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Riquelme dice que “ya no hay marcha atrás”

El argentino está en el ojo del huracán por su pelea mediática con Maradona. Dice que definitivamente no pueden trabajar juntos.

Daniel Avellaneda / Corresponsal en Buenos Aires
23 de marzo de 2009 - 03:18 a. m.

No suele regalar sonrisas. Mucho menos, después de unas semanas en las que fue protagonista del cruce mediático más feroz de los últimos tiempos. Pero muestra sus dientes blancos cuando un chico vestido de azul y oro de la cabeza a los pies le enseña una bandera albiceleste con el inconfundible sello argentino y una leyenda que apunta a su corazón: “Riquelme es de selección”. Entonces, este 10, que se enfrentó a otro 10, ese que se paró en la vereda opuesta a quien fuera el futbolista más grande de este planeta, brasileños al margen, deja ver una mueca de satisfacción por el cumplido que decora la tela. Sí, ese hincha de Boca Juniors consiguió que Juan Román Riquelme se despojara de su polémica renuncia al equipo nacional que conduce Diego Armando Maradona.

Empieza la semana en Casa Amarilla y el otoño comienza a sentirse en la piel de los porteños. Después de un calor infernal, la brisa que acompaña la caída de las hojas de los árboles es la panacea. Y más allá de que el estruendo se produjo hace algunos días, todavía se percibe en el ambiente ese ruido de pasillos donde el comentario, indefectiblemente, es Román. Es que no cualquiera le dice “no” a Maradona, el técnico que en pantalones cortos produjo el mayor impacto argentino en el mundo de la pelota. Diego dejó claro, a través de un programa de televisión, que el actual nivel de Riquelme no le servía en esta instancia, a pesar de haberlo convocado para los futuros compromisos por eliminatorias, ante Venezuela y Bolivia. Y el enganche de Boca pegó un portazo. Por segunda vez en su carrera. La anterior había sido hace tres años, cuando apenas arrancaba el ciclo de Alfio Basile, casualmente el antecesor de Maradona.

“Ya lo dije y lo repito ahora: aunque me duela en lo más profundo de mi corazón, ya no voy a jugar en la selección. No comparto los mismos códigos que el entrenador”, asegura, tajante, sin medias tintas. Y va al fondo de la cuestión: “Ya está, es una decisión tomada y no hay vuelta atrás. Se acabó mi presencia en el seleccionado, por más que me parezca raro decirlo y que me duela en el alma tener que seguir el Mundial por televisión”.

El respaldo que recibió de los aficionados de Boca el domingo pasado, durante la goleada frente a Argentinos Juniors por el Torneo Clausura, fue conmovedor y le puso la piel de gallina al conductor azul y oro. Las tribunas estuvieron tapizadas con banderas alusivas al conflicto con Maradona y no hubo una que no apoyara a Román por encima de Diego. Por eso la felicidad brotó en los poros de un jugador que es emblema del club más popular de estas latitudes. Cómo será que en la Bombonera se escucharon insultos contra la selección, una reacción cuestionable, más allá de que los argentinos suelen tener una característica única: la mayoría es más fanática de sus equipos que de la propia camiseta nacional. Aquí, la pasión interna, a fin de cuentas, tiene un valor muy superior a la responsabilidad que ostenta cualquier seleccionado, la de representar al país fronteras afuera.

¿Esperaba este respaldo de los hinchas?

La verdad, nunca me voy a olvidar de ese domingo. Fue espectacular como me trataron los hinchas. Esta es mi casa y me lo hacen sentir cada domingo. De la cabeza a mis pies, soy plenamente de Boca. Todo me lo debo a ellos y voy a retribuirles esta alegría. La de Boca es mi camiseta y la voy a defender al máximo.

No es un hombre de soltar muchas palabras Riquelme, pero se entrega al diálogo. Y deja una sentencia: “Estoy muy tranquilo con la determinación que tomé. Fui claro y, a medida que pasan los días, estoy más convencido de lo que hice. Mi familia está orgullosa de cómo manejé esta situación”.

Usted habló de códigos, de diferencias con insalvables.

No tenemos la misma forma de manejarnos con el entrenador de la selección y por eso no podemos trabajar juntos. Es una decisión tomada.

¿No pensó en hablar con Maradona para aclarar los tantos?

No soy un juvenil que recién empieza. Cumplí 30 años, ya soy grande. Y cuando las cosas se hablan de determinada manera, no hay mucho más que decir.

¿Se le acabó el entusiasmo por jugar con la camiseta albiceleste?

No, para nada. Si yo me fui a China para representar a la selección con el Sub 23 en los Juegos Olímpicos. Y me moría de ganas por estar en el Mundial. Todo el esfuerzo que hago en Boca es para jugar en la selección, estaba muy ilusionado con la posibilidad de ir a Suráfrica. Pero, bueno, ya no será así.

¿Por qué Maradona dice que, jugando de esta manera, no le sirve para la selección?

Habrá que preguntárselo a él. Yo juego como me pide mi técnico, Carlos Ischia. Siempre quiero rendir al máximo.

¿Cree que tiene que mejorar, que no es el Riquelme de otros tiempos?

Si hay algo que tengo que mejorar, creo que es a la hora de hacer goles. A mí me gustaría todos los fines de semana hacer goles como Martín Palermo o Rodrigo Palacio. Eso me da un poco de envidia. Ellos hacen goles muy fácil y a mí me está costando. Pero yo los ayudo.

Usted tuvo un techo, en especial durante la Copa de 2007, cuando volvió de Europa. ¿Se le puede pedir más?

Yo quiero seguir jugando mejor cada domingo.

¿Cómo cree que le va a ir a la selección sin un estratega como usted?

Muy bien. La selección tiene grandes jugadores y seguramente va a clasificarse al Mundial. No tengo dudas. Y ojalá que en Suráfrica le vaya bien. Les deseo lo mejor al equipo y a los jugadores.

¿No hay marcha atrás?

No, no. No hay vuelta. La selección es un pasado en mi vida, por más que me sienta mal por esta situación.

La copa, esa obsesión

Con la firmeza que se le escucha hablar del final de su ciclo en la selección, ahora es momento de meterse de lleno en la Copa. Como el propio Román dice, su cabeza está de lleno en la Libertadores, ese trofeo que capturó en tres ocasiones. De hecho, en el terreno internacional, el enganche es un especialista: además de ser tricampeón continental, también ganó la Intercontinental ante Real Madrid en Tokio, hace ya nueve temporadas.

¿Por qué hay tanta devoción por la Copa Libertadores?

La Copa es diferente a todo. Y el jugador de Boca siempre tiene la ilusión de volver a levantarla. Nosotros tuvimos la suerte de ganarla en varias oportunidades y es por eso que queremos repetir, llegar hasta la final y conseguirla otra vez. Además, está la posibilidad a fin de año de jugar el Mundial de Clubes en Japón. Y eso no me lo quiero perder.

Entonces, la mentalidad es diferente a la hora de jugar la Copa respecto al torneo doméstico.

Yo creo que es diferente. Al menos para mí, la Libertadores es especial. No cualquiera gana la Copa. Porque no se defiende sólo al club, también al país. Y de visitante, sobre todo.

Por Daniel Avellaneda / Corresponsal en Buenos Aires

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