Ana María Hernández, líder desde pequeña

Como presidenta de la Plataforma Intergubernamental sobre Diversidad Biológica, esta colombiana tiene la tarea de coordinar científicos de 134 países que estudian el estado de la biodiversidad del planeta.

Lisbeth Fog
08 de diciembre de 2019 - 02:00 a. m.
Ana María Hernández estudió relaciones internacionales y ha enfocado su trabajo en el campo de la conservación de la naturaleza./ Cristian Garavito
Ana María Hernández estudió relaciones internacionales y ha enfocado su trabajo en el campo de la conservación de la naturaleza./ Cristian Garavito

Traviesa, sociable y muy inteligente. Así define Óscar Hernández a su hermana Ana María, quien este año fue nombrada presidenta de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), puente entre la ciencia y la política para contribuir a la conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica, al bienestar humano y al desarrollo sostenible.

Esta bogotana “ha desarrollado una gran capacidad de conciliación, al tiempo que es muy firme”, continúa. Hija de un militar dedicado a la historia, durante su infancia vivió en varias ciudades colombianas y del exterior. Fue don Nicéforo quien la convenció de estudiar relaciones internacionales. Pero su tío Carlos, actual embajador en Nicaragua, y su colega Brigitte Baptiste, exdirectora del Instituto de Biodiversidad Alexander von Humboldt, también han sido fuente de inspiración. Trabajó en el Ministerio de Ambiente, en la Fundación Natura y el Instituto von Humboldt.

¿Cómo era en su infancia?

Muy activa. Trepaba árboles, perseguía animales para verlos, no para hacerles daño, me gustaba estar al aire libre. Éramos cuatro hermanos, en la mitad estábamos mi hermano Juan y yo, terribles, le sacábamos canas verdes a mi mamá.

¿Y en el colegio?

Siempre me fue bien, nunca sufrí por tareas ni me clavé para una evaluación. Me gustaba jugar y ganar, por ejemplo al reinado de belleza siempre y cuando yo ganara; era sinvergüenza. Me la pasé viajando por la posición de mi papá. Fue interesante, porque no tengo amigos de toda la vida, sino amigos que hice en diferentes etapas de mi vida y aún lo son. Fuimos criados de manera muy resiliente para enfrentar situaciones y acomodarnos a lo que hubiera y con lo que se pudiera. Y eso forma muy buen carácter.

¿Eso ayudó a moldear su personalidad?

Enormemente. Tengo un gran respeto por la multiculturalidad, la diversidad de entendimientos, de pensamientos, de formas de ser. También porque aprendí idiomas desde pequeña.

¿Qué aprendió de sus padres que puede ser un modelo a seguir?

De mi papá aprendí tanto el amor por la historia como la responsabilidad en la investigación bien hecha. Aprendí a incorporar los valores de la honestidad, del respeto y la misericordia que él transmitía. Mi mamá es una mujer de una integridad, carácter y una benevolencia impresionantes. Se dedicó a la orientación familiar, a ser un portador de luz en medio de los conflictos intrafamiliares, y para mí eso ha sido un ejemplo fantástico.

¿Cuál era su sueño?

Cuando pequeña quería ser modelo; a los 14 años hice un curso de modelaje, pero menos mal lo superé rápido. Siempre quise trabajar con la naturaleza, me llamaban la atención la ecología y la geología. Después quise ser bióloga marina. Pero también pasé por el período de querer ser misionera católica. Finalmente estudié relaciones internacionales en la Tadeo. Mi tesis fue un proyecto de cooperación internacional para conservación de recursos vivos del Gran Caribe. Uní todo lo que quería de chiquita y lo pude hacer realidad de grande. Por eso siempre he dicho que trabajo en lo que amo desde toda la vida.

¿Qué tan fácil fue ese inicio de vida laboral?

Fue un reto total porque era un Instituto de investigación, no una cancillería. Cristián Samper, el director, y Paula Cerreira, a quien le decíamos Polilla me demostraron con mucho cariño que yo no sabía dónde estaba parada y que no me iba a comer el mundo hasta que madurara. Ahí fue cuando por primera vez me enfrenté realmente a tratar de entender la ciencia desde mi visión que era netamente política y diplomática.

¿Y hoy, cómo es su vida?

Tengo dos hijos, Juan Lucas de 15 años, quiere estudiar ciencias políticas y Mariana de 7 años, es una damita encantadora, que vibra con una inteligencia emocional impresionante. Ellos son la luz de mi vida. Yo me volví a casar. Estoy feliz y enamorada con mi nuevo marido.

¿Cómo ser mamá, ama de casa y al mismo tiempo tener las responsabilidades que ha asumido?

Cuando uno vive en pareja uno se acomoda muy fácil a dividir todo entre dos, tanto en la parte financiera como en las cargas del hogar, el cuidado de los hijos, etc. Yo tengo una bendición enorme y es que mi mamá, mi hermana y mi ex esposo me ayudan enormemente. En Bogotá, trabajo full time en el Instituto Humboldt como jefe de asuntos internacionales y adicionalmente trabajo como presidenta de IPBES así que tengo un trabajo de 22 horas, pero al mismo tiempo trato de trabajar cuando mis hijos están dormidos.

¿Qué significa haber sido elegida como presidenta del IPBES?

Después de varios meses en este cargo ad honórem siento que es una responsabilidad gigante no solo a nivel personal, sino para el Gobierno de Colombia, porque he sido nominada formalmente por los gobiernos y aprobada por ellos para este cargo. Esto conlleva a que el país le da la mayor importancia al uso y el manejo del conocimiento y las evidencias disponibles para la toma de decisiones que permitan revertir los procesos de pérdida de biodiversidad. Pero en lo personal, para mí significa más que un reconocimiento, un reto -maravilloso y bastante sobrecogedor-, significa ser de manera objetiva y transparente la voz de 134 países miembros y más de 2.000 expertos que a nivel mundial han trabajado incansablemente y de forma ad honórem desde 2012 para construir desde los diferentes sistemas y disciplinas de conocimiento evidencia sólida y concreta que permita entender no solo el estado de la biodiversidad , sino los escenarios para optar por futuros posibles y sostenibles para la humanidad y nuestra casa común, que es la Tierra. Responsabilidad, liderazgo y ejemplo son tres temas fundamentales que están detrás de haber sido elegida como presidenta.

No puedo dejar de preguntarle por su abuelo José Salgar.

Mi abuelo, genio y figura para el periodismo en el país, defendió muchísimo el valor de la verdad en la noticia, y defiendo a capa y espada, no sé si eso significa ser un Salgar, la importancia de la verdad que subyace a la buena evidencia que encontramos en la ciencia y en los diferentes sistemas de conocimiento en los cuales nos apoyamos en nuestros procesos de IPBES y de la investigación científica.

Por Lisbeth Fog

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