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En un punto clave, en medio del camino que conecta Bosconia con el mar en Santa Marta y Barranquilla, se extiende un territorio que ha sido foco histórico de la violencia en la región noroccidente del país. Su población ha vivido de cerca los procesos de desmovilización como el del Bloque Norte que lideraba el jefe paramilitar “Jorge 40″ en los años 2000, y ha sido resiliente a episodios de terror y masacres por la presencia en el territorio de todo el abanico de grupos armados.
Hoy en día aún son frecuentes las alteraciones al orden público en alguno de los tres corregimientos que tiene el municipio de El Copey, que en su cabecera urbana alberga algo más de 30 mil habitantes. Como faro de desarrollo en la zona, se encuentra también una de las infraestructuras centrales que le agregan confiabilidad al servicio de energía en todo el norte de Colombia. Se trata de la subestación de energía que lleva el nombre del municipio desde hace más de 20 años construida y operada por ISA.
En medio de esa región que rodea la Sierra Nevada de Santa Marta, surgió un grupo de productores agrícolas que se han convertido en el ejemplo de un modelo de desarrollo a través de un producto colombiano por excelencia y de exportación como es el café. Particularmente en Chimila, una de las veredas de El Copey, se creó una marca diferencial y de calidad, impulsada por una asociación de liderazgos técnicos y familias campesinas que le ponen el corazón a cada grano para mejorar su calidad de vida.
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Ese grupo es hoy Asoprocafé, una organización que nace de la necesidad de unas familias productoras de café en esta región. Durante las décadas más crueles del conflicto, en medio del fuego cruzado entre guerrilla y fuerza pública, el poder ejercido por los grupos armados controlaba incluso el precio al que se vendía el café, indiferente del rendimiento que le generara a las fincas productoras.
Tras la firma del Acuerdo de Paz, Chimila quedó de alguna forma en el abandono, a pesar de estar priorizado El Copey como uno de los municipios con Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) en una de las Zonas Más Afectadas por el Conflicto Armado (ZOMAC). Esto resultó en una falta de control y regulación de las actividades económicas de carácter agrícola, lo que dio origen al grupo asociado de productores.
“La asociación nace con el fin de regular el precio del café, teniendo presente el precio real del mercado afuera, como una forma de ayudar no solo a los productores que son miembros de la organización, sino a toda la industria de café en la región para que su precio pueda estar regulado. En un comienzo, 10 familias asociadas fundaron Asoprocafé, y repartieron esa gran idea para llegar a casi 50 familias en la zona”, explica Cristian Raúl Duarte Jaramillo, gerente de Asoprocafé.
Hoy en día, la producción de café de este municipio se comercializa como la marca “Chimilla”, y también a través de la Federación Nacional de Cafeteros, que organiza a los múltiples jugadores de este mercado para conectar la oferta colombiana con los clientes en el exterior, además de apoyar el proceso logístico con los acopios y los envíos.
La palabra clave es “conexión”
Con el puente generado a través de la Fundación Socya, ISA se decidió a acompañar los esfuerzos de Asoprocafé por impulsar el desarrollo de su negocio. Entre ellas, acciones como comercializar el producto y resaltarlo en plataformas como eventos corporativos del grupo, invitándolos como proveedores oficiales de café, siendo estos espacios clave para visibilizarse y poder ser conocidos por más personas.
Ahora el café “Chimilla” ha empezado a ocupar nuevos espacios para darse a conocer no solamente en la región del Cesar, sino también en las principales ciudades del país, e incluso en otros países. Una labor que, además, realizan con el orgullo y la motivación propios de los emprendimientos que quieren movilizar la economía con transparencia y técnica, creando soluciones y generando formas de sustento para todo tipo de comunidades.
“Con sabor y aroma a naturaleza” es el slogan de “Chimila”, que exalta la esencia de un café que no solamente se precia de su calidad y su origen sostenible y libre de otro tipo de agregados, sino que ahora están actualizados con modernas herramientas digitales como las redes sociales o los canales de venta en línea que les han permitido incrementar las ventas de su producto.
Como parte de Conexión Desarrollo, el modelo de gestión social de ISA y sus empresas, algunos de sus funcionarios iniciaron directamente una interlocución con la asociación y sus productores para adelantar un proceso de evaluación, identificando las necesidades del negocio y aquellas áreas donde podían brindar apoyo. El resultado de estas sesiones conjuntas fue la diversificación de los canales de marketing y la realización de capacitaciones en catación y análisis físico del café.
Gracias a estos espacios, en Chimila, Cesar, los productores de café ahora son expertos capaces de analizar la calidad y tipología de su café y establecer un precio adecuado frente al mercado, conectando con la cadena global de exportadores del producto, fomentando también la adquisición y el consumo.
“Agradecemos mucho el contacto directo de la empresa con las comunidades, en los territorios, sin intermediarios que hacen que muchas veces no lleguen los apoyos directos. Hemos podido darnos a conocer, interactuar con más personas, llevar este bastión de Chimila hasta ciudades como Medellín y Bogotá, eso nos alegra mucho”, señala Duarte Jaramillo.
La conexión de Asoprocafé no es solamente con potenciales clientes, también con muchas otras organizaciones que pueden ayudarles a dar a conocer más el producto y su historia, encontrando en el café orgánico un diferencial que afinan e incorporan para seguir creciendo en un mercado tan competido, estableciendo lazos más fuertes para seguir generando valor.
Desarrollo para Colombia y el mundo
Es importante destacar que, de la venta de sus productos, Asoprocafé invierte parte de sus ganancias en el mejoramiento de la calidad de vida de las familias y la comunidad de sus asociados, para como ellos dicen, “ayudar en lomo de mula”.
La aspiración de la organización es consolidar y mejorar su portafolio de clientes directos, y contar con la capacidad suficiente para establecer conexiones en el exterior que les permita comercializar su café verde, sin procesar.
En este esfuerzo ha sido clave la sinceridad con los asociados, pensando en el bienestar colectivo, entregando la totalidad de ganancias a los productores, y priorizando prácticas sostenibles que permitan un modelo de negocio rentable y próspero. “Sabemos que la ganancia más grande del café está en el producto final, entonces queremos potencializar en esto a la asociación para poder crecer y ayudar a las familias allí en nuestro territorio”, concluye Cristian.
A pesar de los desafíos en regulación sanitaria que se presentan para la comercialización de este tipo de productos, con el apoyo de ISA, Asoprocafé recibió recientemente la notificación sanitaria que les otorga el permiso para exportar el café Chimilla, que ya está cruzando fronteras. En Bélgica, Alemania, Francia y Austria ya se consume este producto orgánico, proveniente de un corregimiento en el Cesar, que lleva a otros continentes este fruto vivo de la transformación social y el desarrollo de la bioeconomía.
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