Del grupo hace parte Juan Moreno (delegado panameño Director del Instituto de Estudios Nacionales de la Universidad Nacional de Panamá), el investigador chocoano Carmelo Enrique Rentería Cuesta, periodistas nacionales y locales, miembros del Comité Nacional en Defensa de la Vida y del Agua, representantes de los consejos comunitarios de COCOMACIA Y ASCOBA, funcionarios de CODECHOCO, del Instituto de Estudios Ambientales del Pacifico, indígenas Wounan y Embera, docentes y otros tantos. Unos sesenta en total.
El tercer día de navegación el río se convirtió en frontera natural de los departamentos del Choco y Antioquia, quienes alguna vez trazaron esas fronteras nunca imaginaron que los lazos que unen a estos municipios nunca se romperían. Llegamos a MURINDÓ y fuimos recibidos por niños, niñas, jóvenes y adultos con chirimías, carteleras y muchas expectativas por escuchar la voz del agua en boca de los recién llegados. Rostros negros, indígenas, mulatos y blancos se dieron cita en la noche y a pesar del torrencial aguacero, el anfitrión no pudo ser otro que el propio alcalde municipal quien dio la bienvenida y alentó a sus coterráneos sesionar sobre la situación del agua en la región. Con las fichas sobre la mesa como el juego del dominó que tanto practican los chocoanos, nace el Comité en Defensa del Agua de la Vida en Murindó.
Los capitanes de Pakoré, Antadó y Tarabira llamaron al abordaje. Así, la incursión náutica por el Atrato hizo rugir los motores hasta el Carmen del Darién. Este lugar que apenas aparece referenciado en los mapas como un pequeñísimo punto, es el epicentro de una enorme riqueza… y no solo la natural, también y de manera especial la de su gente que atendió a la cita y escucho la propuesta del Referendo. El resultado: nace el Comité en Defensa del Agua encargado de recoger firmas y movilizar a la ciudadanía en torno al líquido.
Luego de una obra de teatro y de un almuerzo sencillo y delicioso, las embarcaciones enfilaron su rumbo hacia el norte, hacia Río Sucio. El trayecto no vario en nada a los anteriores: selva espesa, ríos abiertos, cielos plácidos. Las escaleras del muelle rebosaban humanidad, hombres sudorosos, mujeres sin igual, ancianos de palabra dispuesta, niños peces que se mueven con soltura y danzantes silenciosos que se contonean con el viento, recibieron a los guardianes del Referendo. Río Sucio se vistió de fiesta y acudió, en la noche, al evento cultural y representación de la navegación.
En el Atrato nunca deja de llover. Entonces, bajo la pertinaz lluvia la ciudad de la selva verde abrió la noche para que los navegantes descansaran. Y no es para menos quinientos kilómetros recorridos hasta ahora fatigan al más experimentado navegante.