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Segundo semestre académico: las Instituciones de Educación Superior en Colombia siguen vivas

El 11 de marzo de 2020 la OMS declaró la pandemia mundial por la covid-19, y con ella, los contagios cruzaban el Atlántico, luego de invadir al Viejo Continente, llegaban a Colombia. A las prioridades estratégicas planteadas para este y los años venideros de cada IES, se le sumaron las preocupaciones y necesidades para afrontar la crisis.

Padre Hárold Castilla Devoz, rector general Uniminuto
16 de agosto de 2020 - 02:00 p. m.
A las prioridades estratégicas planteadas para este y los años venideros de cada IES, se le sumaron las preocupaciones y necesidades para afrontar la crisis del coronavirus.
A las prioridades estratégicas planteadas para este y los años venideros de cada IES, se le sumaron las preocupaciones y necesidades para afrontar la crisis del coronavirus.
Foto: Pixabay

Pensar en el segundo semestre de este año 2020, es pensar en un antes y en un después, no solo en la gestión que muchos rectores de las Instituciones de Educación Superior han tenido que realizar, sino de la vida de todos, de la sociedad en general, de países y continentes, del planeta entero, de la humanidad. Los primeros dos meses del año transcurrieron tan vertiginosos como siempre, con los retos que impone el inicio de cada año, y con una nueva mirada enriquecida por las bases de la transformación del sector en Colombia, sustentada en una reforma normativa que propicia la consolidación del Sistema Universitario.

Veía en las noticias cómo los brotes de una extraña enfermedad, una infección respiratoria con cierto grado de letalidad se hacía merecedora de la atención de autoridades sanitarias, gobiernos locales y nacionales, e incluso de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El coronavirus SARS-CoV-2 o covid-19 empezaba a afectar la normalidad de millones de ciudadanos en Asia, generando serios inconvenientes a la movilidad y poniendo en jaque a los sistemas de salud. Veía tan lejos y tan ajena esa realidad, que el foco de la atención de nuestra gestión como líderes académicos (rectores, directivos, profesores…) y también de los estudiantes se centraba en dar continuidad a un trabajo arduo, dedicado y consciente para seguir ofreciendo a Colombia y al mundo una educación superior de calidad al alcance de todos.

El 11 de marzo de 2020 la OMS declaró la pandemia mundial por la covid-19, y con ella, los contagios cruzaban el Atlántico, luego de invadir al Viejo Continente, llegaban a Colombia. A las prioridades estratégicas planteadas para este y los años venideros de cada IES, se le sumaron las preocupaciones y necesidades para afrontar la crisis, una emergencia sanitaria y económica sin precedente alguno en la historia reciente. Nada estaba dicho; nuestra realidad se nubló súbitamente de incertidumbre, miedo y ansiedad, pero con discernimiento, sensatez y resiliencia, fuimos construyendo, paso a paso, una ruta que garantizara la continuidad pedagógica, con calidad y equidad, en medio de las restricciones propias de un aislamiento preventivo obligatorio decretado por el Gobierno nacional.

Nuestra forma de hacer las cosas cambió de repente, la rutina varió sustancialmente, y la transición solo dio tiempo para actuar, tomando decisiones de manera simplificada, y siempre teniendo presente algunos principios que han guiado la gestión. El primero de estos es velar por la salud y bienestar de toda la comunidad educativa, un pilar fundamental del accionar de todas las IES durante esta pandemia. Para ello, se tomaron medidas de todo nivel que permitieran el normal funcionamiento de las Instituciones, con un esquema de trabajo en casa para colaboradores, mediado por las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), con una observancia permanente de su estado de salud físico y mental, propiciando ambientes sanos y motivadores mediante acompañamientos de diversa índole y acciones comunicativas clave. Además, se realizaron ejercicios equilibrados que favorecieran la continuidad de los contratos de trabajo, y otras ayudas y acciones solidarias que salvaguardarán la vida de todos y las de sus familias.

En segundo lugar y, no menos importante, está la calidad académica. Garantizar la prestación del servicio educativo en condiciones de calidad bajo un modelo de enseñanza de emergencia que constituye todo un reto, siendo esta una oportunidad para capitalizar las fortalezas y capacidades de las Institución y poner a prueba la robustez de la infraestructura tecnológica implementada. Sin embargo, los impactos en los resultados de los aprendizajes de aquellos estudiantes con un mayor grado de vulnerabilidad —ya sea por dificultades de acceso a un computador o a internet, o por su bajo desarrollo de competencias digitales—, están por verse. Para mitigar los riesgos asociados a la continuidad académica en estas circunstancias, fue necesario ejecutar un conjunto de acciones que contribuyeran al fortalecimiento de las competencias digitales por parte de los profesores y el aprovechamiento de los recursos tecnológicos; a las estrategias pedagógicas y didácticas mediadas por TIC; y a la evaluación en contextos virtuales. De igual forma, estas acciones vinieron acompañadas por actividades de bienestar, que aportaron a soslayar en cierto modo los impactos adversos en el ámbito socioemocional derivados del confinamiento, tanto para estudiantes como profesores y demás colaboradores.

Finalmente, el tercer principio o premisa es la sostenibilidad. Lograr una conciencia en todos los actores que hacen parte de las Instituciones, para comprender que, en el corto, mediano y largo plazo las decisiones que se tomen deben siempre pensarse con criterio de sostenibilidad para el bien común. Analistas y el propio sector de la educación superior prevén una contracción en la demanda de la matrícula, afectando los ingresos destinados a la operación y a la inversión en el desarrollo institucional. El dilema que surge entre la realidad económica de los estudiantes y sus familias, y la sostenibilidad del proyecto educativo colombiano nos exige una conciencia real donde “todos ponen” lo mejor de su potencial de solidaridad. No podemos sólo pensar en la inmediatez, sino tener una visión prospectiva, de largo aliento, que garantice un adecuado nivel de ingresos, racionalizando los costos y gastos, y siendo eficientes en aras de mantener la calidad en todas las dimensiones, logrando los resultados de aprendizaje en nuestros estudiantes, y de impacto en las comunidades y territorios donde se hacemos presencia. De lo contrario, estaríamos siendo irresponsables con nuestra misión de educar, de formar y transcender, de transformar vidas, de lograr mejores seres humanos, competentes y éticamente orientados que aporten al próximo normal, a la construcción de una Colombia con una nueva realidad.

*Rector general de la Uniminuto

Por Padre Hárold Castilla Devoz, rector general Uniminuto

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