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El partido entre Argentina y Uruguay que se jugó el pasado jueves primero de septiembre marcaba la vuelta del “10” argentino a su selección luego del anuncio de retiro tras perder la final de la Copa América Centenario.
- Ya está, lo intenté mucho es increíble pero no se da. Se terminó para mí la selección.
Dijo Messi después de la derrota ante Chile en Estados Unidos.
El centrocampista volvía a su país, esta vez en el estadio Malvinas Argentinas de la provincia de Mendoza, para seguir enfrentando el reto de clasificar al mundial de Rusia 2018. El clásico del río de la plata fue el escenario de la demostración que esa declaración había sido producto de la frustración tras perder tres finales seguidas con su selección.
Esta vez con el pelo teñido de amarillo, la barba roja y la cinta de capitán en el brazo izquierdo Messi fue el referente de su equipo. Tuvo la personalidad que tanto le critican en su país. Habló constantemente con el arbitro, con sus rivales y con sus compañeros.
A los 42 minutos Messi recibió el balón afuera del área grande, se llevó la pelota con un taco, esquivó a dos rivales dando una vuelta entera sobre sí mismo y disparó. La pelota pegó en el defensor José María Giménez, se desvió, pero entró en el arco.
Los aficionados que se reunieron en el Malvinas Argentinas corearon su apellido y levantaron sus brazos como comúnmente lo hacen los hinchas del Barcelona en un signo de adoración.
Más allá del retorno del capitán argentino y el estreno de Edgardo Bauza como técnico de la selección albiceleste quedó otra foto que demuestra la calidad técnica de Messi. La imagen se hizo viral en redes sociales y muestra cómo, al recibir la pelota, el jugador estaba marcado por siete jugadores contrarios.
Luego del partido, cuando le preguntaron sobre su decisión de regresar al equipo, Messi respondió:
- No podía no volver.