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¿Cómo evitar el colapso de la Amazonia? Esto dice una especialista que ha dedicado su trabajo a la región

Analiz Vergara, quien ha trabajado por la Amazonia durante más de diez años, explica qué tan cerca estamos del punto de no retorno de esta región vital para el planeta. La especialista guarda la esperanza de que evitemos ese colapso y menciona algunas de las iniciativas que ha adelantado WWF, la organización de la que hace parte.

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Catalina Sanabria Devia
07 de agosto de 2025 - 01:01 p. m.
¿Cómo evitar el colapso de la Amazonia? Esto dice una especialista que ha dedicado su trabajo a la región
¿Cómo evitar el colapso de la Amazonia? Esto dice una especialista que ha dedicado su trabajo a la región
Foto: WWF WWF
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Hace unos días se conoció que en 2024 se deforestaron 113.608 hectáreas de bosque en Colombia. Durante una rueda de prensa, el Ministerio de Ambiente y el Ideam presentaron la cifra oficial y subrayaron que la región amazónica sigue siendo la más afectada del país, con una pérdida de 77.124 hectáreas; lo cual representa casi el 70 % de este fenómeno. La noticia llegó semanas antes de la V Cumbre de los Presidentes de los Estados Parte del Tratado de Cooperación Amazónica (TCA), que se realizará el 22 de agosto.

Ocho mandatarios de los países de esta región —la selva húmeda tropical más grande del mundo— se reunirán en Bogotá para dialogar sobre intereses en común, hacer compromisos y trazar una hoja de ruta para los próximos años. Se espera que los presidentes adopten una declaración conjunta que refleje las prioridades y oriente acciones para enfrentar las problemáticas de la Amazonia.

Un par de meses después, del 10 al 21 de noviembre de 2025, se llevará a cabo la COP30: la cumbre de discusión climática más importante del mundo. Su escenario será una ciudad amazónica: Belém, en el estado de Pará, en Brasil, por lo que se prevé que la Amazonia sea un punto importante a abordar durante las negociaciones.

Además, hay un gran sector a la espera de que, durante la COP30, la conversación se centre en la transición para alejarse cada vez más de los combustibles fósiles. Hace poco más de un mes, más de 250 científicos enviaron una carta al presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, pidiéndole que esto sea “prioridad máxima”. También aseguraron que aún estamos muy lejos de lograr lo establecido en el Acuerdo de París, que se firmó hace diez años, cuyo objetivo es limitar la temperatura del planeta a muy por debajo de los 2 °C, preferiblemente a 1,5 °C en comparación con las cifras preindustriales.

En el caso de la Amazonia, organizaciones como WWF han advertido sobre las grandes amenazas que enfrenta el bioma, siendo las principales las concesiones mineras, la deforestación, la expansión de la agricultura extensiva, el aumento de represas hidroeléctricas, la construcción de carreteras y los cambios en la legislación en torno a áreas protegidas.

Para dimensionar las implicaciones de una crisis en la que la región pierda su capacidad de mantener funciones ecológicas vitales, es importante entender que la Amazonia es hogar del 10 % de la biodiversidad del planeta. Además, se estima que alberga más de 390.000 millones de árboles, y allí también viven más de 47 millones de personas, de las cuales 2,2 millones son indígenas y locales que se han relacionado históricamente con la naturaleza.

En su Informe Planeta Vivo 2024, WWF alerta que “el único momento seguro para actuar es ahora”. En medio de este preocupante panorama, siguen cobrando fuerza las voces que advierten sobre un posible colapso de la Amazonia. Entre los llamados está el de la economista ambiental Analiz Vergara, quien durante más de diez años ha dedicado su trabajo a esta región. Vergara explica que si la Amazonia sobrepasa cierto umbral de condiciones, ya sea de clima o de deforestación, cambiará irreversiblemente; es decir, el punto de no retorno.

Vergara, que además es oficial sénior del Programa de la Unidad de Coordinación Amazónica de WWF, habló en entrevista con El Espectador de los efectos que tendría la destrucción de estos bosques y enumeró algunos de los esfuerzos realizados para enfrentar el problema.

¿Qué tan cerca estamos del punto de no retorno de la Amazonia?

Para ahondar en este tema, es importante entender que estamos en un momento de transición. Hay dos factores que nos llevarían al colapso de la Amazonia: la deforestación del 20 % al 25 % de la selva y que superemos el incremento de la temperatura global de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales. En estos casos, estaríamos entrando a ese punto de no retorno.

Qué tan pronto podríamos llegar allí depende mucho de las decisiones que se tomen en torno a la deforestación y al cambio climático; por ejemplo, este año en la Cumbre de Presidentes Amazónicos y en la COP30. Pero si seguimos con la trayectoria actual, los estudios indican que podría ser en la próxima década. Otras fuentes, como un artículo publicado hace poco en la revista Nature, estiman que en 2050 hasta el 50 % de los bosques amazónicos estarían experimentando estas transiciones hacia potenciales estados irreversibles.

¿Cómo se mide o cómo se puede determinar esta cercanía al punto de no retorno?

Es difícil estimar un punto de no retorno porque el sistema ambiental de la Amazonia es muy complejo. Por ejemplo, hay una conectividad hidrológica entre todos los países, entre los ríos, pero también hay conectividad entre las especies. Existe cierta complejidad científica, no es sencillo determinar cómo van a interactuar estos factores unos con otros; depende de la fuente y los modelos que se estén utilizando. Sin embargo, lo que sí está claro es que estamos cerca de ese punto de no retorno.

En un tercio del bioma amazónico ya se presentan condiciones, como estaciones secas mucho más largas, reducción de lluvias y altas tasas de deforestación, que pueden desencadenar esa transición catastrófica. Mucho dependerá de las decisiones que se tomen para 2030.

Durante 2024 se rompieron récords por las altas temperaturas globales. En la Amazonia brasileña vimos algunos de los peores incendios de las últimas décadas, mientras que el río Amazonas alcanzó niveles mínimos históricos en Colombia y Perú. Según lo que usted nos comenta, ¿esos eventos son indicios de que estamos próximos a ese escenario?

Sí. Justamente, algunos investigadores dicen que ya estamos experimentando el punto de no retorno porque esto no es algo que pase de un día para otro. Es un proceso que se desencadena a mediano plazo y después, cuando se están viendo los efectos, ya es imposible retroceder. Entonces, yo creo que esta idea es útil para entender que estamos en un momento de mucho riesgo, en el que hay que tomar decisiones urgentes para la Amazonia.

Si seguimos con las tendencias actuales, lo más probable es que perdamos la región. Una opción es que se vuelva una sabana. También puede que sigan en pie algunos árboles, pero que no produzcan los mismos beneficios ambientales para las comunidades y el mundo. Lo otro que podría suceder es que haya un dosel abierto; es decir, muchos parches de bosque que en realidad no tendrían conectividad y no podrían funcionar bien.

Si eso sucede, si la selva sigue degradándose, ¿la región podría convertirse en una gran fuente de emisiones? ¿De qué dimensión?

La Amazonia almacena aproximadamente 200.000 millones de toneladas de carbono en los suelos y en su vegetación. Claramente, si eso se libera, sería una cantidad increíble de emisiones que impediría que lleguemos al objetivo del Acuerdo de París de que el calentamiento no supere los 1,5 °C a escala global. El presupuesto de carbono estimado para 2025, antes de que el planeta llegue a esa temperatura, es de aproximadamente 130 gigatoneladas de CO2, y la Amazonia podría emitir entre 360 y 700 gigatoneladas. Es evidente que si perdemos la Amazonia, no solo que superaríamos los 1,5 °C, sino que iríamos mucho más allá.

Esa es una de las funciones de regulación climática de la Amazonia: es como un depósito que ha logrado mantener ese carbono fuera de la atmósfera. Pero la región cumple otra función relevante y es que, a través de los ríos voladores, de la circulación de humedad, tiene un efecto neto de enfriamiento de la Tierra. Se calcula que cerca de la mitad de los cambios climáticos en la Amazonia se deben a factores globales y el resto responde a cuestiones regionales y locales, siendo la principal la deforestación. Los árboles amazónicos generan su propia lluvia a través de una función que se llama evapotranspiración. Entonces, si no hay bosques, no se evapora el agua y, por lo tanto, no hay lluvias en varias partes de la región. Esto tiene graves implicaciones para la agricultura, la provisión de agua para consumo humano y la producción hidroeléctrica, incluso más allá de la cuenca amazónica.

¿Qué esfuerzos destacaría que se estén llevando a cabo para evitar este colapso?

Si bien es difícil llegar a acuerdos entre los gobiernos, no podemos dejar de lado la importancia y la ambición de que el escenario multilateral de los países, tanto amazónicos como no amazónicos, se fortalezca. Hay que seguir insistiendo en el cumplimiento de los acuerdos globales del clima y de biodiversidad, e incluso de otros que afectan la selva, como el Convenio de Minamata, que regula el uso del mercurio.

Nosotros, desde WWF, planteamos que hay tres apuestas indispensables para la Amazonia: lograr la cero deforestación, detener la minería ilegal de oro y conservar al menos el 80 % del bioma, todo esto para 2030. En términos de política pública, hay muchas alternativas que existen y son viables para alcanzar esos tres objetivos. Nuestro trabajo se enfoca, por un lado, en proveer ese tipo de recomendaciones técnicas a los gobiernos. Esperamos, por ejemplo, que la declaración de los presidentes de la cumbre presidencial de la OTCA, en Bogotá, traiga compromisos sobre estos temas.

Pero en WWF también trabajamos en el ámbito local en estos tres enfoques. En el caso de Colombia, se aporta al fortalecimiento de las comunidades campesinas a través de escuelas para agricultores que promueven la reconversión de sistemas extensivos hacia la ganadería sostenible y los sistemas agroforestales. En suma, se han implementado sistemas de energía renovable para apoyar la labor de defensa del territorio y fortalecer medios de vida sostenibles junto a la Alianza de Mujeres Tejedoras de Putumayo. WWF también ha apoyado la gobernanza indígena en Putumayo y Guainía, al impulsar el monitoreo comunitario y la construcción de planes de manejo del territorio.

Como estos, hemos acompañado muchos otros proyectos en Perú, Ecuador, Bolivia, Brasil y en las Guayanas (Guyana, Surinam, Guayana Francesa). Tenemos que luchar desde los territorios porque, aunque el problema es enorme, sería mucho más grave si no existieran estas acciones locales y de incidencia tanto regionales como globales.

Catalina Sanabria Devia

Por Catalina Sanabria Devia

Periodista con interés en temas de género, medio ambiente y construcción de paz. Ha colaborado en medios como Rutas del Conflicto y Mongabay Latam. Ganadora del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar (2022) y el Premio al Periodismo Social y Ambiental de Constructora Capital (2023).@catalina_sanabrlsanabria@elespectador.com
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Julio César Otero(88143)07 de agosto de 2025 - 02:34 p. m.
Un artículo largo y no propone ninguna medida de autoridad para castigar al depredador, ahí está el terreno degradado, no se lo han llevado para ninguna parte como sucede con los celulares, joyas, etc. Es simple y llanamente falta de autoridad. Hay bastante información recopilada, imágenes de satélites y fotografías aéreas, que pueden servir de soporte para aplicar un fuerte castigo al delincuente.
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