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“Sólo por hoy, no estaré enojado, no me preocuparé, honraré a todos mis semejantes, trabajaré con compromiso conmigo mismo, respetaré la vida en todas sus formas y la agradeceré”. Esta invocación es atribuida al misionero japonés Mikao Usui, quien a finales del siglo XIX, indagando en el conocimiento espiritual sobre la forma como curaba Jesús y repasando las técnicas de sanación del budismo, adquirió la capacidad de canalizar la energía vital para armonizar a través de las manos. Lo llamó Reiki y desde hace varias décadas representa una práctica terapéutica de positivos beneficios.
Mikao Usui falleció en 1926, pero sus enseñanzas, nunca ideadas como sustituto de la medicina sino como un ejercicio de amor y compasión, cobraron forma a través de sus sucesores, quienes crearon una universidad y un centro clínico en Japón, desde donde el Reiki se expandió por el mundo. Colombia no fue la excepción. Desde mediados de los años 90, varios iniciados en sus técnicas empezaron a demostrar cómo la imposición de manos con la intención de sanar, con las debidas instrucciones de los guías y maestros, logran activar una energía vital que sirve para tratar desequilibrios físicos y mentales.
Entre los principales difusores en el país está la administradora de empresas caleña Patricia Zorrilla Aragón, una estudiosa profesional que desde sus días de colegial, cuando escuchaba de sus profesoras religiosas las enseñanzas de Jesús, comenzó a preguntarse sobre su dimensión humana. Aunque siguió la tradición familiar y se graduó en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, por su propia cuenta fue sumando conocimiento para su ser. Un doctorado en filosofía, especializaciones en naturopatía y acupuntura, formación en medicina alternativa en España y talleres de meditación con maestros orientales.
En 1996 emprendió el camino del Reiki y, convencida que no era un don o un azar sino un conocimiento de formación espiritual interminable, se aplicó a la iniciación en sus métodos. El respeto a no interferir en la decisión de quien no desea ser sanado, la comprensión de los sistemas chákricos que actúan en el cuerpo etérico como transmisores de energía, la ética para nunca declararse sanador ni declararse sustituto de los médicos, el deber de iniciar cada sesión con una sencilla oración sin pretensiones religiosas o mágicas: “Invoco la luz de mi Cristo interno, soy un canal puro y perfecto, la luz es mi guía”.
Alentada por el ejemplo de Mikao Usui, que para beneficio de sus contemporáneos desatendió a sus jerarquías religiosas cuando le advirtieron que no debía dar a conocer los procedimientos de sanación aprendidos, Patricia Zorrilla creó en 1997 la organización Reiki Universal con el objetivo de extender el conocimiento de este “despertador de la conciencia”. “Reiki para sentir y obrar desde la abundancia, la confianza y el amor incondicional hacia nosotros mismos y los demás”, recalca con la convicción de quien lleva 14 años desarrollando talleres y difundiendo las herramientas de este “patrimonio para la humanidad”.
Los puntos básicos del cuerpo donde el terapeuta puede imponer sus manos para canalizar energías, la forma de complementar con Reiki otros tratamientos como masajes, quiropraxis o reflexología, o la certeza de que con esta práctica nadie va a salir perjudicado, pero también de que existe una ley universal cuyo postulado es que nadie recibe algo fuera de la ley de correspondencia. Una filosofía de vida sin demasiadas exigencias intelectuales para ayudar a sanar sin reemplazar a la ciencia, que Patricia Zorrilla condensó también como coautora del libro Manual de Reiki Universal, publicado en 2003.
Es la visión de una mujer que cree que buena parte del sufrimiento humano procede de una equivocada interpretación de la realidad. “Somos seres libres con verdades neutras y el universo nos habla día a día o emite alarmas de información para la mente, que se desechan por falsas supersticiones o por prejuicios”, insiste mientras refiere que su entusiasmo por la difusión del conocimiento espiritual no se detiene. Por eso en 2001 creó la Escuela de Sabiduría Universal para compartir información que impulse el crecimiento personal desde distintas reflexiones y en 2005 el Centro de Formación Humanista con similares objetivos.
“Son extensiones del Reiki, que antes que todo es autocuración natural y después ayuda para conectar a las personas con la gran energía universal que es la fuente de la vida”, puntualiza Patricia Zorrilla, quien desde hace varios años, prácticamente sin excepción, cada sábado reúne entre 70 y 100 personas para instruir en su “camino de amor y luz”, y cada miércoles convoca en su Centro de Sabiduría Universal para enseñar y escuchar, en un permanente aprendizaje que no deja una conclusión distinta a persistir en la búsqueda de “dormir cada noche con una sonrisa en los labios y levantarse todos los días con una canción en el corazón”.