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Cuando en abril del año 1994 el cantante y guitarrista Kurt Cobain se quitó la vida no solo se produjo el fin de la agrupación Nirvana, también se cerró un capítulo dorado para el rock puro. Aquel que no dependió de una imagen estrafalaria o de letras misóginas para enganchar una audiencia. Era música hecha en un garaje sin mayor aditamento que la pasión necesaria para darle aliento a una generación en busca de cambios en la sociedad. Allí quedaron a la deriva dos extraordinarios músicos: el bajista Krist Novoselic y el baterista Dave Grohl. Este último sin embargo, tuvo una segunda oportunidad, y vaya que supo aprovecharla.
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Foo Fighters es una reinvención. Grohl había tocado batería con bandas de punk como Scream a finales de los ochenta cuando obtuvo un tiquete a la gloria conociendo a Cobain, quién no dudó en meterlo al estudio para crear “Nevermind”, un disco atronador que ha despachado más de treinta millones de copias. Pero toda historia tiene una final y la de aquel revolucionario trío llamado Nirvana culminó más pronto que tarde. No obstante, Grohl supo sobreponerse a la tragedia para persistir con su arte.
Hoy, con 53 años, este multiinstrumentista lidera uno de los conjuntos más emblemáticos del género. Han recibido doce premios Grammy, incluido cuatro veces Mejor Álbum Rock y recientemente fueron inducidos en el codiciado Salón de la Fama del Rock and Roll. Pero más allá de los galardones, él y sus compañeros son reconocidos por un carisma tan arrollador como el de la mayoría de sus canciones.
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Foo Fighters se han presentado anteriormente en dos oportunidades en Bogotá. En 2015 se produjo su debut en el estadio El Campín y cuatro años después retornaron al mismo escenario con otro show de boletería agotada. En el primero, cuarenta mil personas se dieron cita para disfrutar con su explosivo performance, el cual tuvo un impasse cuando el fluido de energía se interrumpió durante la interpretación del tema “My Hero” (”Mi héroe”). Lo que hubiera sido un desastre para muchos artistas se convirtió en testimonio del cariño del público cuando esté siguió cantando a todo pulmón e iluminó el recinto con sus celulares. Un absoluto clímax.
La que será su tercera visita al país pone a este sexteto, complementado por los guitarristas Pat Smear y Chris Shiflett, el bajista Nate Mendel, el baterista Taylor Hawkins y el tecladista Rami Jaffe, como uno de los mayores animadores de la undécima edición de Estéreo Picnic. Un festival que luego de tres años de ausencia por la pandemia regresa con un provocativo cartel en que también se destacan artistas como el influyente Nile Rodgers y su banda Chic, la nueva sensación del soul, Black Pumas, o los paladines del movimiento indie, The Strokes.
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Durante este fin de semana estilos juveniles como la electrónica, el hip-hop, el pop y las fusiones tropicales transformarán los cinco escenarios dispuestos en el Club de Golf Briceño en un carnaval. Entre los actos anunciados son los Foo Fighters quienes elevan más alto la bandera del rock. Con diez álbumes de estudio publicados, su sonido ha abordado elementos de punk, metal, rock clásico, progresivo y más recientemente la música disco que hizo furor a finales de los setenta.
“Medicine at Midnight” es su más reciente trabajo y fue editado el año anterior. Se registró en una antigua casa ubicada en Encino, California, con la intención de conseguir una acústica especial. Sin embargo las sesiones no resultaron una experiencia placentera ya que situaciones paranormales ocurrieron como daños en los equipos, guitarras que se desafinaban sin que nadie las hubiese tocado o la repentina perdida de las grabaciones.
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Según Grohl, cosas raras quedaron capturadas en video pero por un acuerdo inmobiliario no pueden ser reveladas. Tal situación inspiró el film “Studio 666″, que con humor y mucha sangre narra una terrorífica historia en una vivienda similar a la empleada en la grabación. Esta película se exhibe por estos días en cinemas nacionales.
Es importante mencionar que apreciar en vivo a esta agrupación —que cumplió sus bodas de plata durante la cuarentena— no es solo involucrarse con sus enérgicas canciones. Es frecuente que su repertorio incluya guiños a referentes que han marcado su camino como lo son The Who, Ramones, Jane’s Addicion o Queen. Precisamente al momento de tributar a la banda del entrañable cantante Freddie Mercury, es cuando Dave Grohl se sienta tras los tambores para demostrar por qué es uno de los mejores bateristas desde que Nirvana rompió el molde con “Nevermind” y nada volvió a ser igual.
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Grohl ha vivido una odisea desde la dura perdida de Cobain. Acomodándose como un guitarrista, cantante y animador que debió empezar de cero. En su primer disco ni siquiera tenía una banda, él grabo todos los instrumentos y empleó el seudónimo Foo Fighters a la espera que un sello discográfico le devolviera la llamada. Esa tenacidad dio resultado, yendo de las comparaciones con Nirvana a ser considerado un acto líder, capaz de colmar estadios o encabezar festivales en cualquier parte del mundo.
Este viernes los asistentes a Estéreo Picnic no solo van a disfrutar con temas como “All My Life”, “Everlong” o “Best of You”, van a encontrarse cara a cara con una banda a la altura de esas leyendas que han hecho del rock un estilo fascinante por seis décadas.