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Liderar la ciencia desde las comunidades indígenas para proteger la Amazonía

En Solano, municipio donde vive la mayor población indígena de Caquetá, los procesos de conservación liderados por estas comunidades se han convertido en la clave para hacerle frente a los problemas que están acabando con el bosque, como la deforestación.

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Cristhian Aguirre H*
21 de agosto de 2025 - 01:00 p. m.
18 comunidades indígenas se han unido al proyecto acompañado por TNC.
18 comunidades indígenas se han unido al proyecto acompañado por TNC.
Foto: TNC Colombia
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En el sur del país, en el departamento de Caquetá, se encuentra Solano, uno de los municipios más grandes de Colombia, con una superficie superior a los 4 millones de hectáreas, que abarcan aproximadamente el 48 % del territorio departamental. Es considerado uno de los municipios con mayor diversidad biológica, limita con el Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete y cuenta con afluentes como el río Caquetá y Yarí. Sin embargo, este también es uno de los municipios más afectados por la deforestación. Solo en 2024 hubo 77.124 hectáreas deforestadas en la Amazonía.

Conservar un territorio tan extenso y con una riqueza natural, que en 2020 cubría el 91% de su territorio, según Global Forest Watch, es, entonces, una labor estratégica que desde hace varios años vienen liderando las comunidades indígenas de Solano como los Murui Muina, Korebaju, Inga, Makabaju, Andoque, Muinane, Nasa y Paez.

Para ellos, más que un municipio, Solano es vida. “Esta es nuestra casa. Sin territorio no somos indígenas”, dice Yuri Tatiana Ordóñez, de la comunidad indígena Ismuina. Desde hace dos años, Ordóñez se ha encargado de monitorear la diversidad natural y cultural de su comunidad, en el marco de un proceso acompañado por la organización The Nature Conservancy (TNC), que desde hace 12 años trabaja con sus aliados apoyando la consolidación del Mosaico de Conservación Intercultural de Solano.

(Lea: ¿Cómo evitar el colapso de la Amazonia? Esto dice una especialista que ha dedicado su trabajo a la región)

“Este es un territorio que integra procesos de conservación, manejo sostenible, restauración con enfoques múltiples y mejora de los medios de vida. Identificamos oportunidades de conectar paisajes que están transformados con otros que están conservados, como los territorios indígenas”, explica Tatiana Losada, ecóloga y especialista de Ciencia Liderada por Comunidades en TNC Colombia. “Es clave poder articular este trabajo con personas locales y los pueblos indígenas para hacerle frente a la deforestación en la zona, y contribuir a la conservación y consolidación de sus territorios”.

El equipo de TNC ha venido apoyando a las asociaciones y comunidades indígenas de Solano en el fortalecimiento de la Gobernanza para el manejo intercultural ambiental. Durante el proceso se ha acompañado en la formulación, actualización y/o implementación de sus Planes de Manejo Ambiental, los cuales son una herramienta propia que les permite a las comunidades ordenar su territorio y gestionar sus recursos naturales desde sus propias visiones.

Este es un trabajo que han hecho durante décadas. Sin embargo, como menciona Ordóñez, de la comunidad Ismuina, siempre se había hecho de manera oral. “Con las nuevas culturas tenemos el reto de mirar qué estrategias implementamos para transmitir nuestras vivencias y experiencias, de manera que, nuestros niños y jóvenes no las olviden”, agrega.

En el marco de este proceso, desde hace dos años, TNC ha generado una Estrategia de Ciencia liderada por Comunidades. Como resultado, 18 comunidades pertenecientes a las asociaciones de ASCAINCA, ASIMC, CRIOMC y TANDACHIRIDU, han construido, actualizado e implementado sus planes de monitoreo comunitario en territorios indígenas que suman más de 240 mil hectáreas. Estos han permitido el seguimiento del estado de los elementos naturales y culturales priorizados en sus territorios, desde una visión propia y articulada con la ciencia occidental. Entre los elementos priorizados se encuentran el monitoreo comunitario de la calidad del agua, peces de consumo, mamíferos, aves, plantas, linderos de sus resguardos, residuos sólidos y la lengua materna.

Para Arbey Medina Valencia, de la comunidad de Jericó-Consaya, conformada por 200 habitantes, y uno de los monitores del proyecto, este proceso les ha garantizado “conservar, restaurar y darle buen uso al territorio”. También les ha permitido cuidarlo, una tarea que, tradicionalmente, han venido ejerciendo en cabeza de sus abuelos, abuelas y autoridades.

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El conocimiento ancestral y la ciencia

Cada uno de los planes de monitoreo fueron formulados de manera colectiva, con la participación activa de sabedores y sabedoras, monitores y monitoras, jóvenes, mujeres y autoridades indígenas, con el fin de atender las necesidades de cada uno de los territorios, respetando sus diferencias, sistemas de conocimiento, saberes y pensamiento espiritual y cultural.

“Las mismas comunidades fueron las encargadas de definir, qué temas iban a monitorear, por qué era importante, qué problemáticas había, qué iban a tener en cuenta, las variables, los lugares, cada cuánto, y cómo se va a hacer, respetando su estructura de gobernanza”, explica Losada, de TNC.

El trabajo de la organización ha sido apoyar el proceso, capacitar a las monitoras y monitores, para que a su vez ellos capaciten a más personas de la comunidad, y brindar las herramientas y fortalecer el manejo de equipos como por ejemplo GPS, tablets, medidores multiparámetros de calidad de agua y cámaras trampa, que permiten generar información para así mejorar y administrar todos los recursos que hay en los territorios y tomar mejores decisiones.

Este ha sido un proceso de intercambio de conocimientos donde el conocimiento ancestral y lo “occidental” se han unido con un mismo propósito. “Como pueblo indígena tenemos nuestra propia costumbre de uso de manejo del territorio, pero nos hacen falta temas del conocimiento occidental para poder potenciar los procesos de conservación”, reconoce Medina Valencia.

La Estrategia de Ciencia Liderada por Comunidades se articula a un programa de formación con enfoque biocultural, que incluye la gestión y análisis de la información, así como el fortalecimiento de la investigación propia. Todos estos datos son lo que se usan para proponer acciones concretas, decisiones propias y acuerdos internos de manejo territorial.

Como resultado, en algunas comunidades, la información obtenida a través del monitoreo comunitario ha permitido fortalecer el conocimiento tradicional en torno a referentes culturales y registrar especies de peces que no habían sido reportadas por la ciencia occidental. En territorios como el de Jericó-Santa Cecilia y Niñeras, por ejemplo, los registros sobre lengua materna han servido para reforzar procesos culturales y educativos, con materiales pedagógicos en lengua propia.

Para, Luz Enith Garcés, cacica del Resguardo Indígena de San José del Cuerazo, la implementación de los planes de manejo ha fortalecido los espacios propios, las artesanías, el manejo administrativo y financiero, ha permitido a los jóvenes rescatar conocimientos, y ha contribuido a la conservación del territorio.

Una red de monitoreo liderado por las comunidades

Como parte de todo este proceso, en junio se reunieron 18 comunidades indígenas de Solano, más de 35 monitoras y monitores comunitarios, representantes de siete pueblos indígenas de la Amazonía y referentes de procesos campesinos de otras partes del país, en un encuentro de intercambio de experiencias que tuvo lugar en Florencia, capital de Caquetá.

Allí, además del intercambio, se planteó la iniciativa de conformar una Red de Monitoreo Comunitario, con el fin de compartir metodologías, fortalecer capacidades, articularse con redes similares del país y promover el diálogo de saberes en condiciones de equidad.

Todo esto tiene como fin hacer frente a los diferentes retos que enfrenta el territorio: la deforestación, la minería, la expansión de la frontera agrícola, entre otros. “Esos son los retos que tenemos como indígenas, y es a través de los planes de manejo territorial que podemos establecer la manera de implementar y materializar las estrategias para hacerle frente a esos temas”, menciona Tatiana Ordóñez.

Sin embargo, este tipo de procesos de ciencia liderada por comunidades no está exento de desafíos. Algunos son asegurar la financiación para dar continuidad a mediano y largo plazo, e incluir nuevos territorios y pueblos para su escalamiento. Aunque el proceso de Solano cada vez se va consolidando más, las condiciones de conectividad, seguridad y acceso a las tecnologías propias de la Amazonía representan también un reto para la sistematización de la información.

Desde TNC, resaltan la importancia de apoyar los procesos de generación y análisis de información liderados por las comunidades, pues las chagras, las lagunas, los relatos de los abuelos y abuelas, los recorridos por el bosque también representan una fuente de información valiosa para conservar la naturaleza. “La ciencia liderada por comunidades no pretende reemplazar otras formas de saber, pero sí exige ser reconocida como lo que es: una apuesta metodológica, política y técnica por comprender el territorio desde adentro”, menciona la organización.

*Periodista de Conservación - TNC Colombia.

Por Cristhian Aguirre H*

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La prensa, más preocupada en hacer oposición al gobierno, se olvida de su papel que es el de informar. Se nota la ausencia de información sobre la cumbre amazónica que es un hecho a destacar por la trascendencia que tiene y la visita de diferentes gobernantes vecinos. Que lastima la pérdida de objetividad. Esta noticia termina siendo pura publicidad sin ningún criterio y mucha incredulidad. Lastima que no sepamos que ocurrió en la cumbre.
Carlos (63194)21 de agosto de 2025 - 01:33 p. m.
Esto no sirve para nada, si el ANLA y otras entidades burocráticas siguen judicializando a los biólogos honestos que recolectan platas y animales con las comunidades para estudiarlas, tan sólo por no cumplir los requisitos absurdos y por fuera de la Ley que piden sin conocer en nada la realidad de nuestro país.
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