El campo colombiano tiene desafíos gigantescos que requieren una inyección de capital difícil de asumir desde lo público en su totalidad.
Una de las realidades más difíciles de enfrentar cuando se lidera una entidad estatal es la de responder a necesidades infinitas con recursos que no lo son. Esto supone un gran reto en cuanto a priorización se refiere; además implica el descontento de muchos y la crítica constante de la opinión pública ante gestiones que dejan de hacerse no por falta de diligencia, sino simplemente porque los recursos para ello no existen.
La Agencia de Desarrollo Rural, del Gobierno Nacional, no es ajena a este complejo escenario. El campo colombiano tiene desafíos gigantescos que requieren una inyección de capital difícil de asumir desde lo público en su totalidad. Desafíos que también invitan, a quienes tenemos el honor de servir, a ser creativos en la búsqueda de financiación y a no quedarnos únicamente con el presupuesto que se nos asigna.
Esa es una tarea que nos proponemos siempre y que dio buenos frutos en 2021; año en el que encontramos en la Unión Europea una aliada internacional decidida a apostar por los temas rurales nacionales. De ellos, luego de varias gestiones junto con el Ministerio de Agricultura, logramos obtener $35.5000 millones para invertir en tres frentes de impacto para las familias campesinas colombianas: asistencia técnica integral, fortalecimiento comercial y rehabilitación de distritos.
En este espacio quiero hacer “zoom” en el primer frente, porque además de resultar estratégico para los productores rurales, desde la ADR decidimos hacerle una modificación en su prestación para atender las exigencias del mundo pospandemia: lanzamos el año pasado la metodología digital de extensión agropecuaria.
¿Cómo funcionará esta iniciativa? Con la referencia del método de Agricultura de Precisión para el Desarrollo, cocreado por Michael Kremer, Premio Nobel de Economía 2019, e implementado con muy buenos resultados en países como Kenia, Pakistán y Canadá; llevaremos a través de celulares, que no tienen que ser inteligentes ni tener acceso a internet, y de medios masivos como la radio, información oportuna en temas climáticos, de manipulación de fertilizantes, erradicación de plagas, tiempos de poda, precios de cosecha, cultivos sostenibles, buenas prácticas agrícolas, manejo de nuevas tecnologías, fortalecimiento asociativo y espacios de participación, entre otros, a 150.000 usuarios de toda Colombia.
Sin duda, será una revolución en términos de acceso a conocimientos agropecuarios y apropiación de tecnología existente por parte de nuestros campesinos. Un ejercicio que realizaremos de la mano de la Universidad Tecnológica de Pereira que, como entidad prestadora del servicio de Extensión Agropecuaria y representante de la metodología del Nobel, se encargará de materializar este sueño.
Víctor, un productor de aguacate, café y plátano del Tolima con quien conversé hace poco, me habló de lo bien que ha funcionado para él un programa piloto de mensajes de texto con audios y videos, que empezamos a incluir en la prestación del servicio de extensión agropecuaria. Me dijo que los contenidos eran fáciles de comprender y respondían a sus expectativas. Fue una conversación que ratificó mi convicción y deseo de llevar a la práctica esta estrategia digital para liderar procesos de agricultura inteligente y aumentar la competitividad de nuestro agro.
Esta es una de las tareas que podremos realizar gracias a la Unión Europea; un proyecto que exige más de $16.000 millones y en el que se destinaron $7.500 millones del total de la bolsa de los $35.500.
Una muestra más de que, cuando trabajamos juntos por el campo, hacemos que las cosas sucedan.
**Por: Ana Cristina Moreno, directora de la Agencia de Desarrollo Rural