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La COP16 fue más que un evento internacional: para nosotros, como miembros de Juventudes Diversas por la Vida, representó una experiencia transformadora. Como parte de la Junta Asesora de Juventud de la Unión Europea en Colombia, llevamos al corazón de este encuentro nuestra visión, forjada en los territorios. Somos un colectivo de más de 20 jóvenes de diversas regiones del país comprometidos con el liderazgo ambiental, y nuestra participación reafirmó que las soluciones globales necesitan de nuestras voces locales.
Desde el primer momento, la diversidad de participantes dejó claro el peso de estas discusiones. Cada conversación, cada panel, revelaba la urgencia y la complejidad de conservar la biodiversidad, un desafío que trasciende fronteras y exige respuestas concretas desde lo local hasta lo global.
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Estar en la Zona Azul nos abrió las puertas a diálogos de alto nivel. En este espacio convergieron actores políticos, académicos, activistas, representantes de entidades y de la sociedad civil, todos alineados en un propósito común: preservar la diversidad biológica, promover su uso sostenible y fomentar un uso responsable y equitativo de los beneficios derivados de los recursos genéticos. Ser parte de estas conversaciones fue un privilegio y un recordatorio del impacto colectivo que podemos lograr.
La participación de las juventudes en este escenario no solo es significativa, sino necesaria. Estar presentes implica romper con la percepción de que las decisiones sobre el futuro son exclusivas de las generaciones mayores. Nuestra presencia visibiliza las luchas locales, aporta perspectivas frescas e innovadoras y reafirma que somos actores fundamentales para generar cambios reales y sostenibles. Como lo subrayó Gilles Bertrand, embajador de la Unión Europea en Colombia, las acciones lideradas por jóvenes en sus territorios son transformadoras e inspiradoras, una muestra de que el liderazgo no tiene edad, pero sí propósito.
(Lea: Las iniciativas con enfoque territorial que marcaron la Zona Verde de la COP16)
Uno de los momentos más memorables fue conectar con otros jóvenes activistas que compartían sus experiencias y preocupaciones. Entre nuestras contribuciones más relevantes estuvo la presentación del Manifiesto de Juventudes Rurales de América Latina y el Caribe, elaborado en agosto en Nuquí, Chocó, durante la cumbre Juventud Rural, Paz con la Naturaleza. Este documento recoge propuestas esenciales para cumplir con los objetivos del Convenio sobre la Diversidad Biológica desde la perspectiva de quienes vivimos las realidades del campo.
No menos impactantes fueron los intercambios informales en los pasillos. Tomadores/as de decisiones y expertos/as compartieron sus perspectivas sobre las negociaciones y los retos que enfrentan sus países para alcanzar las metas del Marco Global Kunming-Montreal. Cada encuentro nos recordó que nuestra causa es compartida y que el diálogo sigue siendo una herramienta poderosa para generar cambios.
La COP16 nos reafirmó como líderes y lideresas y nos dejó un mensaje claro: la biodiversidad es un desafío global que requiere compromisos colectivos y soluciones intergeneracionales. Un agradecimiento a la Unión Europea en Colombia, cuyo respaldo no solo hizo posible nuestra participación, sino que nos inspira a seguir trabajando por un futuro y presente más saludables, porque proteger la biodiversidad es tarea de todas las personas, y el verdadero cambio comienza cuando actuamos juntos, más allá de nuestras diferencias.
Por Daniela Rodríguez, miembro de Juventudes Diversas por la Vida
