En octubre de 2023 se hizo pública la Segunda Evaluación Global de Anfibios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN); resultados que fueron difundidos en las diferentes redes sociales, generando todo tipo de reacciones ante la difícil situación que atraviesa este grupo de vertebrados en el mundo.
Los anfibios se extienden por casi todo el planeta; sin embargo, muchos de ellos tienen distribuciones pequeñas y dependen grandemente de condiciones ambientales para su desarrollo y subsistencia, por lo que son altamente sensibles a los cambios del hábitat. En Colombia, su situación no es mejor, pues nuestro país ocupa el primer puesto a nivel mundial en amenaza de extinción de sus especies. (Lea: Lo que debe tener en cuenta para la alimentación en época de festividades)
Para entender mejor esta realidad y saber por qué que cerca de la mitad de las ranas, salamandras, cecilias y sapos que hay en el mundo están al borde o presentan algún riesgo de extinción, es decir, casi 2 de cada 5 especies, conversamos con Sandra Galeano, doctorada en ciencias biológicas con énfasis en ecología y curadora de las Colecciones de Anfibios y Reptiles del Instituto Humboldt.
También hablamos con Germán Ignacio Andrade, asesor científico del Instituto Humboldt y miembro del comité de manejo de la Evaluación de Negocios y Biodiversidad de la IPBES, quien nos explica si estas estadísticas son el reflejo de una debacle y un colapso de la biodiversidad, teniendo en cuenta que la Evaluación Global sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos del 2019, señala que hasta un millón de especies en el mundo estarían entrando ya en la trayectoria de la extinción.
Ambos expertos enfatizan que, pese a los datos de amenaza y extinción de especies en el mundo y en Colombia, científicos y autoridades están trabajando de manera conjunta para mitigar los riesgos y generar planes de recuperación de las especies más vulnerables. También se está avanzando en la publicación del Programa Nacional de Conservación de Anfibios, generado por científicos del país y que está en proceso de publicación por parte del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. (Lea: El declive de los insectos se debe a la pérdida de especies localmente más comunes)
Germán: La Evaluación Global sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos del 2019, publicada por la IPBES, muestra datos que dan cuenta del colapso de la biodiversidad. ¿Estamos frente a la misma narrativa que surge del cambio climático? Es decir, ¿se refuerza la teoría del fin de la humanidad?
Hay una narrativa que está tomando mucha fuerza, la cual dice que el mundo se va a acabar y que la humanidad se va a extinguir. Pero, esta es una mala pregunta porque es una forma de comunicar una crisis y la manera como las personas responden a semejante afirmación puede no ser la adecuada para afrontar positivamente dicha crisis. Es una pregunta muy general, porque decir que la humanidad se va a extinguir es algo que evidentemente puede suceder algún día, pero lo realmente importante es: ¿cuándo?, ¿cómo?, ¿por qué? y ¿cómo podemos responder a esa crisis?
En este sentido y, según los datos de la IPBES, hasta un millón de especies estarían en la trayectoria de la extinción. ¿Cómo no perder el optimismo en medio de esta tragedia en biodiversidad?
¿Esto qué quiere decir?, que existe una posibilidad y una probabilidad, lo cual muestra que la humanidad está transitando por un camino inadecuado, que está poniendo en riesgo una enorme cantidad de especies. Un millón es un número redondo, pero lo importante es que esta cifra es un llamado de atención sobre cómo debemos responder a esta crisis. Los mensajes de urgencia, en mi concepto, deben enfatizar en lo que es posible, en lo que la humanidad puede asimilar y a lo que puede responder positivamente.
Sandra: al respecto, y según la Segunda Evaluación Global de Anfibios de la UICN, el 41 % de estas especies está en peligro de extinción a nivel mundial, convirtiéndolas en el grupo más amenazado de vertebrados. ¿Por qué se da esta vulnerabilidad?
Primero, debemos poner en perspectiva este 41 %, lo cual significa que cerca de la mitad de las ranas, salamandras, cecilias y sapos que tenemos en el mundo están al borde o presentan algún riesgo de extinción. Esto es casi 2 de cada 5 especies de estos animales que existen en el mundo. Este nivel de riesgo se asocia a algunas de sus características, pues los anfibios no solo habitan dos tipos de hábitat, terrestres y acuáticos, sino que respiran a través de la piel y, en algunos casos, el 90 % del total del proceso respiratorio se da a través de ella; además, dependen de la temperatura externa para controlar la interna, requieren ambientes húmedos y de cuerpos de agua para poder desarrollarse, reproducirse y subsistir.
Otra característica es que no cuentan con la habilidad de moverse por grandes extensiones, ya que no tienen la vagilidad de otros grupos. Todas estas características hacen que, una vez se da una transformación en el ecosistema, estas especies se vean afectadas gravemente. Los cambios de hábitat por pérdida de bosque y degradación las afecta, los largos periodos de sequía también, así como las enfermedades emergentes.
Por ejemplo, los anfibios estuvieron sometidos a una pandemia por un hongo (Quitridio, Batrachochytrium dendrobatidis) que surgió a finales de los 80 en otras partes del mundo y que a países como Colombia llegó a inicio de los 2000. En este momento, muchas de las extinciones de estas especies en el mundo están ligadas a la amenaza por este hongo -son cerca de 37 especies las que ya se han extinguido y aquellas que lo hicieron después de los 80 se asocian a esta pandemia-, pero, además, actualmente están en riesgo cerca de 600 especies a nivel mundial por esta enfermedad. Por todas estas razones, los anfibios es el grupo de vertebrados más amenazado que existe.
Sandra, las estadísticas de la UICN también señalan que más de 300 especies de anfibios presentes en Colombia son vulnerables o ya están en peligro de extinción. ¿Qué significa esta cifra para nuestro país?
Es una cifra alarmante, pues estamos hablando que más del 30 % de las especies de anfibios que tenemos en el país están en peligro de extinción, siendo Colombia el segundo país más biodiverso en anfibios. Esto nos posiciona como el primer país con el mayor número de especies en riesgo de amenaza a nivel mundial, seguido por Ecuador. ¿Qué significa perder una o muchas especies? ¿Por qué nos debe importar?
Las especies son como ladrillos que conforman un muro y cuando vamos retirando ladrillos se va perdiendo la estabilidad y se puede caer el muro. Eso mismo sucede con los ecosistemas: a medida que perdemos especies, ese equilibrio se puede perder. Esto nos debe importar porque los anfibios cumplen roles específicos en el ecosistema: están en la mitad de la cadena trófica, es decir, que son controladores de insectos, algunos de los cuales causan enfermedades tropicales y, además, son el menú favorito de muchos vertebrados como aves, mamíferos y serpientes.
También son controladores de la calidad del agua al consumir los detritos y algas que están en las quebradas en su etapa larval. Para dar un ejemplo, un estudio que realizó la Universidad del Sur de Illinois en un parque nacional Panamá, en el que el 90 % de las poblaciones de anfibios habían declinado debido al hongo Quitridio, mostró que los detritos y las algas de las aguas del parque aumentaron sustancialmente. Por todo esto, como país, debemos dar pasos que nos lleven a mitigar las amenazas hacia este grupo y a recuperar estas especies, no solo por un principio moral, sino por razones científicas.
Germán: con este panorama no es difícil pensar que estamos frente a una megaextinción. Pero, si el mundo no se va a acabar, ¿qué sí se va a acabar?
Estamos frente a una triple crisis: cambio climático, contaminación y colapso de la biodiversidad, lo cual nos sirve para definir qué es lo que debemos acabar. Lo primero es acabar con la falsa ilusión de que los seres humanos todo lo controlamos, esto se llama optimismo tecnológico, es decir, la confianza en que la tecnología todo lo soluciona.
Segundo: acabar con la procrastinación política, no dejar la respuesta para más adelante porque esto aumenta el riesgo hacia un futuro indeseable. Hay que actuar ya. Y, tercero, debemos acabar con el fatalismo que lleva a la inacción. Debemos comunicar señales positivas, puntos de esperanza que nos digan que la humanidad sí es capaz de responder a esta crisis, así sea de manera parcial. Entender que esta no es una crisis que se resuelve completamente, pero tampoco anula el futuro en su totalidad.
Sandra: las salamandras, según la UICN, corren un riesgo especial: tres de cada cinco especies están en peligro de extinción. ¿En Colombia qué especie desaparecerá frente a nuestros ojos?
Si bien, las salamandras son una de las especies de anfibios más amenazadas en el mundo, en el caso de Colombia solo cerca de 10 de especies se encuentran amenazadas con respecto de las cerca de 290 especies de anuros (sapos y ranas). Esto se debe a que nuestra mayor biodiversidad es de anuros y no de salamandras y a que las salamandras son uno de los grupos que menos hemos estudiado. Significa que nuestras especies de salamandras sí pueden estar desapareciendo y no lo sabemos; pero es importante mencionar que en Colombia contamos con evidencia de anuros que están despareciendo frente a nuestros ojos.
Un ejemplo son las ranas arlequín, que llevan este nombre porque son delgadas, de colores blancos, negros, rojos y asimilan a un arlequín. Las poblaciones de estas especies han declinado abruptamente en todas las montañas de la zona neotropical. En el caso de Colombia, alrededor de 21 especies de estas ranas no solo están declaradas como críticamente amenazadas, sino como posiblemente extintas. Hay especies que no hemos observado en 10 o 15 años por mucho que hemos hecho esfuerzos para encontrarlas.
También hay especies de ranas de cristal (como la rana de cristal de mayor tamaño) y especies de las ranas de lluvia que se consideran potencialmente extintas. Otro dato importante es que puede haber especies que se estén extinguiendo en este momento y no lo sepamos porque no tenemos conocimiento de ellas. Por eso debemos hacer esfuerzos en estudios poblacionales en el país.
Germán: recomendaciones para navegar en medio de la crisis en la cual está inmersa la vida en la tierra. ¿Cómo evitar esta megaextinción de especies? ¿Hay esperanza?
Entender cuál es el futuro posible, no solo el deseable. Quisiéramos que no haya ninguna extinción, que el cambio climático pare, que la pobreza pare y que todos los males de la sociedad paren, pero lo que debemos hacer es aprender a navegar la crisis; entender que todo lo deseable no es posible y todo lo posible no es probable.
Para esto debemos tener un optimismo obstinado, tratar de ser optimistas aún si es mucho lo que está en riesgo. No todo está perdido. También debemos cultivar un amor positivo por la naturaleza de manera urgente. Entender que esto no es solo un asunto político, tecnológico o científico, sino ético y lo que está en juego son los valores que nos mueven como sociedad.
Por último, Sandra: ¿cómo evitar esta mega extinción de anfibios? ¿Hay esperanza?
Claro que hay esperanza. De hecho, esta segunda evaluación de anfibios de la UICN nos habla de cerca de 63 especies de anfibios que se han recuperado desde los 80, gracias a diferentes estrategias de conservación. Esto significa que sí hay esperanza, pero si nos movemos. Un primer paso para dar en Colombia es la publicación del Programa Nacional de Conservación de Anfibios, generado por científicos del país y que está en proceso de publicación por parte del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.
Luego de publicado, el reto está en implementar las medidas allí propuestas. Esto significa fortalecer nuevas estrategias de investigación y conservación que nos permitan mitigar los riesgos de extinción identificados y trabajar en la recuperación de las poblaciones y especies del grupo.