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El POS ha muerto. Y esta muerte significa que el Sistema de Salud colombiano se somete a un experimento, no controlado e incierto, en el que se espera eliminar las barreras que la población colombiana sufre para acceder a los medicamentos y, de forma simultánea, garantizar la autonomía de la profesión médica y promover la autorregulación en las prácticas de prescripción.
Leyendo y escuchando los numerosos obituarios me pregunto si en las exequias alguien se ha preguntado sobre el origen y la historia del muerto. Más por responsabilidad que por nostalgia he de ofrecer unas palabras en memoria del occiso, pues considero que es mucho más noble de lo que sus enterradores imaginan.
Hace más de 30 años, en una conferencia internacional a la que asistieron cientos de representantes de gobiernos, la industria, los científicos y reconocidos profesionales de la salud, recomendaron que una lista de medicamentos, seleccionados y evaluados de manera rigurosa, era justamente la herramienta más poderosa para lograr la misma ambiciosa promesa: acceso equitativo a medicamentos, gracias a gobiernos y prescriptores autónomos e independientes.
A esta lista se le conoce como la lista de medicamentos esenciales de un país. Los medicamentos esenciales son aquellos que satisfacen las necesidades de prioritarias de atención en salud de la población y se seleccionan teniendo en cuenta la prevalencia de enfermedades, la evidencia sobre sus beneficios y también teniendo en cuenta su precio.
Este concepto surge porque en materia de medicamentos se reconoce que no todo lo que brilla es oro. Se acepta que no todos los medicamentos que están en el mercado son prioritarios para la salud de la población y que no todos los nuevos medicamentos representan beneficios relevantes para el tratamiento de los problemas de salud, frente a los medicamentos ya conocidos.
Existe una lista modelo de medicamentos esenciales elaborada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) cuya primera versión en 1977 contenía 208 medicamentos y, después de cinco actualizaciones, en la actualidad contiene 411 medicamentos. Esto significa que con estos medicamentos se curarían los principales problemas de salud de la población mundial.
Para las Organización de Nacionales Unidas las políticas de medicamentos esenciales son cruciales para promover la salud y lograr el desarrollo sostenible. El Objetivo de Desarrollo Sostenible 3.8 menciona la importancia del "acceso a servicios seguros, eficaces, a los medicamentos esenciales y las vacunas de calidad para todos" como un componente central de la cobertura universal de salud.
Las listas de medicamentos esenciales lejos están de ser simplemente un instrumento de racionalización de gasto. Se consideran la piedra angular de la planeación de los servicios y se usan, por ejemplo, como un método sencillo para que los médicos estudien y conozcan los efectos y precauciones de los medicamentos que va a prescribir.
Desde la lógica de muchos expertos en derechos humanos, las listas de medicamentos esenciales son también un importante insumo para el monitoreo del cumplimiento del derecho a la salud.
Pues bien, la lista de medicamentos del POS era la expresión de la lista de medicamentos esenciales de Colombia. De allí proviene su sangre azul. Colombia fue uno de los primeros países en establecer una lista nacional para el ya desaparecido Instituto de Seguros Sociales y que se convirtió en una lista de referencia para el listado POS.
Entre 1994 y 2015 el listado de medicamentos del POS tuvo cuatro actualizaciones. Antes de su muerte el POS llegó a ser una lista mucho más amplia que la Lista Modelo de la OMS, con 635 medicamentos y 15 agrupaciones de medicamentos sustitutos, incluidos muchos biotecnológicos que hoy muchos países no pueden pagar.
Es cierto que las angustias de los usuarios por las demoras en la atención, las tragedias administrativas en las autorizaciones, el tsunami de las tutelas y la lentitud con que se actualizó el listado del POS durante su existencia, le propinaron estocadas fulminantes.
Mientras se adelantan estas honras fúnebres, me preparo para estudiar y aplaudir a este sistema de salud que se lanzó a probar una nueva forma de garantizar la equidad en el acceso a medicamentos, suponiendo condiciones ideales de responsabilidad, independencia y cordura en la promoción, prescripción y uso de medicamentos.
