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Océanos sin plástico: Una necesidad urgente para proteger el medio ambiente

La producción mundial de plástico ha sufrido un aumento exponencial durante las últimas décadas, llegando a cerca de 400 millones de toneladas anuales. De ese total, se estima que solo un 9% ha sido reciclado. El resto termina en basureros y entre 19 y 23 millones de toneladas terminan en el mar. La basura plástica marina procedente de los sectores del transporte marítimo, la pesca y la maricultura, afecta gravemente a los hábitats, las poblaciones de peces y otras especies marino-costeras.

José Aguilar-Manjarrez*
08 de junio de 2023 - 04:48 p. m.
Una gran parte de los plásticos que se producen en el mundo terminan en los océanos.
Una gran parte de los plásticos que se producen en el mundo terminan en los océanos.
Foto: FAO
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América Latina y el Caribe, con su vasta extensión costera, desempeña un papel importante en la producción pesquera y acuícola global. Sin embargo, esta riqueza natural se encuentra amenazada por la contaminación plástica. Con más de 72 mil kilómetros de litoral, nuestra región genera el 11% de la producción pesquera mundial y el 4% de la acuicultura. Solo el 2021 la acuicultura en la región produjo un total de 3.84 millones de toneladas de productos alimentarios, incluyendo el cultivo de algas que son importantes para el consumo humano y el comercio local.

La pesca artesanal no solo abastece hasta el 85% del consumo de pescado en algunos países de la región, sino que también sustenta la seguridad alimentaria y nutricional de numerosas comunidades costeras y cuencas, incluyendo muchas indígenas. (Lea también: Los océanos están inundados de plástico, pero aún es posible salvarlos)

En ese contexto, uno de los mayores desafíos que enfrentamos es el impacto de la basura plástica marina en nuestros mares y costas, que son ingeridos por animales marinos, lo que pone en riesgo el ecosistema, y si son consumidos, también la inocuidad alimentaria en corto plazo y la seguridad alimentaria en el largo plazo.

Se estima que una porción de 250 gramos de mejillones podría contener hasta 1000 partículas de microplásticos, dependiendo de su densidad y volumen. La presencia de plásticos pone en riesgo el ecosistema, porque altera ciclos de vida de las especies. No solo eso, si un animal marino come un plástico, y luego es consumido, eso afecta la inocuidad alimentaria. Aunque aún no se ha establecido una ingesta diaria tolerable, es un problema grave que afecta tanto al medio ambiente acuático como a los seres humanos. (Lea: El Ártico podría quedarse sin hielo en el verano durante la próxima década)

En el marco de las conmemoraciones del Día del Medio Ambiente, y de los Océanos, debemos fomentar la responsabilidad en el uso de plásticos, prevenir y reducir su uso, y buscar alternativas que puedan sustituirlo. La contaminación por plásticos y microplásticos es una tendencia creciente que no puede más que aumentar el estrés ambiental al cual se enfrentan los recursos pesqueros y acuícolas. Por lo tanto, existe una gran necesidad de sensibilizar a todas las personas y encontrar soluciones adecuadas sobre cómo prevenir y reducir las fuentes y descargas de plásticos en el medio marino-costero.

El proyecto GloLitter implementado por la Organización Marítima Internacional (OMI) en colaboración con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), ayuda a los países en vías de desarrollo a prevenir y reducir los desechos marinos, especialmente los plásticos, en los sectores del transporte marítimo y la pesca. Este proyecto es el primero que aborda esta problemática a nivel global y está financiado por el Gobierno de Noruega, Australia y el Reino de Arabia Saudita. En América Latina y el Caribe, la iniciativa está apoyando los gobiernos de Costa Rica, Jamaica y Brasil en el desarrollo de planes de acción nacionales para prevenir y reducir la contaminación por plásticos en los sectores del transporte marítimo y la pesca.

Invertir hoy en las comunidades costeras permitirá frenar la sobrepesca e impulsar la gestión de los ecosistemas acuáticos de manera sostenible. Además, contribuye a reducir la contaminación, incrementar la superficie marina protegida, mejorar la salud de los ecosistemas críticos y los recursos pesqueros, y evitar la pesca ilegal.

*Oficial de Pesca y Acuicultura de la FAO para América Latina y el Caribe.

Por José Aguilar-Manjarrez*

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