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“Falta un millón de hectáreas por proteger”

Julia Miranda, directora de Parques Nacionales, habla sobre los retos del país en conservación y anuncia la declaratoria de un sitio destinado a salvaguardar especies de la medicina tradicional indígena.

Pablo Correa
03 de junio de 2008 - 10:04 p. m.

Desde Leticia, a donde viajó para firmar un convenio con autoridades del resguardo Cahuinari, Julia Miranda habla sobre el presente y el futuro ambiental de Colombia. En su administración, Parques Nacionales Naturales ha recibido el presupuesto más alto en la historia de la institución y prepara algunas de las estrategias que resultarán fundamentales para enfrentar los retos del cambio climático y el desarrollo sostenible en medio de un planeta que clama por ampliar la frontera agrícola.

En abril se destruyó una superficie de la selva amazónica equivalente a la ciudad de Río de Janeiro en territorio brasileño. ¿Qué tan grave es la tala de bosque natural en nuestro país?

En Colombia la tala ilegal se extiende por todo el país. Es un tema muy preocupante, tanto fuera como dentro de los parques. El Ejército y la Armada nos están ayudando mucho para controlar esta situación. Es importante recordar que la segunda causa del calentamiento global es la tala de bosque natural. Es algo que nos tiene que importar a todos.

¿Quiénes son los principales deforestadores en Colombia?

En este momento tenemos una situación muy delicada en el Parque Nacional Los Katíos y en El Cocuy. La tala ilegal es abrumadora. Hay organizaciones grandes que compran la madera y que promueven la tala entre las comunidades pequeñas. Hemos realizado un consejo de seguridad en Río Sucio, y vamos a hacer otro en El Cocuy. En los alrededores de Tame se está talando muchísimo. Hemos hecho llamados a las Corporaciones Autónomas para que sean estrictas con los permisos de aprovechamiento forestal.

¿Qué está haciendo Colombia para proteger su territorio amazónico?

En el Amazonas hay mucha tala. En nuestro caso, el 30% de la Amazonia está protegida por pertenecer a Parques Nacionales. Sin embargo, se necesita mayor fuerza pública y trabajo de las corporaciones. La Amazonia es un lugar único y está en riesgo de desaparecer. El cambio climático está acelerando el proceso de la “sabanización” del Amazonas. Lo que no conservemos ahora no lo podremos conservar más tarde.

Esta semana el Secretario General de la ONU hizo un llamado a los gobiernos para que aumenten 50% la producción agrícola. ¿Se sacrificarán zonas que deberían ser de conservación?

Hemos hecho un estudio muy serio en los últimos dos años para establecer zonas críticas de conservación en el país. Ahora sabemos con precisión dónde tenemos vacíos de conservación y cuáles son los sitios estratégicos que deben ser declarados Parques Nacionales. Invemar también hizo un ejercicio similar en territorio marítimo. Definir con claridad estas zonas nos permitirá un equilibrio entre conservación de esos ecosistemas y las tierras que se destinarán para producción de alimentos. Si logramos combinar las dos estrategias, conservación y fomento agropecuario, lograremos el desarrollo ideal del país.

¿Qué hace falta por proteger?

Actualmente hay 11 millones de hectáreas declaradas como Parques Nacionales. De la identificación de los sitios trascendentales, concluimos que hace falta declarar alrededor de un millón más de hectáreas. Se trata de parques pequeños.


¿Cuál es el próximo Parque Nacional?

La próxima declaratoria es un parque que hemos denominado Orito. Es muy interesante, porque es el resultado de un trabajo conjunto con médicos yageceros, la Universidad del Rosario y Parques Nacionales. Identificamos que es un territorio clave para la conservación de yerbas medicinales, que son fundamentales para la medicina de estos pueblos. Es un parque único en el ámbito mundial. Su objetivo de conservación es proteger la medicina tradicional indígena. Se trata de 10.000 hectáreas en el municipio de Orito (Putumayo).

¿Cómo se está preparando Parques frente a los retos del cambio climático?

La conservación de por sí es una contribución a la estabilización del clima. Con el Ideam estamos trabajando en medición del cambio y procesos de adaptación en el Parque de los Nevados y Chingaza. Estamos midiendo cómo se afecta la capacidad del páramo de recoger agua. Es un monitoreo las 24 horas del día. Eso nos permitirá diseñar políticas. ¿Qué pasará con Bogotá cuando en un término de años no muy lejano vea disminuida su oferta de agua? Los páramos tienen que ser conservados para generar alternativas a Chingaza. No se puede depender de una sola fuente. Hay que invertir en otros lugares.

Un total de 12 Premios Nobel propusieron esta semana que el agua dulce fuera declarada Patrimonio de la Humanidad. ¿Está de acuerdo con esto?

Es una medida que le conviene al país. No sé si la Unesco permite ese tipo de declaratorias, pero los esfuerzos globales por proteger el recurso hídrico obliga a los países a actuar con más decisión. Nosotros hemos hablado de salvaguardar especies como la ballena jorobada, que está en peligro de extinción, también algunas clases de tortugas. Si la Unesco lo permite, creo que sería importante.

El ecoturismo es una de las promesas económicas para el país. ¿Qué balance hace de estos años?

Creo que hemos avanzado muchísimo. Nos hemos dedicado a cumplir la meta del primer período del presidente Uribe, que era crear alternativas y aumentar el número de turistas. Abrimos proyectos de ecoturismo en cinco parques con participación de la empresa privada. Estos parques son un orgullo para nosotros. Ahora estamos diseñando una estrategia diferente, en la que el Estado hace la inversión y las comunidades locales se encargan de la administración. Estimamos que 1,2 millones de personas visitaron los Parques Naturales en los últimos dos años.

Amazonas en peligro

El Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales brasileño (INPE), ha anunciado que la deforestación del bosque amazónico crece a pasos agigantados.

Los  1.132 kilómetros cuadrados destruidos durante el pasado mes de abril encendieron las alarmas. Se trata de una superficie equivalente a la ciudad de Río de Janeiro.

La cifra contrasta con la del mes de marzo, en la que se reportaron 145,7 kilómetros cuadrados deforestados, es decir, que en cuestión de un mes, la cantidad de superficie devastada aumentó casi diez veces.

Carlos Minc, el nuevo ministro de  Medio Ambiente, atribuyó el aumento al alza de los precios de la carne y la soya. El funcionario comparte la preocupación por las cifras, pero dice que en este momento es difícil reducirlas.

Según datos del INPE, cada diez segundos se destruye en la Amazonia una superficie del tamaño de una cancha de fútbol.

Por Pablo Correa

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