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Abel Rodríguez, o don Abel, como lo llamaban en Bogotá, falleció este jueves 10 de abril a los 84 años. Su legado perdurará en las pinturas en las que plasmó gran parte de sus saberes y conocimientos ancestrales sobre las plantas medicinales y sistemas ecológicos de la cuenca del Amazonas.
La noticia la confirmó el exministro de las Culturas, las Artes y los Saberes, Juan David Correa, por medio de su cuenta en X. “Sus árboles nos van a dar sombra a muchos por muchos años. Gracias, maestro”, añadió.
Falleció don Abel Rodríguez, sabedor, artista y nombrador de plantas. Sus árboles nos van a dar sombra a muchos por muchos años. Gracias, maestro. pic.twitter.com/MQqqOrHCgA
— Juan David Correa (@jdcorreau) April 10, 2025
Don Abel, como reseñó este diario hace unos años, nació en 1941 en la etnia Nonuya, en un territorio llamado La Sabana, situado entre el río Cahuinarí y la parte superior del río Igara-Paraná. Su familia llegó a esa región luego de que su padre sobreviviera a la violencia y a la decadencia de las caucherías.
Durante un tiempo trabajó en este sector y luego, junto a su esposa e hijo, se mudó a Araracuara. Allí fundó con otras etnias un nuevo resguardo.
En ese resguardo, gracias a la Fundación Tropenbos, dio sus primeros pasos como investigador. Lo hizo después de que le otorgaran una beca, que hacía parte de un programa que se enfocaba en los conocimientos tradicionales y el diálogo de saberes entre indígenas y académicos en torno al bosque tropical.
Cuando finalizó ese proceso, le propusieron continuar con el trabajo, pero por medio del arte. Debía pintar las especies de plantas que conocía y la biodiversidad del Amazonas. Lo hizo sobre grandes pliegos de cartulina o en cuadernillos, como lo haría un botánico.
Así fue como Mogaje Guihu - su nombre en lengua Nonuya - se convirtió en “El nombrador de plantas”. Conocía y manejaba con profundidad las especies vegetales de la selva, sus propiedades medicinales y las relaciones con las especies animales.
En los años 90, debido a la compleja situación que vivía la Amazonia, debió abandonar su resguardo. Se trasladó junto a su familia a Bogotá, donde pudo ampliar sus conocimientos.
En una de las últimas conversaciones que tuvo con El Espectador, aseguró que “el conocimiento no es solamente para bien personal, sino que el conocimiento es amplio y debe estar disponible para los nuevos venidores (nuevas generaciones), se debe estar repasando para que no se acabe, no se olvide y no se muera con los sabedores”.
Por su trabajo obtuvo varios reconocimientos, entre ellos el premio Prince Claus en 2014, otorgado por la Fundación Prince Claus para la Cultura y el Desarrollo, una organización holandesa.
*Este artículo es publicado gracias a una alianza entre El Espectador e InfoAmazonia, con el apoyo de Amazon Conservation Team.
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