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Colombia también gana con los demócratas

El nuevo escenario político en E.U. podría favorecer a nuestro país con un cambio de las políticas del presidente Uribe.

Armando Montenegro
05 de noviembre de 2008 - 05:44 a. m.

Con la victoria de Obama terminan siete años de una extraordinaria cercanía entre Bush y Uribe. Esta relación, nacida de realidades estratégicas indiscutibles, se amalgamó por grandes coincidencias ideológicas y personales. Ambos, de profundas convicciones conservadoras, desprecian la separación de poderes y la fortaleza de las instituciones que limitan su poder. Miran con desdén a los intelectuales y a lo que consideran una élite que maneja las ideas y buena parte de la prensa escrita.

Después del 11 de septiembre de 2001 el Plan Colombia se concentró en la lucha contra el terrorismo, que puso en el mismo plano a Bin Laden y a Tirofijo. Y con el ascenso político de Hugo Chávez, con su rabiosa agenda antinorteamericana, la relación de Washington y Bogotá alcanzó alturas insospechadas. Colombia apoyó la guerra en Irak y Estados Unidos se convirtió en un entusiasta puntal de la guerra contra las Farc.

Además de los temas de seguridad, las afinidades de Bush y Uribe se extendieron a numerosas áreas. En economía, por ejemplo, con políticas de generosos subsidios y exenciones a las empresas, coinciden en la teoría del goteo (trickle-down) que en Estados Unidos se denomina supply-side economics y en Colombia hace parte de la llamada confianza inversionista.

De la íntima relación entre Bush y Uribe debió nacer el TLC. Este acuerdo no se aprobó únicamente por las dudas de Uribe, quien animó las dilaciones de algunos gremios locales. Y cuando el Gobierno colombiano, por fin, estuvo listo, ya era tarde: Bush había perdido sus mayorías en el Congreso.

McCain, continuador de Bush, prometió seguir con sus políticas sobre Colombia. Dijo, una y otra vez, que la aprobación del TLC sería su prioridad. Y Uribe, sin timidez, manifestó su preferencia por el candidato republicano.

Aunque algunos observadores predicen que con el triunfo de Obama Uribe entrará a un período de luto, aislamiento y viudez, hay que recordar que, con frecuencia, los viudos también se casan y rehacen con éxito su vida. La extraordinaria ductilidad política de Uribe bien lo puede llevar a rehacer su agenda y acercarse al nuevo presidente de Estados Unidos.

Los matrimonios de los viudos, con cierta frecuencia, no nacen de las afinidades personales e ideológicas, sino de los intereses y conveniencias. Uribe y Obama irremediablemente tendrán que llegar a varios entendimientos para hacer frente a los problemas del tráfico de drogas y manejar a Hugo Chávez y otros gobiernos de la región.

Las transformaciones políticas guiadas por la conveniencia no son inusuales. El generalísimo Franco, por ejemplo, apoyó el eje Hitler-Mussolini en la segunda guerra mundial, y más adelante se convirtió en un colaborador de Estados Unidos en la Guerra Fría. Y Kadafi, antes enemigo mortal de Estados Unidos, acaba de convertirse en su aliado.

Si se construye una nueva relación de Colombia con Estados Unidos, la viudez de Uribe podría durar poco. Y si, como un producto de las exigencias de Obama, Uribe se mueve al centro, Colombia se podría ver beneficiada por una política de mayor respeto a los Derechos Humanos y de fortalecimiento de la justicia. Es posible, incluso, que con el tiempo se logre firmar alguna versión del TLC.  No es claro, sin embargo, que sin la reelección de Uribe, esto ocurra en lo que le queda de su gobierno.

Por Armando Montenegro

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