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Hace apenas 34 años se encendió la primera alarma sobre el problema que significaba el plástico en el mundo y se iniciaron las primeras prohibiciones de PVC en Estados Unidos, 129 años después de que el neoyorquino John Hyatt inventara el celuloide (nitrato de celulosa) o el primer material termoplástico que sustituiría el marfil en las bolas de billar.
Hoy, 162 años después de su creación, la contaminación por plástico en el mundo es una de las problemáticas ambientales que parece no tener freno y aunque la crisis climática tiene todos los reflectores, lo cierto es que el mundo está resistiendo a una estocada tras otra de los impactos que genera el consumismo y los hábitos desmedidos de los seres humanos: cambio climático, deforestación, pérdida de biodiversidad y con ello de sus servicios ecosistémicos y contaminación en todas sus expresiones. (Lea: Más de mil especies en Colombia están amenazadas, ¿cómo protegerlas?)
El consumo de plástico nos ha llevado a que hoy en día tengamos una isla de plástico que se desplaza por el Pacifico y las medidas de mitigación como la prohibición y no uso del material son necesarias, pero insuficientes. Estamos frente a un reto global que requiere metodologías efectivas para la adecuada gestión de los residuos que ya existen. Pues solo en 2019, según el primer informe de la OCDE “Perspectivas Globales sobre el Plástico”, “6.1 millones de toneladas (Mt) de residuos plásticos se filtraron en los medios acuáticos y 1.7 Mt fluyeron hacia los océanos. Se calcula que en la actualidad hay 30 Mt de residuos plásticos en los mares y océanos, y otros 109 Mt se han acumulado en los ríos”
Y añade que “el 22% del plástico del mundo fue desechado, solo el 9% reciclado, el 50% fue a los vertederos y el 19% se incineró. Y aunque la producción de plástico reciclado se ha cuadruplicado, solo representa el 6% de la producción total”.
Es por eso que iniciativas como Playas libres, basura cero, de Fundación Coca Cola y Fundación Natura, son claves para generar una cultura de cuidado de los ecosistemas marino costeros a través de una adecuada gestión de los residuos que incluye: separación en la fuente, recolección en mares, playas y zonas residenciales, acopio, venta, transformación y comercialización, como un proceso de economía circular que aprovecha los materiales hasta que sus composiciones físicas y químicas lo permiten. (Lea: Lo que debe saber sobre el tratado que busca eliminar la contaminación plástica)
Desde el 2021 estás dos organizaciones se unieron para llegar a San Andrés Isla (Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina), Coveñas (Sucre) y Bahía Solano (Chocó), municipios de Colombia que tienen una alta demanda por el turismo, para el caso de Bahía Solano turismo de naturaleza y no masivo, pero que también sufren las consecuencias de estar desconectados de la zona central del país, lo que hace que todo lo que entre tenga una dificultad de salida o los costos sean mucho más altos.
La educación ambiental como eje central de los cambios culturales de las poblaciones, ha sido la herramienta que genera procesos en los territorios, deja capacidades instaladas en sus pobladores, propicia espacios de creación y de concientización alrededor del rol de cada persona en el cuidado de sus municipios. Pero además promueve que las actividades alrededor de la gestión de residuos sean vistas con buenos ojos y como una oportunidad de desarrollo económico.
Solo para dar algunos ejemplos, entre el 2021 y el 2022, este proceso vinculó 12 iniciativas locales entre las que se destacan: Schooner Bight Ethnic Association, una organización raizal que se dedica a recolectar, compactar y sacar residuos aprovechables de San Andrés y Providencia; Lion Fish Expeditions, que ofrece servicios de buceo, pero que además realizan jornadas de caza del pez león y de limpiezas submarinas en la isla; por otro lado, Océanos libres de plástico y su iniciativa de producción de madera plástica en Bahía Solano y la Red de Mujeres con Emprendimiento Ambiental de Bahía Cupica, con su bodega de recolección, compactación y venta de residuos aprovechables. (Lea: Los océanos están inundados de plástico, pero aún es posible salvarlos)
Más de 4 mil personas entre los 14 y 80 años beneficiadas por todas las acciones de educación ambiental y gestión de residuos, 105 de ellas certificadas por dos instituciones de educación superior. 7 colegios involucrados, 59 jóvenes capacitados por la Red Científicos de la Basura de la Universidad de Chile y 84 estudiantes realizando el servicio social con el proyecto. 36 jornadas de limpieza en playas y manglares en las que se recolectaron 35 toneladas de residuos, la realización de 1 piloto de huella plástica en el Colegio PIO XII de Coveñas y la creación de la Red Nacional Playas Libres, Basura Cero, donde pueden participar todas las iniciativas de gestión de residuos en zonas marino costeras.
Algunas de las actividades que más ayudaron a que los jóvenes se involucraran, fueron los talleres de robótica, teatro, colectivo de comunicaciones y las dos canciones de la iniciativa (una de ellas en creole). Se encuentra en el arte y los hobbies, una posibilidad de vincular al público y que se interesen genuinamente por el cuidado de los ecosistemas y sus hábitos de consumo.
Para resolver las problemáticas ambientales en Colombia y en general en el mundo, hay que tener en cuenta que las herramientas de sensibilización deben estar a la vanguardia de estas nuevas generaciones, pues al final son los jóvenes el principal público al que se debe interesar por temas tan álgidos y quienes tienen en sus manos la posibilidad de cambiar el panorama futuro.
Iniciativas como playas libres, basura cero, confrontan a las poblaciones con unos territorios ahogados por los plásticos, unas decisiones políticas débiles que no encuentran la manera de acabar con el problema de raíz, pero también con la gama de soluciones que los mismos pobladores crean e implementan y que solo necesitan un apoyo, fortalecimiento o como decimos, un empujoncito, para tener un mayor impacto.
Existen actores en todo el territorio nacional que están enfrentando la problemática del plástico y esto mitiga el daño, pero aún quedan retos importantes por cumplir: 1. Se deberían replicar estas metodologías adaptadas a los contextos de cada región, 2. Se necesitan más incentivos y apoyo gubernamental a las iniciativas de gestión de residuos, 3. Urge investigación alrededor de, por ejemplo, el impacto del plástico en los océanos y del microplástico en todos los seres vivos; Y especialmente para este tema, se requiere una conciencia colectiva que impacte en las decisiones individuales: los hábitos de consumo deben transformarse y así obligar a las grandes industrias a modificar sus procesos industriales, sin demanda no hay oferta y si el consumidor se vuelve más exigente, adquiere mejores productos, pero, sobre todo, los procesos industriales y productivos serán sostenibles.
Necesitamos un ¡Planeta libre, basura cero!
Por Eliana Garzón
