El sector agroalimentario es posiblemente la actividad que genera un volumen mayor de biomasa residual. La biomasa residual de la producción agrícola corresponde a los residuos de cosecha, poscosecha y residuos agroindustriales. En Colombia, según la Unidad de Planeación Minero-Energética, se producen 135 millones de toneladas de biomasa al año, es decir, materia orgánica de origen vegetal o animal. El 32 % proviene de cultivos agrícolas de palma, caña, café, maíz, arroz, banano y plátano.
El sector de la caña panelera es un eje importante de la economía colombiana. El subsector panelero es la segunda agroindustria en importancia social del país después del café, con 220 mil hectáreas sembradas, donde participan más de 350.000 familias que crean 287.000 empleos directos, equivalentes a 45 millones de jornales al año, ocupando el 12 % de la población rural económicamente activa, según el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural.
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La panela se produce en 29 de los 32 departamentos, con un eje importante en 565 municipios del país. Para que se lleve una idea, en 2019 una tonelada podía llegar a costar US$733. En los procesos de transformación de la panela se producen cantidades importantes de biomasa residual, que se utilizan en la producción de subproductos derivados como abonos, alcoholes, alimentos para animales, química verde, energía, papel, cartón y fibra dietaría.
Por lo anterior, en el marco del programa Desarrollo Rural con Enfoque Territorial, Fase II (DRET II), implementado por la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo (AICS), la Unión Europea (UE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en conjunto con el Minamabiente y Minagricultura, se realizó un análisis de oportunidad para el mercado de la biomasa residual del sector de caña panelera, en colaboración con Fedepanela y con el apoyo de Biointropic. El objetivo es potenciar sus usos industriales y nuevos modelos de negocios, bajo los principios de la Estrategia Nacional de Economía Circular del país (ENEC), pertinente a la política de crecimiento verde (Conpes 3934 de 2018) y a lo definido en el marco del Pacto Verde de la Unión Europea (Green Deal) y su estrategia de economía circular.
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El análisis de mercado de la biomasa de caña panelera, definitivamente es una oportunidad de negocio. “Esto es ver la panela como un producto más allá de un alimento básico de la canasta familiar. La idea es poderlo conectar con otras industrias que tienen más valores agregados como la química, cosmética y farmacéutica. Además, este tipo de aprovechamiento son de triple impacto: económico, ambiental y social”, explica Claudia Betancur, directora de Biointropic.
El nivel de sofisticación de la biomasa residual de caña panelera se plantea bajo un esquema de representación en pirámide, donde en la base está todo aquello que tradicionalmente se presenta en el aprovechamiento de los residuos, como mieles, alimentación animal y compostaje, luego está la química verde compuesta por alcoholes y energía renovable, y en el vértice de la pirámide los de valor agregado, como los ingredientes bioactivos (lignina), cosmética, aseo (surfactantes) y alimentaria (aditivos y edulcorantes).
A escala nacional se reconocen diversos esfuerzos públicos y privados que avanzan en esta dirección, y es por esto que dentro de la asistencia técnica del DRET II se ha priorizado apoyar para el segundo semestre de 2022 un proyecto piloto que territorialice las políticas públicas del sector e identifique alternativas innovadoras para el aprovechamiento de la biomasa de la caña penelera, bajo parámetros de agricultura orgánica, con la participación de mujeres rurales, indica Furio Massolino, director del DRET II.