Una de sus características llamativas, los grandes colmillos de marfil puro que se alzan junto a la trompa, está paradójicamente siendo la razón de su extinción. Las alarmas se vienen encendiendo desde hace más de dos décadas, sin embargo, los resultados lejos de mejorar se agravan anualmente. La más reciente advertencia fue hecha por la universidad de Washington: “si la caza continúa, las sabanas africanas no tendrían elefantes a partir de 2020”.
En 1989, cuando se prohibió la caza de elefantes, el 7,4% que representaba el incremento anual en la matanza parecía ya fuera de control. Actualmente, a pesar de que las sanciones legales están vigentes, un escandaloso 8% preocupa a los naturistas y más si se tiene en cuenta que hace 20 años el número de ejemplares era de 1´000.000, un número que contrasta con los 470.000 que quedan hoy. La preocupación de los especialistas está en que la extinción definitiva originaría cambios climáticos severos y disminuiría notablemente los índices de turismo en África.
Los traficantes ilegales de marfil han invadido de forma clandestina las selvas africanas. El alto precio del material en el mercado negro, principalmente usado para elaborar bolas de billar, teclas para piano y adornos para muebles, hace que en países como China, Japón y Estados Unidos su venta y su uso sean bastante rentables.