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Una de las principales amenazas que tiene el jaguar (Panthera onca) es que se está quedando sin bosques para vivir. Por tratarse del principal depredador en América Latina, por su tamaño y sus necesidades de alimentación, necesita de bosques conservados en los que pueda cazar y evitar los conflictos con poblaciones humanas. (Le recomendamos: R. Unido y Noruega dan otros US $34 millones para combatir la deforestación amazónica)
El problema es que una gran parte del corredor por el que se mueve desde México hasta Argentina ha sido degradada por la deforestación. Uno de los puntos críticos de esa problemática se encuentra en el arco amazónico, que comprende a los departamentos de Putumayo, Meta, Guaviare y Caquetá.
En este último, hay un municipio clave en el que principalmente la ganadería y la praderización han movilizado la deforestación: Cartagena del Chairá. Por tratarse de una de las puertas de entrada a la Amazonía, sus bosques son clave para el corredor del jaguar en Colombia. Allí, solo entre 2019 y 2022, de acuerdo con cifras de Global Forest Watch, se perdieron 5.525 hectáreas por deforestación.
Como parte de las iniciativas de protección del jaguar en el país, así como de las medidas para contener la deforestación, un proyecto liderado por el Comité de Ganaderos de Cartagena del Chairá (Coganchairá) está trabajando en la restauración de ecosistemas en los que la ganadería ha deforestado. (También puede leer: Deforestación en Amazonia brasileña registra un mínimo histórico)
Se trata de 90 familias que, en los predios en los que desarrollan su actividad ganadera, están realizando siembras de árboles nativos para generar “sistemas conectividad biológica con especies nativas provistas de los árboles semilleros, para conectar paisajes ganaderos con ecosistemas estratégicos para la Amazonía Colombiana”, según informó la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), organización que apoya el programa.
“Realizamos una estrategia de recuperación de áreas degradadas, utilizando semillas o plantines de árboles semilleros, es decir, visitábamos bosques primarios o secundarios y recolectábamos los plantines o los hijitos de los árboles para resembrarlos en áreas que se encontraban degradadas”, explicó Faisury Alexandra Llanos, profesional ambiental del proyecto.
El objetivo es restaurar 1.500 hectáreas de bosque con estos sistemas interconectados, que permitan practicar la ganadería de manera sostenible. La utilización de árboles nativos es clave en el proceso, pues las especies introducidas podrían generar desequilibrios en los ecosistemas o tener bajas probabilidades de sobrevivir en un ambiente desconocido. (Le puede interesar: Banco de desarrollo invertirá US$ 2.000 millones para proteger la Amazonia)
“Estas actividades han permitido la siembra de 13 mil árboles de especies nativas como el Acacio, Achapo, Cedro Nativo, Comino y Sangre Toro, y han sido realizadas por el grupo de monitoreo a la biodiversidad Nuevas Semillas de Vida conformado por 30 jóvenes y mujeres de las veredas El Billar, Holanda, Lejanías, Paraíso y Sardinata Alta del municipio de Cartagena del Chairá”, explicó USAID.
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