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Conservar al tití cabeciblanco y recuperar su hábitat es un compromiso de todos

Información institucional | La historia del tití cabeciblanco no es solo la de una especie en riesgo, sino la de un ecosistema completo en peligro.

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Fundación Proyecto Tití
29 de agosto de 2025 - 03:00 p. m.
El tití cabeciblanco es un primate endémico de Colombia.
El tití cabeciblanco es un primate endémico de Colombia.
Foto: Joao Marcos Rosa
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En las ramas más altas de los bosques secos tropicales del Caribe colombiano aún resuena el chillido agudo de un pequeño primate que, aunque pesa menos de un kilo, carga sobre sus hombros el peso de una gran causa: la defensa de uno de los ecosistemas más amenazados del país. Se trata del tití cabeciblanco (Oedipomidas oedipus), un animal carismático de melena blanca y mirada inquieta que solo existe en Colombia y que hoy se encuentra en peligro crítico de extinción.

Su hábitat natural se extiende por fragmentos de bosque en Atlántico, Bolívar, Sucre, Córdoba, norte de Antioquia y una pequeña parte del Chocó. Sin embargo, la deforestación, la expansión ganadera, los monocultivos y la caza ilegal lo han acorralado a islas de vegetación cada vez más reducidas, obligándolo a sobrevivir en coberturas que nos son idóneas para su sobrevivencia a largo plazo como potreros arbolados, cercas vivas y rastrojos de baja calidad.

La historia del tití cabeciblanco no es solo la de una especie en riesgo, sino la de un ecosistema completo en peligro. Pero a su vez, es la historia de un esfuerzo colectivo que, desde hace más de tres décadas, lidera la Fundación Proyecto Tití, que ha convertido la palabra conservación en sinónimo de esperanza.

Un primate fascinante y vulnerable

Los titíes cabeciblancos viven en grupos familiares que rara vez superan los diez individuos. Conforman sociedades estables, donde los padres y los hermanos mayores se turnan para cargar a las crías y cuidarlas en sus primeros meses de vida. Este cuidado cooperativo, casi humano, fortalece sus lazos y les permite enfrentar juntos los desafíos del bosque, porque al igual que nosotros, los titíes necesitan de su familia y su hogar para sobrevivir.

Territoriales y activos, defienden áreas que van de 2 a 10 hectáreas, desplazándose principalmente por el dosel medio de los árboles, para evitar predadores. Cuando esos árboles desaparecen, los titíes enfrentan desafíos tanto para su movilidad y locomoción, como para su alimentación y refugio, aumentando el riesgo para su supervivencia. Sin duda, la pérdida de árboles y la consecuente fragmentación de su hábitat es sin duda una amenaza significativa para la especie.

Los titíes cabeciblancos ya fueron catalogados como una de las 25 más amenazadas del planeta, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), pues sus poblaciones han disminuido de manera abrupta en las últimas décadas, al punto de que hoy su sobrevivencia depende, literalmente, de las acciones que se implementen hacerse en las zonas donde se distribuyen y aún hay presencia de bosques.

Restauración: sembrar futuro para la fauna y las comunidades locales

Desde sus inicios, la Fundación Proyecto Tití entendió que proteger a este carismático primate significaba mucho más que estudiar su comportamiento . La clave estaba en trabajar para mitigar sus amenazas directas y devolverle al tití lo que había perdido: su casa, el bosque. En 2015, la organización dio un paso decisivo al crear la Reserva Natural Regional Los Titíes de San Juan, en San Juan Nepomuceno (Bolívar), con 70 hectáreas iniciales. Hoy, diez años después, esa semilla se multiplicó: hoy son más de 900 hectáreas bajo protección directa, destinadas a conservar a la especie y a recuperar y conectar los bosques de los Montes de María.

Pero la protección es apenas el inicio. La restauración ha sido la apuesta más ambiciosa. En los últimos cinco años, la fundación ha recolectado más de 100.000 semillas de 70 especies nativas, que han sido almacenadas en su banco de semillas. Con ellas se han propagado cerca de 110.000 plántulas, de las cuales alrededor del 70 % sobreviven después de tres años en campo.

Ese esfuerzo se traduce en cifras esperanzadoras: más de 370 hectáreas de antiguos pastizales y cultivos degradados se han transformado en nuevos bosques, corredores biológicos donde hoy vuelven a circular el tití cabeciblanco, aves migratorias, mamíferos medianos y una variedad de fauna que regresan junto con el crecimiento de los árboles plantados.

“Sembrar árboles es sembrar vida”

Rosamira Guillén, directora ejecutiva de la Fundación Proyecto Tití, lo resume con claridad: “Hace diez años empezamos a recuperar terrenos degradados. Ahora nos propusimos una meta ambiciosa: sembrar 60.000 árboles en 100 hectáreas de pastizales y rastrojos en la Reserva Los Titíes de San Juan. Esos predios, que antes fueron usados para ganadería, se convertirán en corredores para el tití y para toda la fauna nativa del bosque seco tropical”.

El impacto de esta tarea va más allá de los animales. Restaurar un bosque significa restaurar servicios ecosistémicos vitales para las comunidades: polinizadores que mejoran la producción agrícola, fuentes hídricas que permanecen en épocas de sequía, sombra que regula la temperatura, aire limpio para respirar. Cada árbol sembrado es un aliado silencioso contra el cambio climático y una promesa de bienestar compartido que nos termina beneficiando a todos.

La restauración no sería posible sin las manos que la hacen real, campesinos de las comunidades rurales participan en la recolección de semillas, el mantenimiento de viveros y la siembra en campo. Para muchos, ha significado una fuente de ingresos y una alternativa de trabajo sostenible.

Un llamado a sumar voluntades

La Fundación Proyecto Tití sabe que para restaurar este ecosistema necesita apoyo, por eso ha abierto una campaña para que cualquier persona, desde cualquier rincón del país o del mundo, pueda convertirse en aliado. “Todos pueden aportar, explica Guillén. Desde donar un árbol hasta convertirse en socio estratégico y apoyar con la siembra de una o más hectáreas. Lo importante es que entendamos que lo que está en juego es mucho más que una especie, es la salud de nuestros bosques, el bienestar de nuestras comunidades y al final de cuentas, de nosotros mismos”.

El tití, guardián del bosque seco tropical

El tití cabeciblanco no es solo un primate carismático, es en palabras de los biólogos, una especie indicadora: su presencia revela la calidad del ecosistema. Si los titíes desaparecen, el bosque donde habita se desmorona con ellos. Proteger al tití equivale a salvaguardar uno de los ecosistemas más frágiles y valiosos de Colombia, el bosque seco tropical donde apenas queda un 8 % de la cobertura original. Restaurar significa dar una segunda oportunidad no solo para este primate, sino para cientos de especies de flora y fauna que dependen de ese hábitat.

Hoy, la conservación del tití cabeciblanco depende de la suma de voluntades y apoyo para recuperar su hábitat, es un llamado de acción para crear bosques en los pastizales. Cada árbol sembrado, cada hectárea recuperada y cada voz que se suma construyen un futuro donde el tití cabeciblanco seguirá libre en los Montes de María.

Por Fundación Proyecto Tití

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