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La experta en diseño funcional

Rita Paraiso, invitada especial.

El Espectador
27 de enero de 2010 - 02:59 a. m.

Lleva un vestido azul a la altura de la rodilla, un saco corto del mismo color y unos tacones negros. Es la italiana Rita Paradiso, invitada especial a Colombiatex, directora de investigación y desarrollo de Smartex-Italia y experta en funcionalidad. Explica que los textiles funcionales, o inteligentes, están inmersos en la cotidianidad. Incluso, dice, las prendas que lleva puestas también tienen un componente funcional: “Son inarrugables y tienen cierta elasticidad”.

Rita Paradiso asegura que Colombia está lista para producir este tipo de textiles, que no requieren grandes inversiones en tecnologías e insumos, pero sí tiempo en desarrollo e investigación. Los avances más significativos se han dado en la industria deportiva, con compañías como Nike y Speedo, que ya han adaptado sus prendas con cualidades como ventilación, amortiguación y libertad de movimiento.

¿Cómo define la palabra “funcional”? Al hablar de este tipo de textiles, ¿se refiere sólo a trajes especializados o también a ropa tradicional?

Posiblemente tú ya has usado algo funcional sin darte cuenta o tendrás prendas funcionales. Funcionalidad es el valor agregado que tenga la prenda, un servicio diferente al simplemente estético o de protección. Por ejemplo, funcionalidad es la elasticidad, el transporte de la humedad, protección contra ácaros o contra rayos UV.

¿Hasta dónde puede llegar la funcionalidad?

Los avances más importantes se están haciendo en el tema del deporte y salud. En éste último una prenda puede llegar a medir, a través de censores, ritmos cardiacos, estados de ánimo y temperaturas, que de algún modo pueden afectar la salud de una persona.

¿Se requiere una gran inversión en tecnología e insumos para producir esta clase de prendas?

La funcionalidad está relacionada, básicamente, con los acabados. Esta propuesta no es de grandes avances tecnológicos, se desarrolla a partir de los textiles y maquinaria tradicionales. Lo que sí se ha invertido en este tema es mucho tiempo de investigaciones y nuevas aplicaciones. Y claro, en el cambio de mentalidad.

¿Los usuarios ya empezaron a reconocer el valor agregado de las prendas funcionales?

Sí, inclusive están requiriendo que se sigan produciendo. Muchos de los productos se han desarrollado con base en necesidades del usuario, sobre todo en relación con la salud y el bienestar. El 80% del cuerpo está cubierto con tela, y la funcionalidad lo que busca es aprovechar esa relación para medir cómo funciona nuestro cuerpo respecto al ambiente y las actividades que realizamos.

¿Cuál es realmente el resultado de esta ropa? ¿Se puede hablar de facultades de elasticidad para la piel, o de evitar el envejecimiento prematuro?

Que hagan el milagro es muy difícil. Todo depende de las circunstancias de la personas y de las de las actividades que desarrollen. Pero sí estoy segura de que esa interacción entre la prenda y el cuerpo es totalmente novedosa y hay mucho por investigar. Lo que tienen que ofrecer los textiles inteligentes es la capacidad de monitorear lo que está ocurriendo en nuestro cuerpo.

¿La inversión que se hace en vestuario funcional es mucho más elevada que la que se haría en prendas tradicionales?

No es mucho más costosa, pero el valor adicional que se paga, se hace por una prenda confortable y que al ser inteligente va a tener una duración más larga. Aquí se cuida mucho la calidad de los hilos y de la confección. No se puede comparar una prenda de estas con una tradicional. En cambio, sí se puede medir ese valor agregado. Por ejemplo, si se compra un aparato que mide el ritmo cardiaco puede ser más costoso que una prenda que hace la misma función.

Por El Espectador

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