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¿Cómo frenar la contaminación plástica? El problema crece más rápido que la humanidad

A inicios de agosto, ciento setenta y cinco países se encontrarán en Suiza para intentar llegar a un acuerdo que llevan negociando durante tres años y que busca enfrentar una de las mayores crisis medioambientales del planeta: la contaminación por plásticos. Si bien los expertos resaltan los avances significativos que ha tenido el país en esta materia, hacen un llamado para acelerar algunos componentes claves de la reglamentación normativa y destacan el liderazgo de países como Colombia en la promoción de obligaciones globales vinculantes para hacerle frente a esta crisis.

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26 de junio de 2025 - 01:00 p. m.
Un río transporta basura plástica en Europa. Aproximadamente desde 1950, el 75 % de todo el plástico se ha convertido en residuos, la mayoría de los cuales terminan en el medio ambiente.
Un río transporta basura plástica en Europa. Aproximadamente desde 1950, el 75 % de todo el plástico se ha convertido en residuos, la mayoría de los cuales terminan en el medio ambiente.
Foto: Shutterstock - Roman Mikhailiuk - WWF
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Falta poco más de un mes para que representantes de varios países se reúnan en Ginebra (Suiza) para intentar cerrar un acuerdo que llevan tres años negociando y que busca abordar una de las tres crisis planetarias que enfrenta la humanidad, además del cambio climático y la pérdida de biodiversidad: la contaminación.

Ximena Barrera, directora de Relaciones de Gobierno y Asuntos Internacionales de WWF Colombia, sintetiza esta crisis medioambiental de la siguiente manera: “la producción y el uso de plásticos a nivel mundial seguirán creciendo más rápido que la población”. Para ejemplificar la problemática, Barrera ofrece varias cifras. “Entre los años 2000 y 2019 la producción se duplicó, pasando de 234 a 460 millones de toneladas. Si no se implementan políticas más ambiciosas, esta cifra alcanzará los 736 millones de toneladas en 2040, un aumento del 70 % respecto a 2020”.

El problema, continúa la experta de WWF Colombia, es que, aproximadamente desde 1950, el 75 % de todo el plástico se ha convertido en residuos, “la mayoría de los cuales terminan en el medio ambiente, incluyendo los océanos”. Para que se haga una idea, el Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA), calcula que esto corresponde a verter un camión de basura de plástico al océano cada minuto.

A esto se suma que, para 2040, los plásticos reciclados seguirán representando apenas el 9% del total producido, mientras que los residuos mal gestionados crecerán un 47 % y las fugas al medio ambiente un 50 % en comparación con 2020. Es con este panorama en mente es que los delegados llegarán a Suiza a tratar de finalizar un tratado global que ha sido esquivo en los últimos años.

Mientras tanto, en Colombia se han dado avances significativos en la implementación de una ley que busca eliminar progresivamente 21 tipos de plásticos de un solo uso para 2030. Con el horizonte de las negociaciones de agosto, ¿en qué ha avanzado el país y qué hace falta por implementar? ¿Qué esperar del quinto periodo de sesiones para elaborar un instrumento internacional sobre la contaminación por plásticos?

El panorama en Colombia

Desde mediados de 2022, Colombia cuenta con la Ley 2232 que establece “medidas tendientes a la reducción gradual de la producción y consumo de ciertos productos plásticos de un solo uso”, entre otras disposiciones. Esta normativa espera responder a la problemática ambiental que, según la Plataforma Nacional de Acción sobre Plásticos de Colombia (NPAP Colombia, por sus siglas en inglés), se deriva de la producción de residuos plásticos domiciliarios anual de entre 1,4 y 2,7 millones de toneladas en el país.

Esta alta generación de residuos, explica un reciente informe de la NPAP Colombia, se da por “las deficiencias en la gestión de los residuos y las bajas tasas de reciclaje, lo que implica una fuga importante de estos residuos hacia los ecosistemas, afectando el aire, los suelos y sobre todos los cuerpos de agua y océanos”.

A ojos de Jonathan Sánchez, gerente de NPAP Colombia, una red global promovida por el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) a través de Global Plastic Action Partnership (GPAP), a la que recientemente el país se sumó y de la cual WWF es la organización anfitriona, el país ha mostrado un relevante progreso en la reglamentación de esta ley. “Uno de los hitos principales es la expedición de la Resolución 803 de 2024 del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, que desarrolla parcialmente la ley al establecer las condiciones técnicas y administrativas para eliminar progresivamente 21 tipos de plásticos de un solo uso hacia 2030, actualiza las metas de Responsabilidad Extendida del Productor, y genera disposiciones para alternativas”, agrega Sánchez.

De hecho, en el país ya rigen algunas prohibiciones. Desde julio de 2024, ocho productos plásticos de un solo uso, como las bolsas de punto de pago en establecimientos comerciales, las utilizadas por periódicos, los mezcladores y pitillos para bebidas, entre otros, ya no se pueden introducir al mercado, comercializar y distribuir. El segundo paquete de productos plásticos prohibidos empezará a regir en cinco años.

Actualmente, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible avanza en la formulación de la Política Nacional para la reducción y sustitución en el consumo y la producción de plásticos de un solo uso, “la cual incluirá líneas estratégicas como economía circular, educación ambiental, innovación, etiquetado estandarizado y promoción de alternativas sostenibles, entre otros”, apunta el gerente de la NPAP Colombia.

De acuerdo con la directora de Relaciones de Gobierno y Asuntos Internacionales de WWF Colombia, “no basta con retirar el plástico de un solo uso, sino que se requieren esfuerzos coordinados entre gobierno, sector privado y ciudadanía para implementar planes y políticas que prioricen y promuevan la reducción gradual de plásticos, sistemas de reúso y desarrollo de alternativas sostenibles. También se requiere avanzar en medidas de ecoetiquetado, trazabilidad, y reciclaje con las consideraciones ambientales y sociales necesarias para la transición justa. Se debe promover una transición sistémica hacia una economía circular del plástico con metas, monitoreo y compromiso de todos los actores implicados”.

Es por eso que uno de los pilares claves en este proceso es el Plan de Reconversión Productiva y Adaptación Laboral. En términos generales, el principal objetivo está dirigido a acompañar a las empresas y trabajadores del sector en su transición hacia modelos productivos sostenibles.

Justamente, señala Sánchez, la política de reconversión productiva, que contempla medidas de formación laboral, incentivos e inclusión productiva, ha sido concertada con actores claves del sector público y privado. Aunque se han logrado avances importantes en materia normativa, advierte el experto, “se reconoce la necesidad de acelerar la implementación del plan de reconversión para garantizar una transición justa y efectiva”.

A finales de mayo, Daniela Durán González, quien fue co-redactora de la Ley 2232 de 2022 y hace algunas semanas se posesionó como directora de la oficina de Asuntos Internacionales del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, le adelantó a este diario que en los próximos meses se expedirá este plan.

De lo nacional a lo global

Hace unas semanas, en Niza (Francia) se llevó a cabo la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos, que convocó a líderes mundiales con el propósito de acelerar la conservación y financiación de los océanos, y alcanzar distintos acuerdos que permitan enfrentar las múltiples amenazas que acechan a estos importantes ecosistemas.

Una de las problemáticas que concentró parte de la agenda durante la semana de la cumbre, además del blanqueamiento de corales, la sobreexplotación y los impactos del cambio climático, tuvo que ver, justamente, con la contaminación por plásticos. Desde Niza, 95 países, entre esos Colombia, enviaron un mensaje con miras a la reunión de agosto en Ginebra. En una declaración, enfatizaron en la necesidad de que el tratado global de plásticos sea jurídicamente vinculante y aborde el problema desde su origen, la producción.

“Queremos enviar un mensaje claro al mundo: no aceptaremos cualquier tratado basado en falsas soluciones. Entregaremos el tratado que necesitamos. Un tratado que no reduzca la producción de plástico serán promesas vacías”, declaró desde Francia la ministra de Ambiente de Colombia, Lena Estrada Añokazi.

La declaración de estos países, resalta Barrera, está en línea con una de las principales prioridades que deberían tener los países: “promover obligaciones globales vinculantes sobre los temas más problemáticos y preocupantes a lo largo de todo el ciclo de vida del plástico, así como los medios necesarios para que todas las partes puedan implementarlas”.

Son precisamente estos temas —el grado de obligatoriedad y los mecanismos financieros— dos de los más espinosos que se abordarán entre el 5 y el 14 de agosto en Ginebra, en el marco de una reunión que tiene un nombre un tanto difícil de recordar: la segunda parte del quinto período de sesiones del Comité Intergubernamental de Negociación (INC, por sus siglas en inglés) encargado de elaborar un instrumento internacional jurídicamente vinculante sobre la contaminación por plásticos.

Uno de los temas más sensibles, anticipa Sánchez, “será acordar si las medidas serán obligatorias o voluntarias, y si se permitirá a los países optar por enfoques nacionales en lugar de compromisos comunes”. Esto es clave, como señala el gerente de la NPAP en nuestro país, pues esto definirá el nivel de ambición y coherencia global del tratado.

Sobre el segundo, explica el experto, se deberá acordar cómo será la financiación de la implementación del tratado, especialmente para países en desarrollo, así como las fuentes de dónde saldrán esos recursos y si se establecerá o no un fondo global y cómo sería su operación.

Barrera, de WWF, enfatiza en que esta organización respalda el compromiso de los Estados de trabajar por el consenso y lograr una adhesión universal al tratado. “Una clara mayoría de países ya apoya un tratado con obligaciones vinculantes que promuevan cambios sistémicos. También lo hacen importantes empresas del sector privado, organizaciones de la sociedad civil, científicos e investigadores que están listos para implementar normas globales ambiciosas. Un tratado con obligaciones vinculantes respaldado por la mayoría de los actores será más eficaz que uno basado únicamente en acciones voluntarias nacionales aprobadas por consenso total”.

Para que el encuentro en Suiza sea exitoso y se logre un acuerdo jurídicamente vinculante, como esperan gran parte de los países que asistirán a las negociaciones, Barrera destaca cuatro elementos esenciales que deberán ser contemplados durante la negociación.

En primer lugar, señala la eliminación de los plásticos perjudiciales. Esto, considera la experta de WWF, podría lograrse a través de listas y criterios globales “para la identificación de productos plásticos y sustancias químicas de preocupación, que deben ser prohibidos y eliminados progresivamente en plazos estipulados, comenzando por aquellos más dañinos para la salud humana y el medio ambiente, y cuya eliminación sea factible”.

Lo segundo, está relacionado con el rediseño de productos. Con esto, Barrera hace referencia a los criterios globales vinculantes sobre el diseño de productos plásticos y condiciones habilitantes para una economía circular no tóxica, para que estén “enfocados en la reciclabilidad, en productos con contenido reciclado, en la reutilización, y en la Responsabilidad Extendida del Productor (REP)”, así como al establecimiento de requisitos globales sobre las condiciones necesarias para permitir la transición hacia una economía circular con el tiempo.

En tercer lugar, como anticipa Sánchez, se encuentra la alineación de los flujos financieros y la seguridad sobre los recursos. En ese sentido, se espera “un paquete financiero integral que aproveche todas las fuentes disponibles, alinee los flujos financieros, tanto públicos como privados, y establezca un mecanismo financiero adecuado para movilizar y dirigir recursos a la implementación”. Esto, sin olvidar que es necesaria la asistencia técnica complementaria y la transferencia de tecnologías para maximizar la efectividad de la implementación.

Finalmente, apunta la directora de Relaciones de Gobierno y Asuntos Internacionales de WWF Colombia, hay que “preparar el tratado para el éxito a largo plazo”. Con este último punto, Barrera se refiere a contar con mecanismos basados en evidencia para “informar, evaluar y revisar el progreso y la efectividad de las medidas, así como para introducir las mejoras necesarias”.

Como en Ginebra se prevé que países productores de petróleo (un insumo clave en la producción de plástico), como Arabia Saudita y Rusia, sigan oponiéndose a un tratado ambicioso y vinculante, Barrera propone que también se piense en adoptar mecanismos efectivos de toma de decisiones, para que, “incluso en ausencia de consenso entre las partes, se permita la adopción futura de enmiendas necesarias para fortalecer el tratado”.

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