Aviturismo en Colombia, en jaque por el regreso de la violencia
Desde 2016, tras el acuerdo de Paz el país se potencializó como una zona para hacer avistamiento de aves. Un estudio encontró que 300.000 personas estaban dispuestas a venir para hacer esta actividad, sin embargo, ante la actual situación de orden público el panorama cambió. El zootenista Carlos Wagner analiza la situación y hace una invitación para que sigan impulsando a Colombia como el país de las aves.
- Redacción Medio Ambiente
Con la firma del acuerdo de paz, en 2016, Colombia logró ocupar los titulares a nivel mundial, no solo porque había conseguido cesar una guerra de 50 años, sino porque impulsó en esas zonas olvidadas otro tipo de actividades. El aviturismo fue una de ellas. Tras la negociación, algunas de las regiones que antes habían sido tomadas por la extinta guerrilla de las FARC, fueron adecuadas como centros de observación de aves. (Lea: El "boom" de las aves en la sucursal del cielo)
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Con la firma del acuerdo de paz, en 2016, Colombia logró ocupar los titulares a nivel mundial, no solo porque había conseguido cesar una guerra de 50 años, sino porque impulsó en esas zonas olvidadas otro tipo de actividades. El aviturismo fue una de ellas. Tras la negociación, algunas de las regiones que antes habían sido tomadas por la extinta guerrilla de las FARC, fueron adecuadas como centros de observación de aves. (Lea: El "boom" de las aves en la sucursal del cielo)
No en vano Colombia, con 1.909 especies, ocupa el primer lugar en el mundo en riqueza de aves. Esta biodiversidad convirtió al país en una potencia en aviturismo. De hecho, un estudio realizado por Conservation Strategy Fund (CSF), una organización de conservación ambiental, señala que la actividad le podría generar US$9 millones de ganancias anuales. Sin embargo, con los recientes actos de violencia y de alteración al orden público el panorama se ha oscurecido.
El zootecnista Carlos Mario Wagner cuenta cómo ha sido el impacto del regreso del conflicto, cuál fue el secreto detrás del éxito de Colombia como potencia en aviturismo y por qué es importante la conservación de estas especies. Además, como fundador de la Feria Internacional de Aves, que se celebra del 13 al 16 de febrero en Cali, hace una invitación para que se siga impulsando a Colombia como el país de las aves. (Puede leer: Colombia Birdfair: una feria para resaltar la riqueza de aves del país)
¿Cómo influyó la firma del Acuerdo de Paz en potencializar el avistamiento de aves en Colombia?
Antes de la firma del Acuerdo de Paz, los pajareros del mundo tenían la idea de que era más fácil ir a observar aves en otros países antes que llegar a Colombia. La negociación logró despejar muchas zonas que tienen una riqueza en aves inmensa y, además, capacitar a los habitantes en estas prácticas. Sumado a esas condiciones, estaba que no había una guía que orientara qué aves estaban en el país. La primera gran guía fue publicada en 1986 por dos norteamericanos, Hilty y Brown, y solo hasta 2006 fue traducida al español. Desde esa época han salido dos manuales de Colombia y las hemos ofrecido como herramientas a los pajareros para que conozcan cuáles son las especies que están avistando. Algo que era impensable hace 10 años.
¿Cuáles son esos sitios que se han logrado potencia de aviturismo a raíz del Acuerdo de Paz?
La Sierra Nevada de Santa Marta. Esta zona tiene una particularidad y es que es el lugar con más especies endémicas de Colombia, hay un poco más de 20 especies. En la Cordillera Occidental y en el Pacífico, por ejemplo, hay una ruta que es increíble y que es catalogada como una de las mejores para observación de aves en el mundo, que es la ruta de la antigua vía a Buenaventura. Va desde Cali, subiendo una zona que se llama kilómetro 18 que está en los Andes occidentales, y de ahí se toma la antigua vía a Buenaventura y llegas al puerto que está a cero metros. Entonces, hay gradiente altitudinal donde puedes ver más de 400 especies de aves. Anteriormente por temas de orden público, esa ruta era impensable para ir. Además, en Putumayo hay un sitio que, anteriormente, se llamaba el trampolín de la muerte y que comprende el Páramo de Sibundoy y que baja hasta Mocoa. Antes, en tiempos de conflicto, era una carretera muy compleja, en algunos tramos solo cabía un carro a la vez; ahora, que le han hecho mejoras, la llamaron el trampolín de las aves. Otro ejemplo sería Perijá, en la frontera con Venezuela, que era conocida lastimosamente por la violencia. Ahora, hay hasta recorridos especializados. Los acuerdos de paz han permitido visitar algunos lugares donde la biodiversidad es enorme, descubrir esa otra Colombia que durante 50 años estuvo en la sombra.
Tras el acuerdo se lograron habilitar estas zonas. ¿Cómo se han preparado los expertos para potencias a Colombia en aviturismo?
Estamos yendo a ferias especializadas y promocionando eventos internos en Colombia, como la Birdfair, que es un evento que quiere mostrar a los colombianos la riqueza natural del país a través de las aves, y que ve el aviturismo como una estrategia de desarrollo rural y de conservación. Estamos convencidos de que, si el aviturismo es bien manejado, puede ser una estrategia muy interesante de conservación y del desarrollo rural. Uno de esos casos está en la antigua vía a Buenaventura, en la que está doña Dora, una señora desplazada por la violencia en los Llanos y que se radicó con su familia cerca de un corregimiento que se llama El Queremal, en el Valle del Cauca. Empezó como una casa muy humilde, le sugerimos colocar bananos para que llegaran las aves, y, poco a poco, adecuara su finca. Es una zona muy importante porque es la confluencia entre las aves de los Andes y del Chocó biográfico. En ocho años se ha convertido en un sitio predilecto para los pajareros. La familia de ella está viviendo del aviturismo. Además, hay experiencias que hemos trabajado en la feria, de personas que antes eran cazadores o taladores y ahora son guía supremamente expertos en observación de aves, porque han pasado toda su vida en el campo buscando las aves ya sea para atraparlas o comercializarlas. Esta habilidad hizo que tengan un muy buen ojo. Pero, han encontrado en el turismo de observación de aves una actividad económica que da sustento a sus familias. Cerramos un ciclo, al cual llamamos el círculo virtuoso, que es cuando estas personas dejan sus actividades extractivas de la naturaleza porque llegan turistas a observar aves y les pagan ya sea por servir de guías, por ofrecer servicios de alimentación o por el hospedaje. Lograron entender que las aves valen más libres.
El Colombia Birdfair fue un evento que surgió hace cinco años, cuando aún no estaba tan fuerte esta actividad. ¿Por qué apostarle a un evento de conservación de aves?
Esto fue una invitación que nos hizo un gran observador de aves inglés que se llama Tim Appleton, él es un referente en el turismo de observación de aves y creó la primera feria de aves en el mundo. En 2012 estuvo en Cali conociendo el trabajo que hace asociación Río Cali, que es la entidad que organiza la feria y que ha estado promoviendo el aviturismo como una estrategia de conservación. A él le gustó mucho el trabajo de la asociación y, en una cena nos preguntó por qué Colombia no tenía una feria de aves si era el país de las aves. Le explicamos que aquí no había una cultura de observación de aves y que la mayoría desconocíamos que ostentábamos de ese reconocimiento. Nos aconsejó hacer el evento. Nos preparamos durante tres años y en 2015 hicimos la primera versión. Para ser sinceros creíamos que esa iba a ser la primera y la última, pero fue tanto el éxito y el compromiso de los patrocinadores que nos motivaron a hacer una segunda versión. La feria la hacemos cada año y, con alegría, encontramos que cada vez el interés de los colombianos por la observación de aves crece y, estamos convencidos, de que si tenemos más observadores de aves en Colombia vamos a tener más personas sensibles a los temas ambientales.
¿Cuál cree que es el principal aporte de la de la feria al país?
Crear conciencia sobre los recursos naturales y lograr crear una masa crítica de observadores de aves. Buscamos lograr, a un futuro no muy lejano, hacer más presión para que los tomadores de decisiones en el país entiendan que es imperativo, más aún en una época de cambio climático, conservar la biodiversidad y los recursos naturales del país. Es la única opción de que podamos también subsistir como especie.
Tras seis versiones, ¿qué balance le queda de la feria?
Que es mucho trabajo, pero que ha valido la pena con tal de trabajar por conservar las aves en el país. Para mí es increíble, por ejemplo, que cada vez haya más grupos observadores de aves en el país, o que aumenten los eventos de aves. Digamos que la feria ha inspirado a que en muchas regiones del país se hagan también más eventos. En Cali, por ejemplo, algo que me sorprende, es ver cómo mucha gente habla de aves, sin ser académicos o biólogos. Y eso está sucediendo en todo el país, un claro ejemplo de eso es el Global Big Day, en el que Colombia es tricampeón. Esto representa cómo las aves unen al país en un momento de tanta polarización.
¿Cuál es la expectativa de la edición de 2020?
Que se enamoren de las aves y que comiencen a observarlas. La feria es solo una estrategia para impulsar la conservación, queremos que las personas se vuelvan más dolientes con los temas ambientales y formar una masa más crítica para exigir al Gobierno que sea coherente con sus políticas de conservación.
Ahora que volvió la violencia al país, ¿ha afectado a la feria o al aviturismo?
Creo que ha afectado al país. Es triste ver cómo emprendimientos que habían surgido en esos sitios donde el conflicto está resurgiendo, están en crisis por no recibir turistas. O ver cómo turistas internacionales u operadores están cancelando toures a ciertos lugares porque, por las noticias, sienten que es inseguro ir. Además, conocemos de casos de pajareros que han sido asaltados. Si merma este tema de seguridad y si los acuerdos de paz no se consolidan, pasará que decidan no regresar al país y quizás que no tengamos ni aves que mostrar. Es un tema complejo.
El tema de seguridad y de orden público, ¿tuvo repercusiones en la feria?
No, porque la mayoría de los eventos de la feria son en sitios que no han sido perturbadas por temas de orden público. Pero para el movimiento del aviturismo en Colombia si ha tenido afectaciones. No hay cifras exactas, pero hablando en general, en el país no hemos sido juiciosos en cuantificar el número de observadores de aves internacionales que han venido. En algunos casos, siento que el tema del aviturismo no se está planeando bien. Es chévere salir a promocionar al país, pero esto debe ir de la mano con una política que esté ligada con temas de conservación y apoyo a los emprendimientos, especialmente en zonas rurales. Hay una frase que me encanta de Stuart Pimm, experto mundial en extinción y fue uno de los invitados a las primeras ediciones, en la que dice que Colombia es el país de las aves, pero se puede convertir en el país de la extinción de las aves. Entonces, si todo este "boom" no es coherente con una política, no estamos haciendo nada. Desde la feria lo vemos como una estrategia de conservación y de desarrollo rural.
Desde el festival, ¿qué estrategias o propuestas le llevarían al gobierno para impulsar esa conservación?
La primera acción es coherencia. No podemos desde el Viceministerio de Turismo promocionar al país como un destino de observación de aves y, por otra parte, el Ministerio de Minas aprobando el fracking. Es ilógico. Debemos tener medidas efectivas de conservación. Qué está pasando en esas zonas de Colombia en donde los nichos de deforestación están creciendo y donde habitan muchas especies que son supremamente atractivas para los observadores de aves. Nosotros apoyamos, por ejemplo, a las comunidades que viven en zonas rurales, que son en últimas las que habitan los lugares donde está la biodiversidad. Proponemos al gobierno implementar incentivos económicos para los emprendimientos de aviturismo que estén apostando efectivamente a la conservación. Además, si se va a potencializar esta actividad asegurar una apuesta en la infraestructura, para que estos sitios sean adecuados, sobre todo si le vamos a apuntar a un mercado internacional.