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“El Reino Unido ha vuelto a ser víctima de un ataque terrorista brutal”, dijo la primera ministra británica, Theresa May, en el momento de ofrecer los últimos detalles del atentado en Londres que dejó siete víctimas mortales y 48 heridos.
En lo que va de este año, el país ha sufrido tres ataques terroristas. Los anteriores fueron el de hace dos meses frente al Parlamento, con cinco fallecidos, y el perpetrado en Mánchester al finalizar un concierto de Ariana Grande hace dos semanas, que dejó 22 muertos.
“El país se enfrenta a una nueva forma de amenaza en la que los autores de los atentados se copian unos a otros y se inspiran en la malvada ideología del extremismo islamista”, agregó May.
Pero la amenaza no es nueva. Data de septiembre de 2014, cuando grupos terroristas como el Estado Islámico y Al Qaeda dieron instrucciones para atacar.
Entonces, Abu Mohamed al Adnani, portavoz del Estado Islámico (EI), explicaba con lujo de detalles, en una grabación en árabe publicada en internet y con transcripciones en inglés, francés y hebreo, los mejores modos para acabar con la vida de los infieles occidentales si no se dispone de material: “Si no puedes encontrar explosivos o munición, arrincona al infiel estadounidense, francés o de cualquiera de sus aliados. Aplasta su cabeza con una roca, mátalo con un cuchillo, atropéllalo con tu automóvil, arrójalo desde un lugar elevado, estrangúlalo o envenénalo”.
Algo que se ha cumplido al pie de la letra en los ataques que, desde 2014, azotan a Europa: Niza, Berlín, Londres...
Fernando Reinares, director del Programa sobre Terrorismo Global en el Real Instituto Elcano, escribe en El País de España que “los nuevos atentados de Londres, como numerosos otros perpetrados en Europa occidental desde 2014, son consecuencia de la movilización yihadista sin precedentes que viene afectando a nuestras sociedades durante los últimos seis años. El Reino Unido se encuentra entre los países de ese ámbito donde dicha movilización ha alcanzado niveles más elevados”.
Pero los servicios de inteligencia están desbordados, “incapaces de llevar a cabo un seguimiento preventivo de cada individuo sobre cuyo extremismo hay más que fundadas sospechas y de desbaratar con éxito todos los posibles planes para llevar a cabo actos de terrorismo. Lo ocurrido estremece sin duda una vez más, pero no es imprevisto ni incomprensible”, agrega el experto.
“Desde 2013 hemos desbaratado 13 complots terroristas”, asegura el subcomisario de la policía antiterrorista de Londres, Mark Rowley. En los últimos años, Francia también ha evitado que se cometan más de 16 ataques terroristas, según organismos de inteligencia.
Pequeños logros frente una realidad que, según explica el filósofo francés Philippe-Joseph Salazar, está ganando la batalla en un campo aún más peligroso: el del lenguaje y las ideas.
“El califato es la primera ideología que usa internet y sus recursos como arma de guerra a gran escala. Nada de lo que el califato ha hecho desaparecerá: permanecerá para inspirar, dar ideas, motivar y dar forma al yihadismo del futuro. Nosotros creamos internet para expandir las relaciones sociales, compartir información, etc. La herramienta se volvió contra nosotros como un arma que recluta millennials, expande una ideología y provee recursos para la guerra. ¿Y qué hacemos? Nada, los reducimos a locos y desadaptados. ¿Qué hace Silicon Valley? Sólo ganar dinero”.
¿Cómo vencerlos, entonces? May propuso que “la respuesta no debe ser sólo lanzar operaciones antiterroristas continuamente, sino que hay que trasladarla al terreno de las ideas y a internet para evitar la propagación”.
Pero internet es rápido y las alertas se quedaron cortas. Un informe publicado por Naciones Unidas en 2013, titulado El uso de internet con fines terroristas, llamaba la atención sobre el mal uso de esta herramienta. Entonces, el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, alertaba: “Internet es un excelente ejemplo de cómo los terroristas pueden actuar de manera verdaderamente transnacional. En respuesta, los estados deben pensar y funcionar de manera igualmente transnacional”.
La colaboración entre organismos de seguridad e inteligencia ha mejorado en los últimos años; también se han incrementado los bombardeos contra los terroristas en lugares como Siria e Irak. Pero falta atacar a los extremistas en los campos en donde están seguros, como internet.
Para eso, May ordenó revisar la estrategia antiterrorista en el Reino Unido: “Derrotar esa ideología es uno de los grandes retos de nuestro tiempo, pero no se puede hacer tan sólo con intervenciones militares sino que hay que trasladarla al terreno de las ideas y a internet para evitar la propagación”. Nunca es tarde.