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Uribe y Mockus, los más votados en 2018 que hoy están por fuera del Congreso

20 de agosto de 2020 - 12:45 a. m.
Mockus y Uribe, segunda y primera votación al Senado en 2018.
Mockus y Uribe, segunda y primera votación al Senado en 2018.
Foto: Archivo

Con 891.964 votos, el expresidente Álvaro Uribe fue el senador más votado de Colombia en las elecciones a Congreso del 11 de marzo de 2018. Le siguió en ese ranking el exalcalde de Bogotá Antanas Mockus, quien alcanzó 549.734 apoyos (en el pasado, la figura que más respaldo había obtenido en las urnas había sido Germán Vargas Lleras, que en 2006 consiguió 223.300 sufragios).

Pero, coincidencialmente, los dos están hoy por fuera del Legislativo. El exmandatario acaba de renunciar a su curul en medio de un proceso judicial que lo tiene en casa por cárcel, como presunto determinador de los delitos de soborno a testigo en actuación penal y fraude procesal. A su vez, la elección del exalcalde fue anulada por el Consejo de Estado, por violar el régimen de inhabilidades para congresistas, pues seis meses antes de los comicios, Corpovisionarios, entidad de la que él era representante legal, firmó contratos con la Gobernación de Cundinamarca.

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Se trata de dos referentes de la política colombiana de los últimos años, con miles de seguidores de sus doctrinas, y que con sus votos en sus respectivos partidos, el Centro Democrático por el lado de Uribe y la Alianza Verde por el de Mockus, ayudaron a impulsar las listas de Senado y que otros de sus compañeros alcanzaran cupo en esa corporación. En el caso del primero, por ejemplo, la segunda de la lista, que fue Paola Holguín, obtuvo apenas 58.860 apoyos. En los verdes, el segundo puesto lo obtuvo Angélica Lozano: 105.679 votos.

Es decir, más allá de los asuntos de afinidad ideológica, es claro que la estrategia de poner al expresidente y al exalcalde como puntas de lanza de sus partidos para atraer el respaldo ciudadano, fue efectiva. De hecho, Uribe ha sido el más grande elector desde 2002 en el país, de su mano Juan Manuel Santos e Iván Duque llegaron al poder, así se haya convertido en el gran contradictor del primero a raíz de las negociaciones de paz con las Farc, y lidero también el triunfo del ‘No’ en el plebiscito de 2016.

Mockus, con sus postulados de cultura ciudadana, de que en la política no todo vale y que la vida es sagrada, se ha convertido en uno de los faros morales del país, aunque sus contradictores cuestionen a rabiar sus lineamientos. Fue además uno de los impulsores de la consulta anticorrupción de agosto de 2018 y dígase lo que se diga, su paso por la Alcaldía de Bogotá significó cambios fundamentales en el mismo sentido de pertenencia de quienes la habitan.

Haciendo restas, sin la votación de Uribe, el Centro Democrático, que logró convertirse en la fuerza mayoritaria del Senado con 19 escaños, habría sacado 1′616.570 votos. Y sin Mockus, la Alianza Verde habría obtenido 762.557 apoyos.

Por supuesto, no se trata de hacer elucubraciones, aunque en su momento, cuando se decidió la pérdida de la investidura para el alcalde bogotano, hubo una ardua discusión sobre si la Alianza Verde debería perder su personería jurídica, pues la ley establece que las colectividades que avalen a candidatos inhabilitados, sus directivos serán sancionados y se pierde dicho reconocimiento jurídico. Sin embargo, una demanda en ese sentido fue rechazada por el Consejo Nacional Electoral (CNE).

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Siendo así y teniendo en cuenta que ya no hay vuelta atrás, ni con Uribe ni con Mockus, y que lo de la personería de los verdes ya se considera “cosa juzgada”, lo que toca ahora es mirar hacia adelante. Con una polarización en sus niveles más altos y con el inicio de la campaña a Congreso de 2022 casi a la vuelta de la esquina, el uribismo y los verdes tienen ahora la imperiosa tarea de encontrar unos nuevos liderazgos que lleguen a suplir las ausencias de quienes en 2018 fueron sus máximas figuras y los más votados.

No es fácil por lo que representan Uribe y Mockus, no solo en las cuentas de los votos, sino en materia ideológica y de doctrina. Puede que haya algunas figuras que comiencen ahora a despuntar, pero la labor será ardua y deberá estar bien argumentada para atraer a unos ciudadanos que parecen ya cansados de tanta crispación y buscarán nuevas alternativas.

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