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La alianza que se tejió entre Parques Nacionales y Alemania para fortalecer el manejo de las áreas protegidas

Este año, la entidad encargada del Sistema de Áreas Protegidas de Colombia celebra un nuevo aniversario y desarrollará una agenda académica para resaltar sus logros y mostrar cómo la protección de la naturaleza se puede tejer de la mano de las comunidades locales y la cooperación internacional. Estos son los retos y aprendizaje que ha dejado su labor en Colombia.

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24 de julio de 2025 - 01:08 p. m.
Sede operativa San Lorenzo en el Parque Nacional Natural Sierra Nevada de Santa Marta.
Sede operativa San Lorenzo en el Parque Nacional Natural Sierra Nevada de Santa Marta.
Foto: Parques Nacionales/KwF
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Mientras usted lee estas líneas, más de 1.500 guardaparques de Colombia custodian y monitorean algunas de las regiones más biodiversas del planeta. Esta labor crítica y riesgosa —que ha cobrado al menos 17 vidas en la última década— no solo es esencial para conservar la vida silvestre y los recursos naturales, sino también una parte central de una larga trayectoria e historia para consolidar el sistema de Áreas Protegidas del país.

Por 65 años, Parques Nacionales Naturales de Colombia (PNNC) ha protegido ecosistemas clave que se extienden desde los páramos de Los Andes, los arrecifes del Caribe y las serranías del sur del país. Si se sumaran todas las áreas protegidas por esta entidad adscrita al Ministerio de Ambiente, el resultado abarcaría más de 38 millones de hectáreas.

Esta superficie incluye área tanto terrestre como marina, aproximadamente del tamaño de Alemania, es crucial para la conservación de nuestra biodiversidad: salvaguarda cerca del 80 % de los ecosistemas identificados en el país. Dentro de estas áreas protegidas, se encuentran más de 24,400 especies de flora y fauna, lo que representa un 35 % del total de especies registradas en Colombia.

Este esfuerzo de conservación también es estratégico para el bienestar de los colombianos. Los parques nacionales protegen el 22,5 % de los páramos andinos y contienen cuatro de las seis estrellas hidrográficas que garantizan el suministro del 50 % del agua consumida en el país. Además, según cifras oficiales, los parques nacionales almacenan más de 2.300 millones de toneladas de CO₂, claves para desacelerar el aumento de las temperaturas globales.

La magnitud y los retos de esta labor, como indican desde Parques Nacionales, requieren alianzas estratégicas, tanto con comunidades locales que viven dentro y en las zonas de influencia de los parques, como con la comunidad internacional.

En el caso de Parques Nacionales, Alemania ha sido el principal cooperante. Ha destinado casi 35 millones de euros en la última década a través de un programa de cooperación que fortalece el bienestar y las herramientas de los guardaparques, el trabajo comunitario y las áreas protegidas del país.

Esta inversión, realizada a través del Banco de Desarrollo KfW y el Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo (BMZ) de Alemania, hace parte del programa Áreas Protegidas y Diversidad Biológica (PAPDB), ejecutado por Parques Nacionales Naturales de Colombia. Esta cooperación internacional —esperanzadora en una época de crecientes cuestionamientos al multilateralismo— ha permitido avanzar en una visión de protección de la naturaleza que comenzó hace más de seis décadas en Colombia.

Un sistema de parques que nació en una cueva

La historia de Parques Nacionales comenzó en 1960 con la declaratoria de la primera área protegida: la Cueva de los Guácharos, ubicada en los departamentos del Huila, Caquetá y Cauca. Esta zona, clave por su alta biodiversidad, riqueza hídrica y por ser refugio de aves migratorias, fue el primer hito en la protección de ecosistemas fundamentales en Colombia, el segundo país más biodiverso del mundo.

Sin embargo, el origen de esta primera semilla de lo que hoy es el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP) es anterior: en 1959, la Ley Segunda de ese año definió por primera vez qué es un parque nacional en Colombia, al indicar que son “zonas boscosas y tierras aptas para la forestación que deben ser conservadas para regular el régimen hídrico, defender el suelo, facilitar el desarrollo de la vida silvestre y preservar ambientes naturales para la educación e investigación científica y para el turismo.”

Esta visión consolidó las bases de los 65 parques nacionales que hoy tiene el país. El más reciente, el Parque Nacional Natural Serranía de Manacacías, declarado en 2023, demuestra que esa idea de conservación sigue en expansión en el territorio.

“Cumplir 65 años nos impulsa a seguir. Este es solo el comienzo de una nueva etapa de compromiso con la vida”, sostiene Luisz Olmedo Martínez Zamora, director de Parques Nacionales.

Una cooperación frente a los retos

Como advierte Olmedo Martínez, la consecución de estos logros no ha sido una tarea sencilla. Las áreas protegidas han enfrentado deforestación, conflictos socioambientales, presión extractiva, expansión de la frontera agrícola, presencia de grupos armados y la necesidad de conciliar protección ambiental y desarrollo sostenible.

Uno de los casos más críticos es la ganadería dentro de los parques. A mediados de 2024, se registraban al menos 10.453 cabezas de ganado en el PNN Tinigua (Meta y Caquetá), 7.446 en el PNN Paramillo (Antioquia y Córdoba) y 7.022 en el PNN Sierra de la Macarena (Meta). La ganadería, según el Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas (Cesed) de la Universidad de los Andes, es el principal motor de la deforestación en Colombia.

Para enfrentar esto, ha sido fundamental el apoyo del Programa Áreas Protegidas y Diversidad Biológica de la cooperación alemana. En la última década, este programa ha fortalecido los recursos financieros y la sostenibilidad de 37 áreas protegidas que suman más de cuatro millones de hectáreas.

En su primera fase, el programa se enfocó en mejorar la infraestructura física de los parques nacionales y la dotación de los guardaparques. “Se han fortalecido las sedes administrativas y operativas de Parques Nacionales y se ha potenciado la eficacia en la gestión de las áreas protegidas. Esto ha mejorado el bienestar del personal y la dotación para el control y vigilancia, y así se han optimizado las estrategias de la entidad”, sostiene Olmedo Martínez.

En términos de vigilancia, por ejemplo, se logró gestionar la entrega de binoculares, drones y medios de transporte como —carros, motocicletas, embarcaciones y motores de lanchas— para facilitar el trabajo de los guardaparques en montañas, humedales, páramos, sierras, bosques y entornos acuáticos.

En el Santuario de Fauna y Flora Corchal El Mono Hernández, en la costa Caribe, se adelantó un proceso de rehabilitación hídrica para atender la sedimentación en un brazo del Canal del Dique y reducir la presión sobre los ecosistemas”, explica Diego Oróstegui, de la consultora GFA, quien acompañó la implementación del proyecto.

“También se mejoró la infraestructura operativa y administrativa de los parques nacionales. Así, los guardaparques y otro tipo de personal pueden gozar de buenas condiciones en las áreas protegidas para ejercer el control y vigilancia de las zonas”, explica Ana Celia Salinas, asesora técnica principal del programa.

Estas construcciones han buscado armonía con el entorno natural y cultural. En La Guajira, por ejemplo, se entregó infraestructura ecoturística al Parque Macuira, y en el Parque Bahía Portete se construyó una sede operativa. Ambas intervenciones fueron diseñadas con la comunidad indígena, e integraron sus saberes y materiales tradicionales.

“Se trata de proyectos que concertaron con éxito una visión del territorio con los saberes de las comunidades y las condiciones del medio ambiente. Esto es clave. Además de brindar una infraestructura completa, fortalece los lazos con las personas que habitan y conocen estos territorios”, sostiene Salinas, del Programa Áreas Protegidas y Diversidad Biológica.

La cooperación entre Colombia y Alemania ha permitido adquirir diez inmuebles para el funcionamiento de igual número de áreas protegidas y una dirección territorial, adecuar nueve sedes administrativas y comprar cuatro adicionales.

Acuerdos para conservar

Una de las lecciones de los últimos diez años es que la conservación directa no basta. Necesita la participación de las comunidades rurales en las zonas de influencia de las áreas protegidas.

Un ejemplo es lo ocurrido durante la última década en la Dirección Territorial Caribe de Parques Nacionales, a la cual se encuentran actualmente adscritas quince áreas protegidas, de las cuales once se localizan en ambientes marino-costeros, en su mayoría con alta presencia de pescadores. Allí se concertaron alternativas productivas y sostenibles para comunidades que dependen de la pesca para su sustento.

“Se adelantó una consultoría financiada con recursos de la cooperación alemana para identificar las mejores líneas de apoyo, y se encontró que el ecoturismo era una opción viable. A partir de ahí se establecieron mesas de diálogo con las comunidades locales y los equipos de las áreas protegidas para definir conjuntamente la participación y mecanismos de implementación”, explica Mónica Duque, contratista de Parques Nacionales.

Este es un ejemplo de sistemas sostenibles consolidados en los parques nacionales de Colombia. Con el apoyo de la cooperación alemana, en los últimos diez años se han celebrado 1.015 pactos socioambientales de conservación y 1.238 familias han implementado sistemas sostenibles de conservación en cacao, café y ganadería. Otras 765 familias de pescadores aplican alternativas de ingresos en recursos hidrobiológicos.

“El programa no solo se ha enfocado en la conservación directa; también en el fomento de prácticas de uso sostenible, al promover sistemas productivos como los cultivos de cacao y café, la ganadería sostenible, la pesca responsable y el impulso de unidades de negocio ecoturísticas, según las necesidades de los territorios y sus comunidades”, sostiene el director Olmedo Martínez.

Uno de los logros más importantes de la última década ha sido tejer, en uno de los países más desiguales del continente, un modelo de conservación que articula saberes diversos y conecta a las personas con la naturaleza.

Actualmente, 41 áreas protegidas tienen relacionamiento directo con comunidades étnicas —indígenas, afrodescendientes, palenqueras y raizales—, y tres presentan evidencias de pueblos indígenas en aislamiento voluntario.

Salinas, asesora técnica principal del programa, destaca la confluencia de los saberes tradicionales y comunitarios en esta misma misión. “En el Catatumbo, norte de Santander, los técnicos y funcionarios de Parques se formaron con las comunidades barí y hubo transferencia de conocimiento desde el comité de cacaoteros a los pueblos indígenas”, explica, y resalta el papel de los gremios cafeteros y cacaoteros.

“Con estos sistemas sostenibles, ya no ven estas intervenciones como un intento de sacarlos de sus tierras o impedirles trabajar, sino como una oportunidad para un trabajo conjunto”, agrega Salinas.

En particular, la alianza estratégica entre Parques Nacionales Naturales de Colombia y la cooperación alemana ha permitido importantes avances con las comunidades locales aledañas a 37 áreas protegidas, entre ellas Serranía de los Yariguíes, El Cocuy, Guanentá Alto Río Fonce, Pisba, Tamá, Tinigua, Puracé, Paramillo, Los Colorados, Los Flamencos, Sierra de la Macarena, Catatumbo Barí, Galeras, Utría, Corales del Rosario y de San Bernardo, Bahía Portete-Kaurrele, Tayrona y Macuira.

Además, en los territorios se ha contado con aliados como Agrosavia, Federación Nacional de Cacaoteros (Fedecacao), Federación Nacional de Cafeteros (Fedecafé) y otras organizaciones que han acompañado a las comunidades con conocimientos técnicos para mejorar sus prácticas productivas y darles mayor sostenibilidad.

Para conmemorar este aniversario y los aprendizajes acumulados, Parques Nacionales ha puesto en marcha una agenda en diferentes partes del país, con exposiciones, conversatorios, encuentros académicos, actividades con comunidades locales y jornadas de educación ambiental. Estas actividades permiten compartir experiencias y acercar a los colombianos a los retos y avances en la conservación del patrimonio natural.

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