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“Vi varias veces a Cano”

Dicen que ni ‘Cano’ ni ‘Pablo Catatumbo’ volvieron a aparecer por los caseríos.

El Espectador
28 de octubre de 2008 - 04:00 a. m.

Para los campesinos de las 29 veredas del corregimiento de Las Hermosas (Chaparral, sur del Tolima) la llegada del Ejército les cambió la vida desde el pasado 4 de febrero.

“Antes aquí nadie podía entrar porque la guerrilla tenía custodiada la zona. Al que se atrevía a subir sin aviso o permiso previo, de seguro lo mataban”, comentó Luis Benavides, habitante de la vereda San Roque.

En visita que hizo El Espectador a la zona, algunas personas todavía temerosas de hablar narraron circunstancias que vivieron durante décadas cuando estuvieron en manos de la guerrilla de las Farc.

“Atendía a los guerrilleros que llegaban heridos o enfermos, y eso me costó una investigación por parte de la Fiscalía”, afirmó un joven que ha permanecido en el puesto de salud de la vereda Santa Bárbara desde hace 6 años.

Aunque la entrada del Ejército fue angustiosa, dolorosa y traumática por los terribles bombardeos y el miedo a morir entre las balas cruzadas de las Farc y el Ejército, la gente ha aprendido a asimilar la situación y a valorar el cambio.

“Los colombianos ya no somos los mismos de antes, queremos la libertad y vivir dignamente”, señaló Rodolfo Torres, presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda Santa Bárbara, uno de los lugares que más ha soportado los continuos roces entre la subversión y los militares.

Cerca de esta vereda se ubican las dos bases militares que instaló el Ejército, tras el desarrollo de la operación Fuerte: ‘Imperio’ y ‘Guardián’.

“Antes teníamos que pedirles permiso (a las Farc) con 20 días de anticipación para salir de la zona o para traer a alguien de visita, pedíamos permiso para portar un celular, mejor dicho hasta para ir al baño. Realmente estábamos humillados”, afirma un labriego que pidió la reserva de su nombre.

Otros recuerdan las épocas en que el mismo Alfonso Cano, ahora jefe máximo de las Farc, se paseaba por esas tierras con toda libertad.

“Lo vi varias veces, como siempre estaba barbado y usaba esas gafas. Andaba por lo menos con mil guerrilleros que lo cuidaban”, cuenta un dirigente comunal.

Pero de este cabecilla y otros como Pablo Catatumbo, Marlon, Donald y Wálter, este último muerto a manos del Ejército hace una semana, que impusieron su autoridad en el emblemático Cañón de Las Hermosas, no se volvió a saber, por lo menos dentro de los caseríos.

“Es posible que anden metidos en la zona boscosa, pero a nosotros no nos volvieron a contactar. De ellos no sabemos nada, los han correteado, ahora no se asoman por acá”, dijo una campesina.

El gobernador Óscar Barreto les agradeció a soldados y policías su labor. “Ellos entregan su vida para construir las condiciones de libertad y convivencia en este territorio, donde antes las Farc abusaban de las niñas y los niños de este sector, sometiéndolos al régimen del terror”.

¿Quién es ‘Alfonso Cano’?

Guillermo León Sáenz Vargas, alias Alfonso Cano, de 60 años de edad, pasó a ser el jefe máximo de la guerrilla de las Farc tras la muerte de Manuel Marulanda Vélez, alias Tirofijo.

Cano, quien ingresó a las Farc después de militar en los años setenta en las juventudes del Partido Comunista, es considerado el líder del ala ideológica dentro de esta guerrilla; además, es uno de los presidentes de la Coordinadora Continental Bolivariana, una de las estrategias políticas regionales más efectivas del grupo.

En 1990, Cano entró a formar parte del Secretariado, la máxima instancia de las Farc. Desde allí encabezó varios diálogos que la guerrilla tuvo con gobiernos de países como Venezuela y México.

En enero de 2008, el Gobierno lo condenó  a 40 años de cárcel por ejecutar a 40 guerrilleros que fueron sometidos a juicios de guerra por faltas disciplinarias.

Por El Espectador

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