Explotación petrolera y hambre, los problemas que amenazan con la extinción de los hitnüs

Este pueblo indígena, de poco más de 600 individuos que habita en Arauca, estaría en riesgo de desaparecer. De acuerdo con recientes investigaciones, la explotación de hidrocarburos en la zona, la desnutrición y el consumo de vino de palma los ha vuelto más vulnerables a padecer algunos tipos de cáncer.

César Giraldo Zuluaga
29 de enero de 2023 - 02:24 p. m.
Integrantes de la comunidad hitnü en zona rural de Arauca.
Integrantes de la comunidad hitnü en zona rural de Arauca.
Foto: Claudia Isabel Amaya - Claudia Isabel Amaya

Cuentan los pocos que han estudiado al pueblo indígena hitnü que hasta hace unas décadas los integrantes de esta comunidad habitaban en un territorio que se extendía desde el río Casanare, que hoy es un límite natural entre el departamento del mismo nombre y Arauca, hasta cercanías del lago de Maracaibo en Venezuela, a poco más de 300 kilómetros al norte. (Lea: Proteger la Amazonia también servirá para salvaguardar las lenguas indígenas)

Aunque esta es una hipótesis que debe seguir investigándose, de lo que sí se tiene certeza, dice Pablo Martínez, médico cirujano con maestría en antropología social, quien trabaja en la ONG Sinergias, es que era un pueblo seminómada que recorría esta amplia región en búsqueda de alimento e intercambiando víveres con otros pueblos indígenas, como los sálibas, los sikuanis y los u’was.

Pero por una serie de procesos que tienen origen en la colonización española y que se fueron acelerando desde la segunda mitad del siglo XX, poco a poco los hitnüs empezaron a perder su territorio, mientras el hombre blanco acaparaba la tierra y destruía los ecosistemas que proveían de comida a los indígenas. Entre 1930 y 1970 vinieron las “guahibiadas”, cacerías indiscriminadas en contra de los indígenas, recuerda Martínez.

Luego, hacia 1983, con el descubrimiento del yacimiento de petróleo de Caño Limón (Arauca) su terreno se redujo aún más. “Ya más adelante aparecieron los actores armados y empezó la última parte de lo que se conoce como ‘los problemas araucanos’, del Eln, la confrontación con las Fuerzas Armadas y la aparición de las autodefensas. En el medio de todo quedaron los hitnüs”, dice Martínez. Ahora, apunta, “es un pueblo confinado que pasó del nomadismo al sedentarismo forzado” y que vive en una serie de pequeños resguardos ubicados principalmente en las zonas rurales de Arauca y Puerto Rondón.

De esta dramática situación ha tenido conocimiento el Estado colombiano desde por lo menos hace más de 20 años, siendo considerado como uno de los pueblos que tienen mayor riesgo de desaparecer. En enero de 2017, un juez especializado en restitución de tierras en Cúcuta le ordenó al Estado adelantar un estudio en el que se evaluara el estado de salud de los hitnüs que “posiblemente” se encontrarían expuestos a los hidrocarburos, “como consecuencia de las actividades relacionadas con su explotación, en los municipios de Arauca y Puerto Rondón, del departamento de Arauca”.

Un grupo de investigadores de las universidades Industrial de Santander (UIS) y del Sinú, así como de la Fundación Santa Fe de Bogotá, llevó a cabo un estudio durante febrero y marzo de 2021, y hacia finales de 2022 publicaron sus resultados en las revistas académicas International Journal of Environmental Research and Public Health y Biomédica, la revista del Instituto Nacional de Salud (INS). Los hallazgos fueron entregados al Ministerio de Salud en febrero del año pasado.

El problema no es solo del petróleo

En términos médicos, responder si los hitnüs estaban siendo afectados o no por la exposición a hidrocarburos que tiene lugar cerca de sus asentamientos era prácticamente imposible, recuerda Álvaro Javier Idrovo, doctor en epidemiología y profesor en la UIS, quien participó en el estudio. “La investigación lo que pedía era que estableciéramos una relación de causa-efecto, pero por el tiempo que teníamos, de aproximadamente un año y medio, era algo imposible”, apunta, y agrega que tuvieron que cambiar el diseño de la investigación que inicialmente había elaborado el Ministerio de Salud. (Puede leer: “Genocidio” de yanomamis en la Amazonia: Lula acusa a Bolsonaro)

Lo primero que había que hacer, explica Claudia Galeano, del Grupo de Investigación Biomédicas y Biología Molecular de la Universidad del Sinú, era determinar si en efecto las poblaciones hitnüs estaban expuestas a hidrocarburos. Para lograrlo dividieron en dos grupos a los 658 indígenas que actualmente integran este pueblo. Los hitnüs que habitan en Las Vegas, Monogarra y La Ilusión, en dos resguardos de la zona rural de Puerto Rondón (ver puntos rojos en el mapa), fueron considerados como población que vive en la zona de influencia de la operación minera (PZOI, por su sigla en inglés). Este grupo está 30 kilómetros aguas abajo del campo petrolero de Caricare, que sería la fuente de contaminación, y las aguas del río Ele serían la principal ruta de transporte de contaminantes, complementaba la hipótesis de investigación.

El segundo grupo, conformado por las comunidades que viven en el resguardo de Tierra Nueva, en la parte rural de Puerto Rondón, y los desplazados que se instalaron en el casco urbano de Arauca, fueron considerados como población fuera de la zona de influencia de la explotación minera (POZOI, por su sigla en inglés).

A ambos grupos, continúa Galeano, se les tomaron muestras de orina para detectar hidroxipireno, un biomarcador que indica exposición a hidrocarburos. De hecho, aclara Idrovo, es la primera vez en el país que se utiliza esta técnica. La encargada de analizar las muestras fue la reconocida científica rusa Elena Stashenko, también de la UIS.

Lyda Espitia, experta en toxicología ambiental de la Universidad del Sinú, explica que, además, extrajeron muestras de sangre para llevar a cabo una prueba (CBMN, por su sigla en inglés) para determinar si la población también padecía daños en el ADN. Saltándonos muchos detalles técnicos, las lesiones celulares, dice Espitia, aumentan el riesgo de padecer cánceres, sobre todo en el tracto gastrointestinal.

Lo primero que hay que mencionar sobre los resultados es que las muestras de orina sí arrojaron presencia de hidroxipireno. En otras palabras, se confirmó que estaban expuestos a la explotación de hidrocarburos.

Lo segundo, explica en términos técnicos Espitia, es que “hay una correlación estadística entre las lesiones que se identificaron y la presencia de hidroxipireno en la orina”. En palabras más sencillas, se identificaron daños en el ADN de los indígenas, y parte de estas lesiones eran generadas por la exposición a los hidrocarburos.

Y advierten las investigadoras, se asevera que la explotación de hidrocarburos solo sería una de las causas de las lesiones celulares, pues según los resultados que obtuvieron, hay otros factores que aumentan los daños en el ADN de este pueblo. (Le puede interesar: Un tercio de la selva amazónica se degradó por la actividad humana)

Los otros problemas que aquejan a los hitnüs

Galeano recuerda que cuando estuvo con los hitnüs notó que algunos de ellos tenían el pelo bastante delgado, mientras que en otros era de color rojizo. Esto, complementa Espitia, llamó la atención de los investigadores, pues es un signo claro de desnutrición. “Se conoce como efecto bandera, y decimos que es un signo claro porque la melanina del pelo necesita altos niveles de proteína y de consumo de alimentos”, explica la científica. De hecho, luego de llevar a cabo una inspección general en busca de signos clínicos, encontraron que el 56,1 % de los hitnüs presentan al menos un signo de desnutrición.

Para Martínez, el sedentarismo forzado al que fue llevado este pueblo indítgena muestra la inseguridad alimentaria que padecen actualmente. Aunque los hitnüs han sido poco estudiados, una serie de trabajos adelantados por los antropólogos Miguel Lobo Guerrero y Xochitl Herrera, entre las décadas de los setenta y ochenta, le permite a Martínez hacer comparaciones entre su estado de salud actual y el de hace casi medio siglo. Según Martínez, los actuales integrantes de este pueblo tienen una menor estatura y peso que las dos generaciones anteriores, lo que lo lleva a pensar que no solo se está reduciendo su población, sino también la capacidad biológica para enfrentar el difícil contexto en el que viven.

Por ese mismo confinamiento, cuenta Galeano, los hitnüs cada vez cazan y siembran menos. Lo que sí hacen casi a diario, recuerda la experta, es tomar vino de palma: “Desde que se levantan hasta que se acuestan, desde los más pequeños hasta los adultos mayores, están todo el día en función del vinete”, como también se conoce a este licor hecho a base de etanol. Esta ingesta diaria, que les permite lidiar con el hambre, estaría influyendo en las lesiones celulares de los indígenas.

“Los informes antropológicos indican que este consumo prolongado les permite disimular el hambre o ‘hanipa’, con propiedades energizantes, y que si se utiliza en diferentes niveles de fermentación, el vinete mejora la motivación diaria para el trabajo”, se lee en un aparte del trabajo.

Un punto en el que todos los investigadores coinciden tiene que ver con el abandono estatal en el que se encuentran los hitnüs. Aunque se podría hablar de las más de ocho horas que separan a los indígenas del primer puesto de salud o las pésimas condiciones en las que habitan, los científicos llaman la atención sobre una situación muy particular.

Aunque en 2019 una comisión de expertos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) certificó que en Arauca se había bloqueado la transmisión de la enfermedad de Chagas, 45 de 88 indígenas hitnüs que accedieron a dejarse extraer una segunda muestra de sangre arrojaron resultados positivos. Esta afectación, causada por el parásito Trypanosoma cruzi, conocido en la región como “pito”, es común en áreas rurales y de escasos recursos, y puede causar serios problemas en el corazón y el estómago. (Lea también: ¿Funcionó el cuestionable experimento de lanzar semillas desde un helicóptero?)

Por todas estas razones, en el documento que los expertos le entregaron al Ministerio de Salud, se señala que “las condiciones de salud de los indígenas hitnüs estando dentro de su territorio son muy complejas y requieren atención urgente y prioritaria de los gobiernos municipal, departamental y nacional”. Según los investigadores, además de que la inestabilidad genética aumenta el riesgo de padecer algún tipo de cáncer, lo que está en juego es la supervivencia del pueblo y de su cultura, pues, como resaltan Galeano y Espitia, están muriendo, literalmente, de hambre.

El Espectador consultó al Ministerio de Salud para indagar sobre las acciones que se han tomado a raíz del informe. Sin embargo, al cierre de esta edición la cartera no había respondido a las preguntas. Los científicos a cargo de la investigación también afirmaron que desconocen si las autoridades han emprendido medidas para proteger a los hitnüs.

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