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“Las emergencias registradas en los últimos días son un llamado urgente a fortalecer la restauración de las coberturas naturales y los suelos, que actúan como esponjas al absorber el agua y ayudan a minimizar el desbordamiento de ríos, quebradas y arroyos”, señaló Jairo Guerrero, oficial en Gestión del Recurso Hídrico de WWF.
Bajo esta coyuntura comenzó, en Medellín, un nuevo ciclo de estos encuentros, organizados por El Espectador, ISAGEN, WWF Colombia y The Nature Conservancy (TNC), un espacio que convoca a los principales actores del sector social y ambiental, productivo y energético del país y de las distintas regiones para discutir y pensar cómo prepararnos para el futuro.
En su edición catorce, los encuentros se enmarcaron en la oportunidad que representa el Plan Nacional de Desarrollo 2022- 2026, que busca un desarrollo inclusivo y sostenible, con énfasis en la gobernanza ambiental, la transición energética y la recuperación de ecosistemas clave.
A casi un año y medio de terminar el gobierno actual, el Plan de Desarrollo le ha apostado al ordenamiento territorial alrededor del agua, la descarbonización de la matriz energética, la adaptación al cambio climático y la restauración de ecosistemas. Los motores para alcanzar estos objetivos son la cooperación territorial y la integración de los sectores social, ambiental y productivo, con el fin de garantizar un desarrollo más equitativo y resiliente.
Aunque Antioquia ha avanzado en la gobernanza del agua, gracias a alianzas interinstitucionales y procesos sociales, sus efectos aún no terminan de reflejarse de manera tangible en el territorio. Así lo advirtió Luis Fernando Valencia, representante de comunidades afrodescendientes de Medellín, quien señaló que “estos desastres climáticos pueden prevenirse si las distintas entidades y organizaciones cumplieran rigurosamente con su misionalidad y mejoraran su trabajo conjunto”.
Pese a este panorama, durante el diálogo se destacó una propuesta que abre nuevas posibilidades: la creación de un distrito supramunicipal que facilitaría la articulación entre municipios para el ordenamiento territorial alrededor del agua. Esta iniciativa busca integrar el desarrollo agrícola, ambiental y turístico en la subregión del suroeste antioqueño.
Uno de los puntos clave del encuentro fue el reconocimiento del papel fundamental que desempeñan las comunidades rurales en la conservación de los recursos naturales. Se hizo un llamado a fortalecer sus organizaciones, su capacidad de movilización y su incidencia en las decisiones regionales a través de figuras como las Reservas de la Sociedad Civil.
Así lo señaló Adriana Mayorquín, representante de la Red de Reservas Naturales ( CICAPE, quipen añadió que “las reservas de la sociedad civil son una figura de conservación valiosa para los territorios, no solo porque protegen ecosistemas estratégicos, sino porque representan proyectos de vida a largo plazo para las comunidades que las habitan. Al estar legalmente constituidas, muchas de estas iniciativas son autosostenibles y logran articular la protección ambiental con el arraigo y el fortalecimiento de las economías locales”.
Sin ecosistemas sanos no hay agua que aguante
De acuerdo con el Sistema Nacional de Evaluación de Gestión y Resultados – SINERGIA- del Departamento Nacional de Planeación (DNP), hasta agosto de 2024 Colombia había avanzado en más del 60 % en la concreción de acuerdos territoriales para el ordenamiento alrededor del agua. Además, se reportó la restauración de más de 45.000 hectáreas de ecosistemas de agua dulce estratégicos, una acción orientada a fortalecer la resiliencia hídrica y promover una gestión sostenible del agua en cuencas prioritarias para el país.
Una de las propuestas planteadas en relación con esta meta del PND fue robustecer las cuencas hidrográficas como la unidad básica de la planificación territorial. “Debemos avanzar la restauración por tramos y con acciones integradas en los planes locales. Para lograrlo, es clave ofrecer instrumentos financieros y alternativas económicas sostenibles, como el turismo. La planificación debe basarse en el mapa de áreas degradadas e incluir medidas de compensación, especialmente por parte de hidroeléctricas, cuya operación depende del agua como materia prima”, aseguró Ana María Álvarez, funcionaria de la Corporación Autónoma Regional de las Cuencas de los ríos Negro y Nare – Cornare.
Por su parte, la directora ambiental de ISAGEN, Claudia Echeverri Mejía, destacó que la gestión ambiental es el punto de partida de todas sus acciones. “Trabajamos por la protección de los ecosistemas asociados al agua y por una generación energética que respete y valore el entorno. Hoy, al cumplir 30 años, reafirmamos nuestro compromiso con una energía renovable, limpia y sostenible para todo el país”.
Dado que la crisis hídrica es mundial, durante el encuentro se exploraron las particularidades de las Soluciones basadas en la Naturaleza (SbN) que surgen como una respuesta efectiva a los desafíos del agua, al ofrecer estrategias que promueven cuencas más sanas y resilientes, capaces de sostener los servicios ecosistémicos de los que depende la vida humana.
De acuerdo con Silvia Benítez, directora de Agua Dulce para Latinoamérica de TNC, “para avanzar en esta dirección, es urgente superar el enfoque convencional centrado exclusivamente en infraestructura gris e incorporar alternativas que integren la naturaleza como parte de la solución. Esta transición no representa un gasto adicional, sino una inversión con alto retorno: aunque actualmente se destinan más de 600.000 millones de dólares anuales al saneamiento, solo el 1 % se dirige a SbN”.
Un ejemplo emblemático es el Fondo de Agua de Quito (Ecuador), el primero del mundo, creado hace 25 años para proteger los páramos que abastecen de agua a la ciudad. Gracias a este fondo, hoy se conservan más de 55 mil hectáreas de ecosistemas estratégicos y se ha logrado articular a actores clave en torno al cuidado del recurso hídrico.
Logrando comunidades energéticas
Uno de los puntos clave que se conversaron tuvo que ver con lo que representan las comunidades energéticas, que, de acuerdo con el PND, promueven la generación de energía renovable local: han alcanzado casi un 28% de avance en la creación de nuevos usuarios que se benefician de estas iniciativas. A nivel nacional, hasta marzo de 2024 se habían alcanzado 3.032 nuevos usuarios mediante fuentes no convencionales de energía renovable (FNCER), como la solar fotovoltaica y la biomasa.
Durante el diálogo, se planteó que la construcción de comunidades energéticas requiere mucho más que la instalación de tecnologías limpias; implica un trabajo profundo desde la cultura comunitaria. Una de las conclusiones de la mesa de trabajo fue fortalecer las capacidades técnicas locales —como la reparación de paneles solares y la implementación de estrategias de sostenibilidad— para que la transición energética sea apropiada y gestionada desde los territorios.
Dado que se trata de una iniciativa emergente, es crucial divulgar ampliamente qué son las comunidades energéticas, cómo se crean y cuáles han sido sus casos de éxito. Además, para que estas experiencias escalen y se sostengan en el tiempo, deben impulsarse mecanismos de
financiamiento y modelos de negocio que permitan consolidarlas como parte de una economía local sostenible.
Un caso de éxito es la primera comunidad energética solar interconectada del país en el barrio El Salvador, de Medellín, un proyecto piloto que permitió que 24 hogares generaran su propia energía solar y la vendieran al Sistema Interconectado Nacional (SIN).
Al final, los participantes reconocieron el papel de los Encuentros por el Agua como un espacio clave para alinear compromisos entre sociedad civil y sector empresarial, reafirmando que garantizar la seguridad del agua requiere poner este recurso en el centro de las decisiones territoriales y ambientales.