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La Amazonía enfrenta hoy una encrucijada histórica. Este bioma concentra más de 16 mil especies de árboles, 50 mil de plantas, millones de hongos y el 13% de todos los árboles del planeta. Pero su riqueza no es solo biológica: es también cultural y política, expresada en la diversidad de pueblos indígenas, en su pluralidad lingüística, y en la presencia de ciudadanías activas que desde hace décadas habitan, trabajan y defienden la región.
Aun así, esa diversidad convive con presiones cada vez más fuertes: la minería ilegal de carácter transnacional, alimentada por redes criminales, avanza sin freno y deja una estela de contaminación y violencia en ríos y comunidades.
Declaración de Bogotá: avances y omisiones
Del 18 al 22 de agosto, los ocho países amazónicos se reunieron en Bogotá en la V Cumbre de Presidentes de la OTCA, adoptando la Declaración de Bogotá, con 35 compromisos.
Entre los avances se destacan:
- El reconocimiento del Mecanismo Amazónico de Participación Indígena (MAPI), que por primera vez otorga un espacio formal a delegados indígenas en la gobernanza regional.
- El anuncio del Fondo Bosques Tropicales para Siempre (TFFF), pensado para canalizar pagos directos por hectárea conservada.
- La creación en Manaos de un centro internacional de cooperación policial contra los crímenes ambientales transfronterizos.
- El compromiso de llegar con una posición amazónica común a la COP30 en Belém.
Son señales que deben celebrarse. Pero la declaración también dejó grandes vacíos: evitó comprometerse con un freno a los combustibles fósiles en el bioma; no avanzó hacia un OTCA social que integre campesinos, afrodescendientes y sociedad civil; y excluyó miradas urgentes como la de Una Sola Salud, así como la participación real de niñas, niños y jóvenes.
Muchas amazonías, no una sola
La Amazonía no es un bloque homogéneo: son muchas amazonías, con pueblos, paisajes y resistencias distintas. Con excepción de las Guayanas, ningún país amazónico tiene su capital en el bioma: un claro signo de colonialismo interno, donde se decide desde lejos lo que ocurre en la selva.
En Colombia, la Amazonía ocupa el 42% del territorio continental, pero sigue siendo tratada como periferia en las prioridades nacionales. Y mientras tanto, las ciudades amazónicas, hoy organizadas en una red regional, comienzan a reclamar su lugar en la discusión. La agenda debe construirse desde esta pluralidad: pueblos indígenas con sistemas de conocimiento desarrollados durante miles de años, campesinos, comunidades afrodescendientes, mujeres, jóvenes, iglesias, academia, ciudadanía organizada y redes urbanas.
Colombia: la agenda ausente
En Colombia, la situación es alarmante. La Amazonía está atrapada en violencias recicladas: disidencias armadas, economías ilegales, minería depredadora y disputas por el control territorial. Y, sin embargo, no existe una agenda nacional clara para enfrentar este deterioro. El vacío de políticas coherentes expone al bioma a un deterioro acelerado, en un momento en que las alertas son más evidentes que nunca.
De la retórica a la acción
La Declaración de Bogotá abre un camino, pero lo decisivo es escuchar los llamados de alerta que ya existen, elaborados por comunidades, redes amazónicas y centros de investigación que desde hace años vienen advirtiendo con datos precisos sobre el riesgo del punto de no retorno. Si no se traducen en acciones verificables, con financiamiento real y plazos claros, la declaración se convertirá en otro ritual de retórica.
El desafío político
Hoy está claro: la agenda ambiental es la agenda política. Lo que ocurra en la Amazonía definirá no solo el futuro climático, sino la estabilidad de los propios países. La región necesita atención prioritaria, sin distinción de partidos ni cálculos electorales. Y requiere que la sociedad en su conjunto —ciudadanías urbanas, sectores productivos, medios de comunicación, universidades, iglesias y juventudes— deje de mirar a la Amazonía como una periferia lejana y la asuma como el centro del debate sobre democracia, vida y humanidad.
*Directora Regional de Amazon Conservation Team.
*Esta es una columna de opinión personal; no compromete la posición institucional de la organización.
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