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Las grietas del Icetex

Pese a que la institución prometió planes de alivio para los deudores, algunos no entienden cómo funcionará esta metodología y, aseguran, nunca recibieron información clara sobre su financiación.

Sergio Silva Numa
20 de octubre de 2012 - 09:00 p. m.
Según el Icetex, son alrededor de 15.000 personas las que hoy presentan mora de más de 60 días.  /  Fotoilustración  David Campuzano
Según el Icetex, son alrededor de 15.000 personas las que hoy presentan mora de más de 60 días. / Fotoilustración David Campuzano

El desconcierto no pudo ser mayor. Era casi como una ofensa. En sus manos detallaba tenso el primer cobro del Icetex. La cifra fue una violenta cachetada: $53’956.588. Era mayo de 2011 y, de ahí en adelante, esa era su deuda; un monto que tendría que pagar en cuotas de $755.381 durante 120 meses.

Jairo*, graduado de Ingeniería de Sistemas de la Universidad de los Andes en octubre de 2010, no concebía cómo el préstamo por $38’115.000 que le hizo esa entidad para financiar sus estudios, había sufrido esa transformación. Lo primero fue hacer una comparación que, aún hoy, sigue siendo para él la mejor evidencia de que tomar ese crédito fue un grave error.

Para financiar su pregrado acudió al Icetex y a Fiducolombia, una entidad bancaria que operaba en los Andes. Ambos iban a costear su carrera por partes iguales. Ambos empezaron a desembolsar, semestre a semestre, la misma cantidad desde el 16 de marzo de 2004 hasta junio de 2008. Jairo, por su parte, como respuesta tenía que hacer un pago mensual a las dos entidades.

Y así lo hizo, pero, para su sorpresa, en el momento en que se percató de los casi $54’000.000 que adeudaba al Icetex, los de Fiducolombia apenas sobrepasaban los $24’000.000. “¿Qué pasó? Aún no entiendo”, cuenta.

Cuando Jairo, de estrato 3, acudió al Icetex ante su imposibilidad de pago, estaba convencido, como se lo dijeron en repetidas ocasiones, de que era el mejor crédito del sector financiero y deque su propósito no era otro que el fomento de la educación. Él, persuadido por esos propósitos, tomó el préstamo en lo que hoy considera un atentado a la buena fe del estudiante. “No me dieron información clara de cómo me iban a cobrar, mientras que en Fiducolombia sí”, dice.

Según Jorge Isaza, encargado del crédito educativo de Bancolombia, “siempre hay una necesidad de explicar de la mejor forma bajo qué condiciones se dan los créditos. De hecho, aquí intentamos darle al estudiante una educación financiera”.

Hoy, Jairo, al igual que centenares de beneficiarios, todavía no sabe con certeza por qué su deuda alcanzó sumas tan altas, como tampoco sabe por qué, si pagó dos cuotas de más de $700.000 (no pudo amortizar más), su saldo se mantiene casi exacto.

La explicación no es simple: al tomar un crédito a largo plazo (modalidad Acces 2003), Jairo no tenía que pagar cuota alguna durante su estudio. Lo que cancelaba era un porcentaje mínimo de los intereses, una suma que sólo servía como un comprobante de que tenía una “cultura de pago”. Por lo general, no superaba los $100.000.

Así que, mientras tanto, el dinero que le entregaba el Icetex al estudiante para la matrícula universitaria se iba acumulando, al igual que los intereses que, con el paso del tiempo, aumentaban de manera significativa. Al final, cuando se hacía el último desembolso del crédito, se sumaba dinero prestado más intereses generados. Y sobre ese monto se empezaban a cobrar más intereses hasta que se cancelara la totalidad de la deuda.

Jairo nunca supo eso. Muchos nunca lo supieron y, por ello, tantas protestas y tanto desconcierto.

A diferencia de esta modalidad de cobro, Fiducolombia, según cuenta, le explicó de forma clara cómo iban a ser las cosas: le proporcionaba un dinero del cual él iba a pagar cuotas mensuales desde que estudiaba hasta que terminara. Así iba saldando su deuda e intereses y las cuotas disminuían con el correr del tiempo. A tal punto que hoy, con cuotas de $340.000 (monto máximo que ha cancelado), debe tan solo $19 millones de los $38 que le prestaron.

Más allá de los problemas de desinformación que tuvieron los usuarios sobre cómo funcionaban sus créditos, es cierto que en el Icetex ha habido una serie de errores y una evidente desorganización de la que muchos se han quejado con persistencia.

En el caso de Jairo, antes de que la entidad le hiciera el último desembolso en junio de 2008, él había ido un año antes para saber cómo tendría que pagar. La respuesta fue nula. Volvió en enero de 2009 como muestra de su intención de pago y, ante su insistencia, le dijeron que su proceso estaría en plan de amortización y que no le cobrarían más intereses durante ese lapso.

Pero, contrario a la respuesta de los funcionarios, durante los dos años y cuatro meses que transcurrieron hasta el primer cobro, sí se contaron esos intereses, que resultaron ser más de $4’000.000. Después de varios meses, muchas cartas y de acudir al defensor del Consumidor, logró que le rebajaran ese monto, aunque tuvo que asumir el porcentaje del IPC (Índice de Precios al Consumidor) de ese tiempo.

Además, Jairo, para solucionar sus dudas, ha solicitado repetidamente un estudio de su estado de crédito, el cual jamás ha recibido. Cosa muy diferente ha sucedido con Fiducolombia. Ahora no sabe cómo solucionar las altas cuotas y tampoco cómo detener unos intereses que crecen poco a poco.

En las últimas semanas el Icetex ha tomado una serie de medidas para poner punto final a una cartera morosa de 13% y dar mejores oportunidades de crédito a los nuevos estudiantes. Quizá la más significativa es cobrar una tasa de interés real cero para los estratos uno, dos y tres, que constituyen el 94% de los usuarios. Es decir, que los que opten por un crédito sólo tendrían que pagar el IPC. A los estratos cuatro, cinco y seis, se les cobrará un interés de 4% más el IPC

“Esa decisión cobija tanto a estudiantes nuevos como a aquellas personas que no hayan terminado de pagar su crédito”, asegura Gustavo Palacios, director de cobranza de la institución.

Otra de las soluciones es la creación de planes de alivio, principalmente para quienes deben dinero desde la década del noventa. Son alrededor de 1.050 deudores que, en esa época, tuvieron que pagar intereses de hasta el 24%.

Sin embargo, esos planes de alivio no parecen ser una medida tan eficaz. Camila Cortés, quien terminó sus materias de derecho en los Andes en 2008, cuando el Icetex desembolsó la última suma de un crédito que empezó en 2003, trató de acogerse a uno de esos planes. Pero se encontró con que la negociación tendría que ser con Activa Abogados, una agencia de cobranzas, las mismas que hacen llamadas a altas horas de la noche para recordar la deuda de un modo poco amable. Además, tendría que pagar $120.000 de honorarios al funcionario.

A ella le plantearon, en pocas palabras, que pagara $13’000.000 y la deuda, que es de un poco más de $52’000.000, se le reducía a $45’000.000 (es decir —según la interpretación de Cortés—, no se le restarían a la deuda total esos trece millones, sino que se le perdonarían unos intereses).

Pero cancelar ese monto parece una tarea inimaginable si Cortés debe pagar cuotas de $700.000 mientras su salario es de $900.000.

Para esos casos de cuotas muy altas, el Icetex también se ha ingeniado una manera de que los estudiantes puedan amortizar. El “sistema de cuota escalonada”, que se implementó en julio de 2012, permitiría que cada quien pague una suma que no supera el 20% de su salario en un máximo de 120 meses. El valor aumentaría con los años, bajo la suposición de que los salarios también se incrementan.

Averiguar cuánto gana cada usuario resulta una difícil tarea. Así que, para evitarse ese inconveniente, el Icetex recurre a las estadísticas del Observatorio Laboral para la Educación, de este Ministerio. El mismo que fue tan cuestionado hace un par de semanas cuando aseguró que un recién egresado universitario gana en promedio $1’800.000. ¿Realmente cuántos recién graduados pueden decir que se ganan ese salario?

 

* Nombre cambiado a petición de la fuente.

Por Sergio Silva Numa

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