formar parte del grupo de universitarios que arengaron en contra del gobierno desde la Radiodifusora Nacional —”¡guerrillas revolucionarias izquierdistas de Colombia, a la carga!”, grita Jorge en las grabaciones conservadas—.

Después de una “tentativa de asesinato en abril de 1950″, son sus palabras, Gaitán Durán viajó a París a bordo del buque Insigny, travesía de la que dejó registro en la primera parte que publicó de sus diarios. Al cabo, no recopiló sus “apuntes sobre la moderna pintura colombiana” ni ninguno de sus artículos primerizos. Pero ya sumaba una antología de poesía colombiana, coeditada con Clemente Airó, y dos poemarios, donde reunió versos publicados, por ejemplo, en Agitación femenina (1944-1945), la revista feminista dirigida por una prima suya, veinte años mayor, Ofelia Uribe de Acosta.

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Años de peregrinaje

En Francia costeó otro poemario de su propio bolsillo, o sea, el de su madre —heredera del general Durán Gómez— y su padre —ingeniero civil, gerente del Ferrocarril de Cúcuta—; así mismo, material para los diarios, recorrió Europa, la Unión Soviética de Stalin y la China de Mao, donde coincidió con Manuel Zapata Olivella, Jorge Zalamea Borda, Diego Montaña Cuéllar y el pintor Alipio Jaramillo.

Según se recuenta en la revista Nueva Crítica (1954-1957), a Colombia enviaba poemas sin firma para publicaciones clandestinas, de pequeño formato o mimeografiadas. Solo estampó su nombre en uno de los poemas, impreso en febrero de 1952 en El Tiempo: “Tortura de Julio Rincón”, sobre el asesinato en Cali de un comunista que trabajaba en favor de los destechados.

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En Madrid inició su amistad con tres becarios del franquismo, los mentados Gutiérrez Girardot, Cote Lamus y Valencia Goelkel, eventualmente colaboradores de Mito. Revista bimestral de cultura (1955-1962), conforme regresaban a Bogotá. Al impreso también se vincularían, y con críticas implacables, intelectuales de otros colores: el sociólogo comunista Darío Mesa, por ejemplo. Acaso sea una obviedad, y quizás por eso ni se diga en voz alta, pero con la revista Gaitán Durán concretaba una forma de lo que llamaría “alianza de conciencias”.

La búsqueda de una política

Jorge participó en otras publicaciones periódicas. Entre ellas, Nueva Crítica, dirigida por otro primo suyo, Álvaro Uribe Rueda; y casi tan pronto como cierra esta se imprime La Calle, “semanario de cultura política” dirigido por el mismo primo y Alfonso López Michelsen. A lo largo de 1958, al calor de la transición entre dictadura militar y Frente Nacional, Gaitán Durán publicó allí La revolución invisible, dividido por entregas.

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Los colaboradores del semanario fundaron a finales de 1959 el MRL, en principio Movimiento de Recuperación Liberal, renombrado Revolucionario a inicios del año siguiente. En la nueva agrupación política coincidieron los tres primos: Uribe Rueda, Uribe de Acosta y Gaitán Durán, o aun cuatro, si se considera que Virgilio Barco Vargas fue brevemente accionista de La Calle. El hermano menor, Eduardo Gaitán Durán, ya militaba en el Partido Liberal, al igual que el grueso de la parentela Durán y Vargas.

En 1960, Jorge fungió de candidato a la Cámara en las listas por Cundinamarca; en 1962, al Senado, por la misma circunscripción. Nunca ocupó curules, sí sus primos. En las columnas de El Espectador, él se declaraba “enamorado de la Señora Crítica”, no de las elecciones, comentario que dirigía expresamente a los directores de La Calle y otros miembros del MRL.

Reacciones

El presidente Alberto Lleras Camargo calificó a los del MRL de “castristas” en un discurso de octubre de 1960. Los diarios lo reportaron de inmediato, pero era apenas la punta del iceberg. Hoy contamos con informes desclasificados de Estados Unidos —‍recopilados por la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad y presentados en el cortometraje Extemporánea (2023)‍—. Así sabemos que Hernán Echavarría Olózaga, Eduardo Zuleta Ángel y otros políticos y empresarios, coordinados con el Ejecutivo en el llamado Centro de Estudios y Acción Social, frecuentaron en el mismo mes la embajada norteamericana y recorrían dicho país en los calendarios siguientes. Se proponían vincular a Castro, el comunismo y elementos lopistas.

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Consiguieron más que el retiro inmediato del grueso de las pautas de La Calle. El semanario no se conserva completo en ninguna biblioteca. Tampoco hay rastros públicos, por ejemplo, de Vanguardia del MRL, impreso socialista de las Juventudes del MRL en el que habrían colaborado Manuel Vásquez Castaño, Camilo Torres Restrepo y Antonio Caballero Holguín. No en vano el historiador Mauricio Botero Montoya añade que el MRL “contuvo durante algunos años los cuadros que luego acudirían desesperados a la lucha armada”, o sea, la organización “canalizaba la violencia por cauces legales mientras el Frente Nacional taponaba esos cauces”.

Además de la campaña anticomunista y de la clandestinidad en la que ingresaron muchos, hay otra dificultad para encontrar documentos de entonces: la negación de la antigua militancia compartida con Alfonso López Michelsen, otrora “el compañero jefe” del MRL, “el elegido” del Liberal entre 1974 y 1978. Decisiva fue la entrevista de García Márquez con Philip Agee, publicada en 1974 en la revista Alternativa, sobre la infiltración de la CIA en el MRL y la financiación de esta para una gira de Alfonso en Ecuador en 1960.

Cuestión de archivos

Los cazadores de brujas imprimieron en 1963 el Panorama general del comunismo en Colombia; además de comentarios en contra de La Calle, La Nueva Prensa, la Universidad Libre, organizaciones campesinas de Tequendama y Gaitania, en fin, anotaron que Ediciones Mito es una de las editoriales que “no están bajo el control de los comunistas”, pero los publican.

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Curiosamente, en una carta a José Manuel Caballero Bonald, de mayo de 1962, Gaitán Durán le detalló lo siguiente: “Ha habido muchos problemas con «mito» en Bogotá. Por ejemplo, apenas me vine [a París] nos suspendieron el crédito en Antares”. Y el 29 de mayo, tanto por el incumplimiento en el pago de un préstamo entre hermanos como por las dificultades relacionadas con los proyectos, le escribió de puño y letra: “ni Antares, ni Mito ni mi familia —ahora— se han portado seriamente”.

Lo reitero: desde Antares, además de las Ediciones Mito, el nortesantandereano ofreció a la discusión pública la Plataforma política de las Juventudes del MRL. Pero pocas cartas más se conocen de él. Aún hoy no se sabe qué fue de su archivo. Es una pérdida invaluable por sus propios manuscritos. Por la correspondencia con Alejandra Pizarnik, Julio Cortázar y tantos intelectuales. Por lo relativo a Antares y el MRL. Por lo dejado en cómodo misterio.

Él mismo advertía: “Uno de los criterios principales para nutrir el nuevo espíritu colombiano debería residir en el rechazo de tantas evidentes adulteraciones de la historia”. Pues a pesar de que la rueda de la historia no gira hacia atrás, sí podemos cambiar nuestra relación con el pasado, en beneficio de un tiempo futuro.

Poesía y prosa de Jorge Gaitán Durán

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Del exilio parisino (1952):

Patria violenta

(Violenta patria mía:

en mí creció tu amor tardío

como una bocanada de perfume salvaje.

Todo estaba impregnado de ti,

el mar, los cien países

que conocí, con tu dolor siguiéndome

como si fuera ya mi propia sombra.

Me bastaba nombrarte y ya tenía

el gusto de tu piel: un sabor a panal

colgado en los fragmentos árboles de mi tierra.

Mientras más me alejaba de tu suelo,

más me reconocía en tu destino,

mi amor era más grande y tu belleza

rural crecía con el sufrimiento.

Ahora ¿quién podría negarme

tu combate nocturno?

¿Quién podría quitarme de las manos

el puñado de tierra empapada en la sangre

de mis hermanos y esa rama verde

que antes de partir arranqué de tu seno?)

Si mañana despierto (1961):

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No pudo la muerte vencerme

No pudo la muerte vencerme.

Batallé y viví. El cuerpo

Infatigable contra el alma,

Al blanco vuelo del día.

En las ruinas de Troya escribí:

“Todo es muerte o amor”,

Y desde entonces no tuve

Descanso. Dije en Roma:

“No hay dioses, solo tiempo”,

Y desde entonces no tuve

Redención. Callé en España,

Pues la voz de la ira desafiaba

Al olvido con mis tuétanos,

Mis humores, mi sangre; y

Desde entonces no ha cesado

El incendio. De reposo

Le sirva tierra extranjera

Al héroe. Cante fresca hierba

Como abeja del polvo por sus

Párpados. Yo no me rindo:

Quiero vivir cada día en Guerra,

como si fuera el último.

Mi corazón batalla contra el mar.

Fragmento de diario

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París, 25 de diciembre de 1959

Anoche, en el Teatro Nacional Popular, La muerte de Dantón, de Büchner.

La de Dantón es de cierto modo la historia del estalinismo. Como Robespierre, Stalin era un puritano y ponía los intereses abstractos de la revolución por encima de los inmediatos intereses humanos. Robespierre aborrecía la corrupción de Dantón, como Stalin —con inclinación políaca— descubriría la corrupción burguesa en cualquier manifestación de vitalidad o de cultura. Pero, como el incorruptible, Stalin era sincero, y a su dominio lo marcó la trágica conjunción entre esta sinceridad y el Terror.

En los grandes baños de sangre que son las revoluciones, si el jefe no cree en su acción, en su poder, la única alternativa es la locura.

*

La enemistad de las propagandas ecuménicas les ha restado sentido a las palabras. El “mundo libre” no es libre y el “mundo comunista” no es comunista.

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***

En el colectivo Pasión optimista se organizó una charla conmemorativa con la Casa de la Literatura San Germán, “La tronera del lenguaje: cien años de Jorge Gaitán Durán”. Se realizará el próximo viernes 16 de febrero, a las 4:00 p.m., en la calle 63 # 75-86 (Medellín) o en la transmisión por Facebook.

Por Luis Fernando Quiroz Jiménez

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María(11708)13 de febrero de 2024 - 12:36 a. m.
Gran artículo, una lástima los archivos perdidos del semanario Calle
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