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Recordemos a Cortázar a través de su poesía

En el aniversario de la muerte de Julio Cortázar, recordamos su obra a través de algunos de sus poemas.

12 de febrero de 2024 - 04:13 p. m.
Julio Cortázar falleció el 12 de febrero de 1984 en París. Hoy se conmemoran 40 años de su muerte.
Julio Cortázar falleció el 12 de febrero de 1984 en París. Hoy se conmemoran 40 años de su muerte.
Foto: Getty Images - Ulf Andersen

Julio Cortázar falleció el 12 de febrero de 1984 en París, Francia. Fue uno de los escritores más influyentes y originales del siglo XX. Nació el 26 de agosto de 1914 en Bruselas, Bélgica. Su familia era de ascendencia argentina, y después de que su padre abandonara Bélgica debido a la Primera Guerra Mundial, regresaron a Latinoamérica, en 1918, cuando el escritor tenía apenas cuatro años.

Su obra, caracterizada por el juego y la experimentación, lo destaca como uno de los escritores más importantes de la literatura contemporánea. Su estilo narrativo se distingue por su habilidad para mezclar lo cotidiano con lo fantástico, desafiando las convenciones narrativas tradicionales y explorando los límites de la realidad y la imaginación.

A continuación, algunos poemas para conmemorar su vida y obra:

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“El breve amor”

Con qué tersa dulzura

me levanta del lecho en que soñaba

profundas plantaciones perfumadas,

me pasea los dedos por la piel y me dibuja

en el espacio, en vilo, hasta que el beso

se posa curvo y recurrente

para que a fuego lento empiece

la danza cadenciosa de la hoguera

tejiéndonos en ráfagas, en hélices,

ir y venir de un huracán de humo -

(¿Por qué, después,

lo que queda de mí

es sólo un anegarse entre cenizas

sin un adiós, sin nada más que el gesto

de liberar las manos?).

Salvo el crepúsculo

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“Podemos vivir sin el pajarito mandón”

En el centro de la hostia una pestaña,

esto afecta al sacerdote, pero no, en realidad

nunca pareció más blanca, como el vello

de un vientre lo empurece en designio.

Manchas de pantera el tiempo corre

con batallas, cismas , y la cicatriz

de Ruán: Así se lo distingue

de la tapioca eterna, esa perfecta sopa de estrellitas,

cada cosa en su lugar y un lugarpara nada, el Señor como un árbol

desparramando el exacto número de hojas

y la semana tiene siete días

justos, quién lo discute.

Yo. Por eso

quédate en la hostia, pestañita,

obliga al monaguillo a darse vuelta

ponte como un gran viento entre la misa.

(Esto es un hombre: las fogatas que alzamos

triangulando la noche,

haciéndola de nuevo, aunque no dure.)

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“Te amo por ceja...”

Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores

blanquísimos donde se juegan las fuentes de la luz,

te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de cicatriz,

voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago y

cintas que dormían en la lluvia.

No quiero que tengas una forma, que seas

precisamente lo que viene detrás de tu mano,

porque el agua, considera el agua, y los leones

cuando se disuelven en el azúcar de la fábula,

y los gestos, esa arquitectura de la nada,

encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.

Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo,

pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese

pelo lacio, esa sonrisa.

Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino

es también la luna y el espejo,

busco esa línea que hace temblar a un hombre en

una galería de museo.

Además te quiero, y hace tiempo y frío.

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“Nocturno”

Tengo esta noche las manos negras, el corazón sudado

como después de luchar hasta el olvido con los ciempiés del humo.

Todo ha quedado allá, las botellas, el barco,

no sé si me querían y si esperaban verme.

En el diario tirado sobre la cama dice encuentros diplomáticos,

una sangría exploratoria, lo batió alegremente en cuatro sets.

Un bosque altísimo rodea esta casa en el centro de la ciudad,

yo sé, siento que un ciego está muriéndose en las cercanías.

Mi mujer sube y baja una pequeña escalera

como un capitán de navío que desconfía de las estrellas.

Hay una taza de leche, papeles, las once de la noche.

Afuera parece como si multitudes de caballos se acercaran

a la ventana que tengo a mi espalda.

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“Una idea”

Una idea incandescente se me vino esta mañana

una antorcha que flameaba en lo alto de mi mente

pero sola y sin refuerzos tal

vez pierda la batalla

ya librada de hace tiempo por tu brillo y un cobarde

un cobarde que vacila entre el olvido y tras la nada

que vacila tras tus pasos y tu melódica mirada

que se pierde encandilado tras el grito de tus ojos

que se aturde enceguecido tras el brillo de tu nombre

que se esconde tras las letras de algún otro nombre

y aún así no se atreve a gritar de quien se esconde

que hace frente tan valiente a enredadas tempestades

y se escapa como un niño al descubrirse a tu lado

que amanece al medio día y se duerme al despedirte

que susurra tan potente y que grita tan despacio

que camina tan de prisa y con los ojos bien cerrados

sin valor por la cornisa que conduce a tu palacio

Una idea de coraje se me vino esta mañana

de sentarnos frente a frente y quitarme el camuflaje

de soplar mis emociones y transformarlas en palabras

en palabras que te expliquen como cae el agua helada

Una idea tan sublime como tantas que me diste

tan tardía y predecible como tantas he tenido

pero sola y sin refuerzos de valor y otros aliados

ha perdido la batalla

ya es de noche

ya te fuiste.

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