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Es posible que en los próximos días, o semanas, usted sea uno más de los invitados a participar en un grupo de Facebook bautizado con un sugestivo eslogan ecológico: “Nadie sabe el agua que tiene, hasta que la pierde. No al Naftaducto”.
La nueva comunidad, que sigue reclutando a miembros en el ciberespacio, ya cuenta con un poderoso ejército de 2.000 personas. La causa que defienden se descubre con un simple clic: ¿Sabía usted que Ecopetrol S. A. está planeando la construcción de un Naftaducto por el que transportará un disolvente altamente tóxico, volátil y contaminante llamado nafta desde Tocancipá hasta los Llanos Orientales, pasando por los municipios de Guasca, La Calera, Choachí, Ubaque, Fómeque, Quetame, Cáqueza, Guayabetal, Acacías hasta Castilla la Nueva en el Meta?
En efecto, la Empresa Colombiana de Petróleos presentó en febrero de este año al Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo un proyecto con el trazado de un poliducto y está a la espera de la respectiva licencia ambiental para iniciar su construcción lo antes posible.
Buscando salidas a la cada vez más difícil situación energética, Ecopetrol decidió incrementar la producción de crudo en el Meta. Este departamento contiene 95% de las reservas probadas de crudo pesado equivalentes a 372. 2 millones de barriles.
Explotar este crudo le garantizará al país cierta seguridad energética, pero antes de lograr con eficacia las metas que la empresa se ha trazado, sus ingenieros necesitaban resolver un problema. Por tratarse de crudos pesados, es indispensable diluirlos con nafta, un componente residual en los procesos de obtención de gasolina, para luego sí poder bombearlos a través de los oleoductos hasta las refinerías.
Para su infortunio, la terminal de almacenamiento de nafta más cercana está ubicada en Tocancipá, a unos 167 kilómetros de distancia. Hasta ahora, el problema se ha resuelto enviando carrotanques cargados de nafta desde Tocancipá hasta Castilla. Pero este es un proceso costoso, lento, insuficiente y peligroso por los riesgos que implica transportar por las carreteras un volumen tan alto de sustancias volátiles.
Los ingenieros no dudan en que la solución es un poliducto de al menos 12 pulgadas de diámetro. El problema es que entre Tocancipá y Castilla se interpone una de las zonas ambientales más importantes para el país por la gran riqueza hídrica de sus páramos.
Los tres trazados que Ecopetrol presentó al Ministerio serpentean por la cordillera evitando tocar los terrenos de Reserva Forestal de los Cerros Orientales, el Parque Nacional Sumapaz y el Parque Nacional Chingaza, zonas prohibidas para el crudo.
Quienes se oponen a la construcción del poliducto señalan que el proyecto impactaría seriamente el Páramo de Cruz Verde en los linderos entre La Calera y Choachí a 3.400 metros de altura. La viceministra de Ambiente, Claudia Mora, responde que se encuentran estudiando las inquietudes de la comunidad en torno a páramos y están evaluando el impacto del proyecto.
El ministro Juan Lozano es cauteloso al pronunciarse sobre el tema. Dice que se trata de un proyecto “difícil y complicado”, y que prefiere abstenerse de dar declaraciones hasta que los técnicos aporten su concepto y que antes se cumpla una audiencia pública amplia. Aunque no se ha fijado fecha, se espera que pueda realizarse en julio.
Entre tanto, uno de los miembros del grupo se pregunta: “¿Qué es preferible, agua o petróleo?”.