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Joe Biden decidió la semana pasada parar el envío a Israel de armas fabricadas en Estados Unidos, por miedo a que fueran utilizadas en una incursión en Rafah, al sur de la Franja de Gaza, donde los militares ya controlan el cruce fronterizo de esta ciudad, del lado palestino, en el sur del enclave. El plan de una acción terrestre israelí en dicha zona, donde están hacinadas cerca de 1,4 millones de personas, en su mayoría desplazadas por los bombardeos que se vienen presentando desde hace siete meses, tras el ataque del 7 de octubre de Hamás contra Israel, lo tienen contemplado las autoridades israelíes desde hace un tiempo. Washington se ha opuesto a ello.
Unos funcionarios de la administración estadounidense hicieron eco de la decisión tomada por el mandatario e informaron el martes por la noche que se puso freno al envío de 1.800 bombas de 2.000 libras y 1.700 bombas de 500 libras. Hablando delante de periodistas, en condición de anonimato, aseguraron que, mientras los líderes israelíes parecían acercarse a una decisión sobre una incursión en Rafah, “comenzamos a revisar cuidadosamente propuestas de transferencias de armas particulares que podrían usarse allí” desde el mes pasado, en abril.
Otro funcionario, citado por The Washington Post, agregó que la decisión busca transmitirle a Israel las preocupaciones de Estados Unidos sobre su ofensiva en Rafah. De hecho, el Gobierno está analizando la posibilidad de retrasar futuras transferencias, incluidos kits de orientación que convierten las llamadas bombas tontas en municiones guiadas con precisión.
Si bien un portavoz militar israelí intentó restarle importancia al retraso del envío, diciendo que los aliados resuelven cualquier desacuerdo “a puerta cerrada”, la medida parece marcar un momento significativo en la política estadounidense, teniendo en cuenta que es la primera vez que Biden restringe el envío de armas a Israel desde octubre, además de que los mismos demócratas en el Congreso vienen presionándolo para que frene, o al menos limite, el envío de ellas.
Ahora bien, tanto la Casa Blanca como el mismo mandatario han sido enfáticos en su apoyo a los israelíes. Sin referirse al retraso en el envío de las armas, la secretaria de prensa de la Presidencia, Karine Jean-Pierre, reafirmó que el compromiso de Washington con la seguridad de Israel es “férreo”. El mandatario, por su lado, en el discurso que dio el martes a propósito de una ceremonia de conmemoración del Holocausto, agregó: “Mi compromiso con la seguridad del pueblo judío, la seguridad de Israel y su derecho a existir como un Estado judío independiente es férreo, incluso cuando no estamos de acuerdo”. También mencionó que “no hay cabida en ninguna universidad de Estados Unidos, en ningún lugar de Estados Unidos, para el antisemitismo, o el discurso de odio o la violencia de cualquier tipo”.
Esta decisión se dio a conocer en medio de las tensiones que han provocado las detenciones de estudiantes universitarios que han protestado en diversos campus estadounidenses, a lo largo de diversos estados, a favor de la causa palestina y exigiendo que las instituciones de educación superior rompan lazos con empresas israelíes o vinculadas con las acciones militares en Gaza. También coincide con las negociaciones que se adelantan en El Cairo, Egipto, donde la delegación israelí y la delegación de Hamás, con posiciones que parecen inflexibles, tratan de negociar una nueva tregua en la Franja.
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