En Colombia se encuentra el 50 % de los páramos del mundo, ecosistemas que ocupan alrededor del 2,5 % de la superficie total del país y que abastecen de agua a cerca de 17 millones de personas. Se trata de ecosistemas fundamentales para la seguridad hídrica del país y de santuarios naturales en donde habita una gran biodiversidad de flora y fauna de Colombia. Por estas y muchas más razones es que organizaciones ambientales se han unido para ser la voz de estos páramos, en donde la conservación, protección y recuperación son su lema principal.
Según la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), más de 20 mil hectáreas de páramo del país han sido ocupadas por la agricultura, actividad que produce contaminación en el agua por el uso de agroquímicos, tala indiscriminada de frailejones y quema de terrenos para la siembra de alimentos como arvejas, fresas, papas y habas, entre otras acciones, que acaban con la vida de estos hábitats.
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A esta lucha por salvar a los ecosistemas de montaña se suma “Guardianes del páramo”, un programa educativo que promueve la creatividad, el liderazgo y la construcción de proyectos ambientales con niños, niñas y jóvenes que habitan las zonas de influencia de los páramos de Colombia. “Buscamos que a través de historias, juegos y retos se creen experiencias y productos para sensibilizar sobre la importancia de los ecosistemas de páramo y promover habilidades relacionadas con el cuidado del medio ambiente”, explica Juan Camilo Rodríguez, coordinador y creador de la iniciativa “Guardianes del páramo”.
Este proyecto nació en 2017 con la comunidad de la Institución Educativa Departamental El Carmen, en Guasca (Cundinamarca). Según la profesora Isabel Avellaneda, también creadora de la propuesta, la idea principal era construir espacios enfocados a la formación ambiental para los niños y las niñas de la escuela, debido a la cercanía de la institución con el ecosistema de bosque alto andino, muy cerca de la delimitación del Parque Natural Nacional Chingaza y los ecosistemas de subpáramo y páramo.
“Desde este marco, se reconoció la necesidad de generar propuestas contextuales, desde las cuales los niños y las niñas pudieran desplegar sus potencias, desarrollar habilidades de investigación, construir proyectos ambientales y apropiarse del cuidado de estos ecosistemas, claves para la generación y regulación del agua”, afirma Avellaneda, quien, además, asegura que están trabajando para que los temas ambientales, los ODS, sean transversales en la educación de los grupos vinculados con “Guardianes del páramo”.
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Actualmente cuentan con un grupo de 70 jóvenes vinculados al proyecto, con el que han explorado los páramos y bosques, su flora y su fauna. A partir de los aprendizajes obtenidos, el año pasado lograron consolidar un programa llamado “La escuela de artes y saberes del páramo”, con el que a través de la formación en artes se fomentan habilidades de investigación y se promueve la construcción de proyectos con la comunidad en tres líneas que están interconectadas: cuidado del agua, conservación de la flora y fauna, y manejo de residuos.
Para Sergio Quiroga, un estudiante de 10 años, ser guardián del páramo es cuidar la flora y la fauna de los ecosistemas naturales, porque los páramos son vida para todos, son un regalo. Con este proyecto aprendí a reconocer aves, mezclar colores y respetar el medio ambiente”. Dentro de las actividades que realizan están las expediciones alrededor de la escuela y cerca del páramo; tardes de pintura, en donde los murales son el resultado, y la investigación de aves y plantas.
“¿Mi favorito? En los árboles me gusta el sauce, por esos pelitos que tiene. Y de animales, tengo varios: el oso, el venado y el colibrí, este último más que todo por los diferentes colores que tienen sus alas”, cuenta Quiroga, amante de los talleres de reciclaje, de creación de juegos sobre flora y fauna, y del proyecto de investigación sobre prácticas productivas, como la creación de yogur artesanal.
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Desde el proyecto “Guardianes del páramo” han creado el “Bestiario Paramuno”, un set que salió a la venta en 2021 y que es parte de una de las líneas de financiamiento. A este set lo componen una bolsa de tela, cinco muñecos con piezas intercambiables de las siguientes especies: oso de anteojos, venado de cola blanca, rana sabanera, tigrillo y colibrí paramuno, un sobre con seis tarjetas para jugar y aprender, instrucciones del juguete y, por último, el código QR con enlace para descargar el libro La leyenda de guardianes del páramo.
“Este libro es la historia del origen de los guardianes, desde la que los niños y las niñas pueden conocer un poco del páramo de Chingaza, de la cultura muisca que lo habitaba y se plantean unos retos para hacer en casa”, explica Juan Camilo Rodríguez.
Para los líderes de este proyecto es necesario seguir tejiendo alianzas con las comunidades educativas y, a partir de sus intereses, las necesidades y los recursos empiecen a adaptar el marco de trabajo de “Guardianes del páramo” para facilitar la construcción de proyectos ambientales. “Desde estas adaptaciones, junto con las personas que desarrollamos los procesos, queremos crear una red de “Guardianes del páramo”, para conectar las iniciativas ambientales, aprendizajes y recursos que surjan en cada contexto. “Velar los páramos es una labor de todos, pues son fuente de agua, de vida”, concluyen.