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Los “guardianes” de la biodiversidad que se llevaron el premio BIBO 2025

Durante 15 años, El Espectador ha reconocido proyectos que le apuestan a la conservación de la naturaleza desde el trabajo con las comunidades, a través del premio BIBO. Estos son los ganadores de este año.

Redacción BIBO

02 de octubre de 2025 - 08:00 a. m.
Ganadores y finalistas del premio BIBO 2025.
Foto: El Espectador

Luego de recibir 230 iniciativas que le apuestan al cuidado de la biodiversidad de Colombia, el premio BIBO, de la campaña ambiental de El Espectador, eligió a los ganadores. En su edición 15 “Guardianes de la madre Tierra”, el premio reconoció proyectos que van desde la moda sostenible en Bogotá, hasta la recuperación de fauna atropellada en Huila.

Estos proyectos de diferentes departamentos como Risaralda, Nariño, Cauca, y Caquetá fueron premiados en una gala que se llevó a cabo el jueves, 25 de septiembre, en Bogotá. Allí estuvieron presentes los catorce finalistas elegidos por el jurado conformado por la Fundación Natura y el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas SINCHI.

“Desde el inicio este proyecto se planteó como la manera de apropiar en los ciudadanos el valor del medio ambiente. De manera que los premios ayudan a visibilizar y a dar a conocer a los colombianos las iniciativas de tanta gente, casi anónima, que hace grandes cosas por nuestro planeta y país, y que vale la pena exaltar”, mencionó Fidel Cano, director de El Espectador.

Los proyectos que le apuesta a la bioeconomía

La primera categoría fue “Innovación y bioeconomía”, la cual reconoció proyectos enfocados en utilizar la biodiversidad de manera eficiente para crear, transformar e impulsar productos y servicios sin dañar el ecosistema de donde se tomó la materia prima. La encargada de evaluar las propuestas fue Luz Marina Mantilla Cárdenas, directora del instituto SINCHI, quien resaltó que los 20 proyectos que se postularon “demuestran la posibilidad de tener un futuro distinto a partir de la creatividad, la innovación y del camino que tiene la bioeconomía”.

Aunque se reconocieron seis iniciativas finalistas, los ganadores fueron tres. El primero de ellos fue America Trading Company, con el proyecto Fiber Green: Hilos, textiles e insumos de moda sostenibles. Esta es una iniciativa que busca reducir el impacto ambiental negativo de la industria de la moda, utilizando materiales reciclados y procesos menos contaminantes.

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De acuerdo con la compañía, ubicada en Bogotá, “cada hilo de Fiber Green es una historia tejida con materiales recuperados como botellas de plástico y pseudos tallos de plátano”. También utilizan otras materias primas como el cáñamo, y otras plantas y flores para crear tintes naturales.

El segundo ganador en esta categoría fue la Fundación Mujeres Ayakuná, con el proyecto Más Mujeres, Más Bosque, conformado por 83 mujeres madres cabeza de hogar, campesinas, víctimas del conflicto armado y la violencia intrafamiliar, y profesionales de Belén de los Andaquíes, en Caquetá. Esta asociación, que nació en 2018, le apuesta “al aprovechamiento sostenible de productos forestales no maderables, como estrategia para conservar bosques y humedales, generando a la vez ingresos y fortaleciendo las capacidades de las comunidades locales”.

Como resultado, la asociación ha contribuido a la conservación de 909 hectáreas distribuidas entre los parques naturales municipales Mauritia, Agua Dulce, El Portal La Mono y otras áreas protegidas. También han restaurado 116 hectáreas mediante la implementación de sistemas agroforestales con asaí, canangucha, cacao y copoazú. “Estas áreas restauradas funcionan como eslabones que fortalecen y conectan los corredores biológicos entre los parques naturales, favoreciendo el tránsito de la fauna y la conservación de la biodiversidad”, explica la fundación.

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Para María Isabel González, bióloga, fundadora y directora de la fundación, el premio BIBO, “es un reconocimiento al esfuerzo, al valor, y a la resistencia de las mujeres del Caquetá. Cada semilla sembrada, cada fruto transformado y cada niña y mujer que se forman en nuestros procesos, son la prueba de que la bioeconomía es real, cercana y posible desde los territorios”.

El tercer ganador de la categoría de Bioeconomía, fue el Parque acuático y de conservación Piscilago - Colsubsidio, con un proyecto que nació hace 25 años, y que le apuesta a la conservación del bosque seco tropical en la vereda La Esmeralda, en el municipio Nilo, de Cundinamarca. El proyecto no realiza aprovechamiento comercial de materia prima del bosque seco tropical, sino que a partir de allí se ofrecen servicios educativos, de investigación y sensibilización ambiental.

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“Más del 42 % de nuestra área, algo más de 34 hectáreas, están dedicadas a la restauración ecológica, la investigación científica, y a la educación ambiental. Este proyecto no solo protege un ecosistema estratégico, sino que también permite que nuestros visitantes conecten con la naturaleza y comprendan la importancia de su cuidado”, mencionó David Mauricio Ossa Restrepo, gestor de conservación e investigación del Parque.

Las iniciativas que nacen en las comunidades

La segunda categoría que se evaluó en esta edición del premio BIBO fue “Cuidado comunitario de la biodiversidad”, donde se reconocieron a las comunidades indígenas, campesinas o afrodescendientes que implementan iniciativas que promuevan la conservación y el uso sostenible de la naturaleza en sus territorios.

Clara Solazo, directora ejecutiva de la Fundación Natura, y la encargada de elegir a los ganadores, destacó que “en esta categoría llegaron proyectos de todas las esquinas de Colombia. Eso quiere decir que hay un grupo de organizaciones y trabajo comunitario que están listos para contar sus experiencias”.

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El primer ganador fue la Fundación Impulso Verde Kuaspue, una organización colombo francesa radicada en Cali, con el proyecto de restauración inclusiva del bosque altoandino y preservación de los páramos de la mano de las comunidades campesinas e indígenas. El programa no solo promueve la siembra de especies nativas en zonas estratégicas en los departamentos del Valle del Cauca y Nariño, sino también su producción y propagación, contribuyendo así a la conservación de los ecosistemas locales.

“Cuando llegamos a Nariño no había material vegetal nativo. Por eso empezamos a crear viveros comunitarios. Iniciamos con tres y ahora somos 16, la mayoría compuestos por mujeres”, contó Antoine Gerigné, presidente y fundador de la Fundación. Actualmente, han logrado la siembra de 130 especies nativas, con una capacidad superior a 500 mil árboles anuales. De acuerdo con la fundación, este proyecto también ha llegado a más de 10.000 niñas y niños de 6 a 11 años desde 2021.

El otro ganador en esta categoría fue Postobón, con el proyecto “Contribución a la seguridad hídrica de la subcuenca del río Palo en el departamento del Cauca”, que nació a raíz de la degradación ambiental, la pérdida de biodiversidad, el acceso limitado a agua potable y la débil gobernanza en comunidades indígenas y campesinas, muchas de ellas afectadas históricamente por el conflicto armado.

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Por esto, decidieron realizar actividades para la restauración ecológica en áreas clave para la biodiversidad. En Toribío por ejemplo, restauraron 83 hectáreas, y en Caloto han conservado 29 hectáreas. “Estas acciones se realizaron con la participación directa de las comunidades, quienes definieron las zonas de intervención, ayudaron en su delimitación, plantación y protección”, explicó la compañía. Como resultado, han sembrado 5.620 árboles nativos y se han beneficiado 32 familias.

La conservación nace desde los colegios

La tercera y última categoría fue “Transformadores a través de la educación ambiental”, que buscó colectivos o semilleros de investigación que lideran y ejecutan proyectos que inspiren a cuidar la naturaleza en las instituciones educativas del país. En total se recibieron 70 iniciativas y se eligieron dos ganadores.

El primero de ellos fue el Museo de Historia Natural María Belén Rivera Gualy (Museo Móvil), ubicado en Huila. Esta iniciativa nació en abril de 2022 con el propósito de conservar la fauna silvestre afectada por el atropellamiento en las carreteras locales.

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Juan Sebastián Arana Rivera, director y fundador del Museo, tuvo la idea de recuperar animales silvestres atropellados, preservarlos y usarlos como herramientas pedagógicas para enseñar a la comunidad sobre biodiversidad y conservación. Actualmente, el Museo lidera un programa mediante el cual se atienden reportes de fauna encontrada en viviendas o zonas urbanas, especialmente serpientes, zarigüeyas, aves rapaces o reptiles.

“Gracias al trabajo constante de sensibilización, hoy la comunidad no mata a los animales, sino que se comunica con el museo para su captura segura y reubicación. Esta actividad no solo ha evitado la muerte de decenas de individuos, sino que ha transformado la percepción de la fauna silvestre. En muchos casos, las reubicaciones se realizan en presencia de niños y adultos, convirtiéndose en jornadas pedagógicas de respeto por la vida y los ecosistemas”, explicó Arana.

El séptimo ganador de esta edición del premio BIBO fue la Corporación Consciencia Green: Gaby ayuda el planeta, que busca promover la participación ciudadana a través de material cultural y audiovisual. Esta iniciativa, que nació hace dos años en Santa Rosa de Cabal, en Risaralda, ha logrado desarrollar diferentes actividades para sensibilizar a los estudiantes sobre el cuidado del medio ambiente, a través de la promoción de la escritura y la literatura.

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